domingo, 1 de junio de 2014

Introspección amorosa.

Puse mi corazón a pensar, a dar un largo paseo entre diástole y sístole. Entre latidos fugaces que una vez me llenaron de pasión. Quise descubrir si mis venas tiritaban por ti o era el miedo a la soledad. Traté de verme el interior de mi inconsciente, para ver si lo que sembraste era real o simplemente un placebo. Quise enterarme de cuán importante eras para mí, y ha pasado tiempo de aquella confesión estúpida pero necesaria. Y quise saber si acerté en mis sentimientos, o te solté una sarta de mentiras que yo mismo me creía. Sigo indagando mi idealizada figura, pero he averiguado muchas cosas.

Tu repentina desaparición de mi vida fue notable en mi día a día, no te olvidé, ni mucho menos, pensaba que un período silenciado entre nosotros resolvería mis dudas. Pensaba que si mi corazón temía la soledad más aterradora con el paso del tiempo cambiaría el sitio que ocupas en mi corazón fácilmente, mas no fue así, no conseguí desprender tu voz de mis tímpanos ni soñando. Y hasta he soñado, literalmente, con tu desamor. Y pensaba que sería el mono de ti de los primeros días, pero no, no has muerto en el páramo que creé para nosotros en mi mente. Ahí seguías, más callada, pero en tu plenitud.

Una sombra que me perseguía y yo pensaba que era fruto de la obsesión anónima de mi mente imbécil. Pero no fue así, he dejado de escribir en público, y en privado también, hoy vi la Luna y quise hacerlo de nuevo, y fíjate, mis ideas han madurado pero el fruto sigue teniendo tu sabor. He aceptado la imposibilidad, he vaciado mi mente de posibles y la he llenado de falsas esperanzas de un mañana mejor, para consolarme al menos.

Quise alejarme de ti durante un instante y recapacité, olvidé la cobardía que siempre me ha caracterizado, te dije lo que pasaba por mi corazón; fuera falso o no, me arriesgué porque nunca lo hice, aunque fuera de manera estúpida y no cara a cara, lo hice técnicamente, por mucho que perdiera, lo hice, joder si lo hice. Sé que salí dolido y roto de esa confesión, no sucede como en las películas, ni muchos menos a Tony. Pero hizo lo suficiente para enorgullecerse de sí mismo, su autoestima pisó el suelo y lo traspasó durante unas horas intensas, pero al volver a estabilizarse en sus bajos niveles, estuvo un punto o dos por encima de lo normal.

En definitiva, has hervido suficientemente mi sangre a tanta temperatura, que te volviste única entre mis venas, purificaste mi torrente sanguíneo, pero en consecuencia ardió mi esperanza.