¿Qué es el manto pétreo que cubre mi felicidad, un beso de tu aliento o una mirada, y nada más?. Entré vorazmente en la fina cuerda que te ataba a la realidad, y perdí el equilibrio, es más, perdí tu visión, tu rostro ahora solo es un recuerdo y un cúmulo de píxeles, nada más que una falsa realidad. ¿Dónde quedaron esos abrazos de despedida frente a mi ida y a tu espalada contoneándose al irte? Yo pensé que el perfume que desprende tu voz nunca cesaría, mas mírame, errante y encima confuso. Más o menos sé qué es lo que me espera, pero no llega, no llega.
Es verte de nuevo y sé que si vinieras, te besaría, es oírte de nuevo y sé que si me hablaras, me derretiría. Pues soy débil ante mi pasado, y creo siempre que donde hubo habrá y si no hubo se creará. No soy nada más que un títere de mi corazón, cabeza y cojones. Dependiendo de quién se sienta más fuerte pues actuaré en consecuencia. Mejor debería atar mis locuras de depresivo, y quedarme al margen de tu felicidad, sí, mejor debería.