lunes, 9 de noviembre de 2015

Intensa introspección.

Arranqué de mis entrañas el arraigado sentimiento del pasado, humillado el entumecimiento de mis manos por el helado sentir de lo pasado. Anclado a un modo de pensar que ha destruido más que creado, roto por dentro del dolor insano, verde por fuera por el disimulo más osado, y mejor intencionado. Como vivir ahogado por el legado de un acto, que acabó en su momento pero vive dentro del sentir, del vivir más caótico por el que todos hemos pasado. ¿Has sentido el vaho de tu aliento cargado de interrogantes? El trasplante de dolores que vino retrasado en el tiempo. Como el tempo de felicidad más aletargado y detesto repetirme, sosegado. Mirando el techo del anhelo, viendo el choque al acecho.

En cada esquina ululaba el miocardio, como un metrónomo, con el sentimiento autónomo o autómata; destrozado el libre albedrío del pecho y volviendo a la mente cleptómana de malas sensaciones. Has abrazado a tantos árboles que te sientes en estado vegetal y ya da igual si todos sufren o se sienten solos. Tras el manto que tapaba la verdad, dolía verla por muy conocida que fuera. E hipócritas sonreímos en el metro, o en el centro de nuestro ahogo. Bañamos en oro nuestra putrefacción porque lo que importa es el exterior, ¿No es así?

Vivimos -o eso decimos- rodeados de cualquier artefacto que nos diga constantemente: eres feliz. Solo para creérnoslo, vivir bebiendo el tiempo y morir sin pensárnoslo; muriendo el sentimiento espontáneo y vaciando el cráneo del manjar exquisito del órgano más sano. Y nos cortamos las manos por no hablar a nuestro amado y decirle el dolor más arraigado en cada extremidad. Sobrecargamos nuestro sistema con antidepresivos y depresivos, creyendo que así estaremos neutros. Pero deambulamos en ambos extremos sin centrar nuestra visión de nuestra misión en este puto planeta olvidado. Siento yo ateo creo que nos han estafado con cada párrafo de aquí al más lejano pasado. Que somos felices si nos compramos lo último y lo primero es para fracasados.

Y por eso vivo anclado al pasado, lo siento más sencillo y dolía, porque no mentía. La realidad pintaba sonrisas sobre lienzos tristes que no dejaba de estar fruncido el ceño por mucha pintura que lo tapara. Y mi pasado es turbio pero firme y mi presente se entierra en lo que no puedo aguantar debido a mi cobardía, pero creo que estoy más enamorado que nunca y por hoy me permito vivir.

martes, 3 de noviembre de 2015

Una sombra en tu habitación.

Te he sentido llorar a la distancia más eterna, he sentido tus pasos irregulares caminar apoyados a la pared. Sentí el rechinar de tus dientes cuando la rabia fluía en tu cuerpo, vi tu dolor brotar como aspersores en cada mañana al despertar. Vi que tu monotonía hacía monocromo el color del cielo a cada tarde, el azul se griseaba a medida que tus cuencas se llenaban de un salado sentir. Y tu día marchitaba siendo solo la una de la tarde. Te decías ¿Por qué? pero ni siquiera lo sabías. Tu sonrisa desaparecía a medida que la monotonía ocupaba el día. ¿Qué necesitabas, qué querrías? Quizás paz, quizás solamente volver a amar. Quizás una sonrisa o un hombro y nada más.

Cuando acabaste rendida y me dijiste Holabuscando en mí el apoyo que necesitaba tu edificio. Un cimiento estable, de hormigón armado. De corazón forjado, buscaste refugio en mí. Dijiste sin miedo Te necesito, y te respondí que siempre estaré. Búscame, allí estaré. Sin dilación, sin negación ni esperas. Soy más rápido que la sanidad en curar tus heridas, soy mejor que el ibuprofeno cuando se te inflama el miocardio. Te tendí la mano para recogerte, no para que dependas de mí. Te haré fuerte de nuevo, mostrándote quién eras. Y cuando tu noche sea blanca, y sonrías por la calle. Quizás ni te acuerdes de mí, pero allí estuve yo, aleando tu metal con fuerza sobrehumana. Recuérdalo (si quieres).

Necesitaste un abrazo en cada mañana, y no pude estar por la distancia, no fui parte de tu infancia. Pero el tiempo nos dio esta oportunidad para amarnos (si quisieras), el tiempo se refugió en nosotros adrede, para despistarnos de la rutina y chocarnos en un pasillo tan ancho que se nota intencionado el choque. Me buscabas y te dije: aquí estoy. Porque te busqué tanto tiempo como llevo vivo. ¿Sientes el acero que estoy creando en tus arterias? Es para que no llores sin necesidad. Para que te duela menos la realidad. Forjé tu nombre en mí. Para ti.

Y cuando tu noche sea luz, y sonrías por las calles. Quizás ni te acuerdes de mí, pero allí estuve yo una vez. Forjando tu sonrisa con cada lágrima que derramaste en mi hombro, no espero reconocimiento. A la distancia que tú propongas miraré tu sonrisa de nuevo, y sonreiré porque parte de mí está en ese labio levantado. Te miraré de lejos, diciendo que en tu habitación te aparto de la oscuridad y te diré las razones por las que tu existencia mejora la mía. Seré el ente que nunca te falle ni se estalle contra tu dolor. Seré el cinturón que te aferra al vehículo en cada colisión. Estaré sin cesar, seré tu aliento. Y aunque solo te ilumine la luz blanca de un flexo en tu cuarto. Yo seré el resto. Te sentirás sola entre esas paredes, y yo deseoso de ti, seré aquel que te conteste sin esperas. Seré tu escudo, tu vigía. Seré una sombra en tu habitación.

domingo, 25 de octubre de 2015

Mi tacto etéreo.

Como el suspiro más eterno lo sentí,
el fantasma de su piel en mi ser era.
Fue tan rápido como fue tan efímero
el ardor del sistema nervioso en mí.
Era ella.

Como el viento, una ráfaga me chocó,
cuya colisión fue ficticia, o eso creo yo.
Y miro mis manos gélido, mas dolido.
Fue inédito, el espectro de tu ser oído.
Lo era.

Como el ente que me invade huí, lejos,
para ver si sentiría de nuevo tu efecto.
Y mirar la verdad en tus reales actos.
Ser el objetivo de tu tacto.
Te sentí.

Estando tan lejos, sentí tu piel rozarme,
abrí los ojos y no sé si fue sueño o qué.
Pero los cerré de nuevo, no pude verte.
Fui feliz tres milésimas de segundo.
Te vi.

Me acariciaste la palma de la mano
con la tuya tan gélida, tan fémina en tu ser.
Mujer dueña de mis entrañas, que sufres.
Yo te sentí rozar mis dedos, los cubres
con los tuyos, y te vas. Mi amor.
Mi tacto etéreo.

jueves, 8 de octubre de 2015

Arquitecto del pensamiento.

He visto la paz escribiendo sinsentidos, he conseguido cocinar mis sentimientos y reforzar los cimientos del poema con la simple esencia de mi verdadero sentimiento. Edulcorar no será un problema pues ni pienso en ello. Convivo con el estrepitoso terror al fracaso. He fracasado en todos y cada uno de mis amores pasados, he sido víctima del temor a no saber amar e irónicamente el error fue temer. He visto la decepción de mi amada en su mirada, le he escuchado decir "ya no sé si te amo" y luego el derrumbe total de mi persona. He construido poemas en los que fantaseo con la muerte y nadie ha dicho nada, he jugueteado con dejar de existir y nadie ha hecho nada.

Construyo y destruyo en mi mente, construyo y desmonto cada verso mil y una veces buscando el dolor más penetrante en cada puta palabra que se cruza en mi vista. He amado mujeres que veían en mí a un imbécil que caería rendido a sus pies con solo un roce de sus dedos, he visto ojos mentirme y decirme que soy único; he escuchado palabras tan falsas como que echan de menos alguien que les dé cariño cuando les otorgas un abrazo. He saboreado la hipocresía de todo aquel que dice alegrarse con mis actos, pues no ven impurezas en mi amor incondicional. Saben que si amo y se rompe la relación, no pasaré al odio.

He visto mi espejo salpicado por mi saliva al gritarme que no soy más que un puto juguete de emociones fáciles y asquerosamente débiles. He visto mi camisa empapada de lágrimas pues cada vez que doy cariño recibo indiferencia. Arriesgué en vano mil sonrisas para conseguir ver sonreír a mis amadas, mis escasas amadas. El pasado inexorable al que dicen que vivo anclado, mas razón no les falta. Pero no te preocupes futura amada, mi pasado solo es el cimiento de mi presente. 

¿Has sentido que la poesía es la única respuesta a la falta de tacto cuando el ser humano te decepciona? ¿Has sentido amor alguna vez? ¿Qué es amor?

He recavado besos de bellos labios,
y no me olvido de ellos.
Mas quiero unos que deseo tanto,
tan doloroso el destino etéreo.

Recorre el sendero azul del brazo,
tu tacto.
Siente el estremecer exacto,
recayendo.
En una especie de temor, al que todos llamamos
sueño.

Siento vacío el verso libre que reconduce mi pasado, quizás está esperando el futuro. Quizás llore de nuevo. Pero yo quiero llorar. Sentir la estructura de delgadas paredes encoger y sin lograr escapar romper en mil pedazos el único cristal de la sala. El que me sostiene de pie. Caerme de rodillas, apoyar los codos y gritar de nuevo: ¿Por qué? Y nada más.

viernes, 2 de octubre de 2015

Quizás por ti.

Huí del inconformismo del amor barato, ya hacía tiempo que corría lejos de él, no quise ni podía soportarlo. Era patético, un -yo- monocromático atado al dolor y al pánico. Desesperado por un ápice de afecto; obligando al resto a quererme y suplicando la atención que creía merecer. Y no fue más que parecer imbécil frente al espejo, errático sentí el bolígrafo al escribir mi nombre, sentía rabia porque tenía conocimiento de mis actos tan deleznables que ocasionaba. No era el resonar de mis dientes lo que me distrajo, sino que al fin me había rendido y caí en el pozo de la desesperanza. Al menos el patetismo había cesado, ya no pedía tan infantil un poco de cariño.

Estuve errante tanto tiempo que me sentí insensible al sentimiento más humano de todos, recorría mi cara con cada mirada en busca de alguna mínima mota del -yo- pasado, algo de ese ser que brotaba ganas de amar a cada paso. Me vi cambiar drásticamente, no sentía amor por aquellos quienes quise tanto en el pasado. No sentía ganas de olvidar el rencor y pasé a odiar a cada ser que me molestara lo más ínfimo. No hallaba mi camino y ni siquiera me molestaba en buscarlo, era mi último estadío antes de sucumbir al más frío miocardio.

Mas llegó ella -retóricamente, más quisiera literalmente-, tuve que intentar entablar alguna conversación, por muy estúpida que fuera. Y así fue, dije una gilipollez tras otra; pero seguía hablándome con el mismo entusiasmo del principio. Quizás es... no puede ser. Seguí ganándome su confianza -y por supuesto ella la mía-. Quizás es esto lo que busco. Quizás sus cualidades, tanto sus gustos como sus disgustos, son los que buscaba. Tras un período en el que hablaba con ella día sí y día también, llegó el momento: el sentimiento no había muerto, volvió a florecer de nuevo. Y más fuerte aún. ¿Podía esto ser... real?

Todavía no he rozado su piel, no he rozado su coraza. Ni siquiera sé cuál es su perfume, ni su tacto. Quizás su sabor sea adictivo, quizás lo sea su voz. Puede que sus dedos sepan dibujar en mí lo que no supe imaginar. Quizás dudo mucho de algo en lo que estoy tan seguro. Quizás y solo quizás tus pies toquen mi tierra y me veas a lo lejos, corriendo hacia ti, sonriente; diferente a mi -yo- habitual. Quizás te vea, y me funda en tu mirada. Quizás sea así, cuando comience el nuevo año. Quizás arriesgue todo por ti y todo por mí.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Desempolvando latidos.

He tenido tiempo para sentarme y pensar, he dejado de escribir porque me sentía vacío. He visto mis manos temblar de nuevo. He sentido que vuelvo a ser alguien, alguien especial. Y el miedo asalta mi ser y lo inunda con dudas. Y lo asalta el temor al dolor, y lo asalta el nuevo sentimiento. ¿Qué será de mí? me repito constantemente. He ahogado mi cordura miles de veces en un mar de dudas y he sumergido con ella mi cabeza. Solo tragué confusión y sigo atado al mismo miedo: sufrir. ¿Todo lo que he sufrido me lo merezco? creo que nunca conoceré esa respuesta, tampoco sabré si alguna vez dañé algún corazón inocente, pero sinceramente creo que no y lo espero.

¿Y si sus ojos son la tentación más bondadosa que la vida me ha otorgado? ¿Y si sus labios son el regalo al sufrimiento sentido por este miocardio mustio? ¿Y si yo soy el regalo para sus labios? ¿Y si somos el regalo para ambos? No lo sé... En serio, no lo sé. Sinceramente, me hundiré con las dudas y las resolveré una a una. Me arriesgo a sufrir, me arriesgo a vivir de una vez. Quizás pierda, quizás duela y quizás me destruya de nuevo. Pero me hará sentir por un instante lo que hace tantos años me veté. Y por fin -aunque sea dolor- sentiré.

Es como la luz de la cara oscura de la Luna, sabes que está ahí, pero nunca la verás. A no ser que vayas tú y te quemes con el maldito resplandor de esa maldita belleza. Es como acariciar lo intangible, saborear la música y sentir en tu piel el tacto de los colores. El sentimiento que tanto rehuyo y persigo. La cobardía que alienta al valiente, el olor de la derrota más victoriosa. Quizás el volver a amar.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

En la banalidad de mi existencia.

¿Qué puedo decir ya que no sea redundante? Mi escritura ya no es más que una broma cuando se trata de amor por mis astros, no es más que una rutina aburrida que solo leo y releo yo mismo antes de dormir debido a mis inseguridades. Es la tristeza monótona de un imbécil que sufre y sin nada que contar, solo soy un cuentacuentos vacío. Un sistema solar sin luz.

Quise darle voz a mi vida pero me atasqué en el dolor. No sé cómo vivir y ni siquiera me importa. ¿Pudo la vida conmigo o simplemente no quise mi intentarlo? Al final no contestaré a ninguna pregunta y dolerá el final como siempre y como siempre mi inspiración rondará la Luna y alguna burla empañará ese vínculo, del cual me avergonzaré y la lágrima fantasma romperá la confianza eterna. Y nada más.

martes, 18 de agosto de 2015

Sus últimos suspiros.

Ya no dormimos juntos,
y no hablo de abrazarnos
ni de embelesarnos mucho.
Ni de compartir algún baño.

Ya no dormitamos lo justo,
y no hablo de coger tu mano
ni de amarnos con tanto gusto.
Ni de compartir algún daño.

Hablo de mi profundo sueño,
del empeño por verte etérea
detrás de mi cornea, digo eso.
Murió tu compañía eterna.

Entre las paredes ya no duermes
junto a mí, más bien mueres
junto a mí. Como un deseo roto,
como un pasado que destrozó.

Sigo latiendo por tus palabras agrias,
sigo embobado con tu sonrisa amplia.
Mas has muerto en mi sueño; entiende
que el dolor saca el amor aún verde.

Un amor que pereció a tus pies, y ni
lo sabías. Un dolor que creció tanto
y no te diste ni cuenta, por eso yo así
no vivía, y pudo conmigo el llanto.

Te eché de mi corazón tan rápido que casi te guardo,
en mí.
Me hizo ver que soy imbécil y más cuando te amo,
a ti.

jueves, 13 de agosto de 2015

Lágrimas opacas.

A veces despierto de sueños etéreos
en los cuales vivo sin cesar emoción.
A veces muero en mi propio miedo
en el cual vivo sin desear el dolor.
Un intenso dolor opaco.

Caí rendido a los pies de una mujer,
ni siquiera me vio arder allí solo.
No había luz en mi llama; perecí
rodeado de un vergonzoso color.
Un intenso color opaco.

Vi sus abrazos amorosos, y me rendí;
tiré la poca esperanza que quedaba,
hallé el miocardio marchito y huí.
Tan lejos que volví a encontrarla.
Un intenso llanto opaco.

Hay cosas peores que morir, amigo.
Hay dolores que rompen el fino hilo
de la cordura; lo llaman amor, amiga.
Y morí por dentro al ver sus labios besar,
besar lejos de mi rostro, y me rendí.
Un intenso cobarde opaco.

lunes, 10 de agosto de 2015

Mutilando el sentimiento.

No sé siquiera si es real, pero te veo y me parte en dos. Siempre ha podido conmigo mi introversión, le miro a los ojos y me tiembla el pulso y a veces tartamudeo de forma sospechosa al hablarle. Mi forma de ser nunca ha sido productiva en cuanto a confesiones y aunque quisiera hacerlo, sé que cuando pueda, todo habrá muerto en mí. Literalmente paso todas mis madrugadas pensando en cómo decirle lo que siento, solo para quitarme este peso; no pido nada más. No pido sensaciones de en sueño ni fantasías cumplidas, solo pido un rechazo amable y un peso que se caiga de mis hombros ya.

Porque cada agonía la recuerdo, lo recuerdo todo. Desde el desgarrador y punzante dolor inicial al conocer la desgarradora verdad, hasta la constante repetición de esa imagen agria en la retina, una y otra vez. Rasgando el alma, rompiendo la calma y destruyendo al ser. La he visto hoy, y me pasó lo de siempre. Admiración silenciosa de sus cualidades y nada más. Disimulando la muerte interna con conversaciones totalmente normales y propias de mí. Una tortura a la que someto al miocardio. Desprendiéndolo de toda confianza en ese sentimiento que hallo cada mañana más lejano. El amor.

¿Y quieres saber por qué esto me afecta tanto? Pues imagina encontrar lo que parece perfecto, lo que sin saber estabas buscando toda tu miserable vida, el pozo de tus deseos en un solo cuerpo, en una sola voz y en un solo cerebro. Y no es lo que yo vea, pues ciego me habría enamorado de ella igual. Por cómo concatena las palabras, por su raciocinio, por su maldito amor a la vida y por su extraño humor que tanto se parece al mío pero que forja en su rostro una sonrisa tan perfecta que intimida. Ese tú que completa tanto mi yo.

Hacía tanto tiempo que no lloraba, que no me desesperaba tanto como en esta noche. Y lo leerás como si de solo un poco de fantasía se tratara, pero tras este cúmulo de píxeles estoy yo, tratando de que no me cieguen las lágrimas para poder acabar esto e irme a dormir. Siendo ya las 5:31am, no puedo con mi flujo de pensamientos, me autolesiono psicológicamente. Sé lo que me pasa y sé que lo necesito. Pero no sabía que te arranque de esta forma la felicidad sentirse tan solo. Amigo o amiga lector/a, la soledad está bien cuando está controlada. Pero no se os ocurra jamás alejaros de todos, duele de una forma tan perforante que no sabes si sigues despierto o es una pesadilla. Solo me mantiene atado de forma consciente a la vida el dolor de mis riñones.

Noto cómo me desangro, noto el corazón dejar de latir y noto mi piel enfriándose. Fluye por mi mente un odio irracional y fluye por mi rostro ese odio. La cobardía me ha atado en donde estoy y sé que es totalmente mi culpa. Pero ya me da igual, porque quizás viva muchas más décadas, pero hoy estoy muerto y aunque lata mi corazón, ya no late. Ya no siento aunque llore al sufrir, ya no vivo aunque respire y lo más doloroso de todo, ya no amo aunque me haya enamorado locamente.

domingo, 9 de agosto de 2015

Desconfianzas.

Siento mi mente ofuscada en busca de la satisfacción en el dolor, cree que la autodestrucción la distraerá y aliviará. La entiendo, ha sufrido demasiado por sus propios miedos. ¿Y es por eso mi culpa? Traté de ser el mejor en lo mío pero quizá lo mío fue fracasar. Hay tantos sentimientos enlatados en un recipiente sin abre fácil que a veces creo que la vida es una imposibilidad tras otra.

Busqué un hogar, me siento aislado, roto y poco afortunado. No hay espejo en el que no apoye la mano y mire fijamente. Mi mente... la siento fría y distorsionada. La siento sola y tan alejada de la vida. ¿Qué me pasa y por qué me culpan a mí? Nací defectuoso y de eso estoy seguro. Pero no puedo evitarlo pues no sé cómo, busqué mil formas entre mis sombras y nada más hallé vacío. Tratan de evitarme y decir que es todo porque yo lo busco así. Mis problemas no son escuchados, son tratados de tonterías. Aún así yo escucho sus problemas desde el más leve hasta el más largo.

¿Dónde me sentiré seguro, a qué llamaré hogar?

Ha desaparecido el placer de disfrutar de la vida. No sé ver el lado bueno a las cosas porque cada vez se oculta más y se oscurece. No son como mi Luna, que me muestra su sonrisa llena al menos una vez al mes, y su lado oculto siempre lo está. No me amarga con sus problemas, aunque yo lo quisiera. Su humildad me llena el alma, y estoy hablando de una roca redonda que flota alrededor de este planeta.

Y aunque mi mente divague entre diferentes planos de la realidad, dime para qué sirve querer tanto a alguien si luego no soy capaz de articular palabra de este tema enfrente suya. ¿Para qué y por qué soy así...?

jueves, 6 de agosto de 2015

Entre sus muros.

Me fijé que entre cada carcajada había un quejido, tan leve como un suspiro. Así supe que su felicidad era una batalla con sus dolores, cada cuchillada de su pasado era asfixiada con un sinfín de esfuerzo. Quizá contuvo lágrimas y su voz no tembló al hablar de dolor. Y solo su compostura me hizo tiritar, era una batalla en la que se derramaba pasados turbios, mas ella ganaba. Aunque doliera, su carcajada no paraba. Tanta fortaleza rebosaba y me contagiaba de luz. Aunque entre grietas se filtraba el pasado vi sus ojos temblar, pero al parpadear dejó de hacerlo. Su dolor era el que sollozaba, mientras su mente batallaba y ganaba contra la desgracia que asolaba su presente.

Me contó que sufrió y nunca dijo cuánto, me dijo que por dentro murió y nunca la vi tan viva. Ardían sus palabras mientras conducía a oscuras el sendero hacia nuestro hogar. Pero no vi brotar ninguna lágrima, ni una mueca pálida en su rostro. Divagó entre sufrimientos, de uno en uno, autoflagelándose con cada uno de sus recuerdos. Volviéndolos a vivir en su piel tan tersa; dije yo a mí mismo: ¿Por qué se hace ese daño para poder contármelo y cómo aguanta tanto? -Por supuesto, sentí confianza en este acto-.

Era como un castillo de cristal, tan imponente y aparentemente frágil a la vez. Se veía quebrada, su cristal refractaba la luz y la desviaba. Pero aún así no perdió un ápice de energía. Noté un duro portazo al acabar sus frases, el punto final dolía y yo sin darme cuenta, pedía saber más con un silencio cómplice que decía: te escucho. Íbamos a casa, a sentarnos con nuestros pensamientos, o al menos yo hice así. He visto personas mucho más fuertes desplomarse por menos. Y yo, ah, pobre de mí. Con mis ficticios problemas, me imagino con la mitad de ella y sé que mi cristal se hubiera vuelto arena.

Me pedí un poco de luz simplemente al permanecer cerca de su voz, que encandilaba mi ser. Con una atenta mirada al camino y con un atento oído a mi derecha. Sentí cosas extrañas y casi ninguna era buena. Era como ver a un castillo tirarse rocas a sí mismo. Pero resistiendo el golpe de mil tormentas como un árbol aguanta tornados. Yo al lado, intimidado por la situación solamente pude comprender que el dolor que nace del ser, es domable. No abatible, pero se puede galopar al gusto de uno; al menos hasta llegar al cobijo que nos resguarda. En donde la lágrima anónima ha derramado ríos insonoros. Regando el dolor. Mas ella consiguió cual bonsai, podar sus penumbras y dejarlas justas para aprender de sus formas.

Más tarde el sordo entorno me envolvió, hasta que vi su mirada pétrea y me hizo dudar: ¿el dolor enfrió el sentimiento?, ¿Duerme su odio bajo la almohada y solo lo ve al echarse en la cama? ¿O simplemente vive más allá del pasado?. Ralentizada su despedida, vi dos ojos desgarrados. No sé si fueron los suyos o los míos reflejados en ella. Sin pestañear dijo adiós -o al menos espero haberlo oído-, vi su espalda. Luego tras una puerta desapareció y finalmente el silencio.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Ni nadie.

Es la fragilidad más arraigada al miocardio,
encadenada a lo que la mente diga o exija.
Si la cobardía ataca al cerebro y lo enmudece
dejando sordo el pensamiento, que me cobija.

No hubo habla cuando me destrozaron sin piedad,
nadie saltó y dijo basta; es más, no hubo nada.
Nada más que un yo quieto y estático, anclado
a un pasado turbio, pero aún más triste: mejor.

Si el presente ha muerto pues no hay raíces,
y nadie estará cuando marchite mis voces.
Pues sufrí el desamor más desgarrador
y todo el mundo huyó lejos, de mis toses.

Depositaré la confianza en el paso del tiempo
que deshaga el pasado, que orbite lejos de mí.
Que silencie mi mente y me mate tan lento
como el silencio que me ha cubierto así.

Me sentaré en el bordillo más lejano,
con la vista más amplia del pasado.
Con la mirada desconfiada en mi mano,
odiando al gentío que jamás me ha mirado.

Contando cada latido hacia el fracaso,
y como fuertes pasos los noto cercanos.
Tanto como el dolor que yo más amo,
el dolor del jugar conmigo, sin piedad.
Ni empatía.

martes, 28 de julio de 2015

Reo de mí mismo.

No hubo cima inexpugnable, ni memoria borrable en este largo trecho que me separa de la cordura. Ya ni me apetece escribir de forma coherente, ni creo que sepa escribir bien a estas alturas; es más, quisiera dejar de escribir definitivamente y dejar de pensar más de esta manera. Me roe las entrañas el ser, el existir es todavía inefable. Aunque se aproxime el olvido, jamás llega, atado a mi mete el recuerdo y sin manera de desprenderse de él. Grito tan mudo y con un silencio de tan altos decibelios que a veces confundo sufrir con reír. Y realmente mis problemas no son más que polvo en un libro al lado de un desierto de realidades. Me preocupo cada vez más por banalidades que por la vida en sí. Qué estoy haciendo con la existencia y qué más desaprovecharé por ello.

Pero es que la veo pasar tan cerca y la siento tan lejos, está destruyendo lo poco que queda de fe en mí. Fe en tener una puta mente limpia de interferencias, dejar de buscar etéreas utopías y centrarme más en lo que pisa mis pies. Me siento lejos de casa, lejos de la gente que rozo a diario. Pero cada vez me siento mejor encerrado que fuera. Estoy criando mi mente en un búnker, mi habitación. Odio mi forma de actuar, mi forma de vivir y mi forma de pensar. No hay espejo que muestre haces de luz, solamente un borrón de esperanza que desaparece con cada suspiro.

Posé mi mano en el frío cristal, vi mis ojos tiritar de tal manera que supe que me estoy reteniendo a mí mismo, tengo una parte de mi mente prisionera de mis miedos y a medida que el tiempo pasa lloran más y piden auxilio; pero nadie los oye. Y es que no se lo digo a nadie, porque nadie debe perder su tiempo en dolores auto infligidos. Y así convenzo a mi yo interior de que todo está yendo bien. Ellos me ruegan que les deje ver el sol, pero temo que huyan de mí. Y por eso los encierro, y solo consiguen llegar a ver la luz colándose en las lágrimas. Las que el espejo me muestran, con dos temblorosas pupilas que no son capaces de enfocar lo que están viendo. Veo con luces y sombras el decaer de alguien en quien confié tanto y quisiera romper el espejo, pero no es su culpa.

Medito durante horas sin siquiera pensar, pues evito recordar las cosas que hago. Y lo peor es que tengo buena memoria. Siento como patadas en la parte de atrás de los ojos cada vez que recuerdo en lo que me estoy convirtiendo, un mártir de sus propias tormentas. Y atormentado me despierto y trato de no pensar, de ser autómata, de ser una máquina sin necesidades humanas. Trato de morir como humano y de nacer sin personalidad. Trato de destruirme y de ser algo más. Pero no me lo permito. ¿Y qué haré con este ser si este ser no quiere hacer nada?

Reo de uno mismo y de mi egocentrismo, viviendo sin voz y sin razón. No soy más que reo de mi propia mente, y cada vez lo acepto más. Porque es más fácil no sentir que resistir la realidad. Y como un cobarde desaparezco tras el teclado y deambulo a las 4 de la madrugada deseando el contacto humano, pero en silencio. Reo de mí mismo.

viernes, 24 de julio de 2015

Dislocando el alma.

No hay madurez capaz de quitar el temblor del pulso, pues tu imagen tiembla en la mirada y vuela libre la imaginación. Mas el encadenado ser que habita en mí te ve y amordazado patalea en busca de ser libre, mi conciencia no sabe cómo actuar y ata todo impulso para no acabar con la mínima dignidad restante. Cuántas veces me habré torturado para mantenerme a salvo de la burla, del sentir vacío el hueco esperanzado forjado para tu espacio. Supe aceptar la imposibilidad en la situación y la olvidé, mas al verla una y otra vez, mojé cien papeles con su nombre y una y otra vez con el auto-engaño y no lo acepto, y sigo sin pensar en ello. Sé que en tu celda sigues estando tú y tu ilusión, abarcando gran parte de este corazón, inhóspito. Y el deseo por ti indómito, mientras me revuelco en mi propio vómito de mentiras sobre el sentimiento. Y vagando en solitario tratando de ser noctámbulo, acabé por escribirte en mil diarios, acorralado entre tu voz y mis temores. Hecho de fuego la imagen de tus vapores, y desapareció.

Rompiendo el espectáculo, volviendo a mirarte arrítmica y sé que te irás. Pero no consigo dar marcha atrás al cultivo con tu ADN en mis genes, y mi mente viene y va recorriéndote, mirándote, llorando fe. No hay grito que suene más fuerte que la luz desprendida por tu camiseta en el suelo, revisé tu visión y vi ojos enormes, no pude echar a suertes mis amores, pues me desarmé para atacarte y por eso indefenso me revuelco en la mentira.

¿Y qué se supone que estoy diciendo? Pues podría decir que me desvivo por ti aunque no sea así, me desvivo por no morir dando demás de mí, dando más de sí del bullicio que nace en el pecho y se escabulle por los orificios lagrimales. Y sí me desvivo por tu existencia, para no mirarte más de lo adecuado. Para no agarrar el filo del sentido y darle la vuelta, sintiendo que me he enamorado. Me desvivo para no desvivirme, me destruyo para no construirte, una mirada más sólida de mí que te destroce la imagen de mi ser. Disloco el sentimiento para que parezca amistad y mientras muerdo mi lengua, vivas y no sospeches nada. Nada de nada. El alma ya se partió en dos, era rígida y le puse mucho peso encima, mucho de ti para tan poco de mí. He destruido mi ser para no parecerte incómoda mi presencia. Y ya me he roto.

miércoles, 22 de julio de 2015

Siete minutos.

8:00am: Y tras el abandono sensorial del sentimiento que intenté cultivar, vino un cúmulo de sensaciones de todo tipo. Unas buenas, otras malas; desde la euforia hasta la desgana más absoluta. Y pensé así que estaba volviéndome loco, como quien pierde toda esperanza y se embarca en una trayectoria suicida en espiral hacia la locura. Tantas veces me planteé si yo podría acabar así. Todo indica que no. Pero el ajetreo en mi cabeza no cesa, siempre hay algo o alguien nuevo que ocupa gran parte y va deshaciendo los pequeños detalles del día a día para ocupar el mayor espacio posible. Cegándome ante la vida y olvidando cosas, a veces importantes. Mientras elevaba las manos hacia mis ojos para frotármelos, me vino un flash de deseos arraigados en mi subconsciente; y cómo no, basados en una musa.

Tengo que volver a mi día a día, así debí acelerar ese pensamiento. Lo hice tan rápido que acabó quemando el roce. Y la quemadura se quedó con la forma de su rostro, no pude creerlo. Por intentar librarme de ella rápidamente, quedó grabada en el interior de mi retina, como la luz solar al mirarla directamente. Supe erguirme entre mis recuerdos y mis fantasías, me sacudí lo que quedó sin pensar y cuando traté de levantarme una cadena atada al cuello cual soga me retuvo. Confuso y perplejo me quedé mirando y dubitativo. ¿Qué era y por qué estaba ahí? El tiempo se me hizo eterno y llegó un momento en el que el pensamiento ni siquiera fluía.

Me amargué de tal manera que pensé que me merecía ese encadenamiento. Sentí que el sufrimiento era necesario pues necesitaba aprender de él. Tras un intenso remordimiento de mis malos actos, sentí una llave bajo una tela blanca. Apresurado traté de cogerla y se me resbaló al suelo; no daba más de sí la cadena y no llegaba a la llave, mi única salvación.

--¿Qué hice? ¿Por qué?- Me repetía constantemente, en una excavación exhaustiva de la memoria en busca del hecho que me llevara ahí. Nada, ni un ápice del hecho que acarreara esa consecuencia. Cabreado y henchido en rabia tiré con toda la fuerza que pude de la cadena. Caí de espaldas como si hubiera saltado hacia atrás. Al abrir los ojos no vi cadena alguna, no había nada que me retuviera físicamente. Pasado unos segundos ni siquiera recordaba el aspecto de la cadena, y al llegar al minuto no supe si siquiera fue real.

8:07am: Me levanté de la cama e intenté proseguir mi día como si nada hubiera ocurrido.

--Lo que no supe ni quise decirme es que la cadena que me impedía levantarme, era su voz; la de ella. Que me decía "vente" y mi corazón decía que sí. Mas mi cerebro sabía que no debía, pues era imposible, empezó a cantar y traté de no escuchar. Cada eslabón de la cadena era una virtud de mi poema, dorada y reluciente. Pero irrompible. No supe cómo me libré de ella. Pero escuché su voz retumbar entre cada hueco de la cadena, la oí reír en el resonar de las cadenas, en el asfixiamiento de ese metal noté su piel férrea. Y el tirón que le di para que desapareciera fue la resignación a esta soledad. Y a su voz diciendo "me voy" y nunca supe por qué, ni cómo. Pero sí supe quién.

miércoles, 8 de julio de 2015

Mis 5 segundos.

¿Has pensado alguna vez en lo grande que es el universo y en lo rápido que se mueven las cosas en él? Pues los pensamientos pueden ir mucho más veloces. Y en lo que tardas en levantarte de la cama, puedes recordar tantas cosas que puedes haber vivido tu vida 5 veces entre cada pestañeo. Ahí me hallo yo, tratando de ralentizar el pensamiento ergo ralentizando el dolor. Es más, por cada pensamiento que fluye con éxito, disminuye mi latido; me siento frío en el borde de mi entrega. Porque puedo resistirlo todo, menos lo que viene del interior. El viento ha soplado en ambos sentidos, con toda su furia o simplemente acariciando el entorno, como el pensamiento. Puede destruir en una sola pasada, lo que habías construido en mil pensamientos. Te preguntas quién eres, para qué eres y por qué lo eres. La respuesta se halla en uno mismo, dicen para no decirte que no hay respuesta. Consuélate con el "simplemente eres".

Y cuando un conjunto de cuerdas vocales te enamore, eres algo más valioso. Un ser enamorado que irradia un invisible halo de un color cálido. Duele la inefabilidad del sentimiento. Todo acaba cuando con una maldita voz temblorosa le dices todo aquello en lo que has dejado tu tiempo, y la respuesta es un silencio incómodo más una respuesta poco alentadora. La vida deja de tener sentido, ¿para qué vale vivir ya? Y se deteriora tu profundidad de campo, cada vez ves menos exterior y ves más interior. El tuyo. Te dices a ti mismo: nada tiene un sentido en este puto mundo. Tus raspadas rodillas sensitivas derrochan plaquetas al intentar sanar y te dan más de sí, para que te enamores de nuevo y te dejes de gilipolleces. Lo haces, lo intuyes venir de lejos. Porque su aroma es dorado y su tacto aterciopelado. Pero te lo impide la moral y te lo exige la mente. Enamórate joder, dice tu corazón. Porque sabe que sufrirás, pero ¿Y esa sensación de felicidad al usar tu imaginación? Los microinstantes de felicidad no existen si no lo haces.

Pero cuando todo acaba volcado sobre la mesa de tu memoria haciendo un desastre entre todos tus recuerdos, empapando con ese "amor" que contenía el vaso todos los ámbitos de tu recuerdo. Te repites: ¿Para qué coño sirve vivir? una vez más. Pero con un tono más agresivo y casi autodestructivo, canaliza tu rabia de tu cabeza a tus manos y forcejeando con el autoestima, para intentar levantar a ese bajo cero compañero, te topas con un recuerdo. En ese recuerdo ves la carcajada de esa persona, de ella (en mi caso). La veo reír de una manera tan contagiosa, que la rabia se sienta a mirar, el autoestima mira desde abajo como cierra sus preciosos ojos mientras dobla su postura para reírse de tal manera que calma al alma. ¿Cómo es posible? Te dices a ti mismo, porque hace simplemente un microsegundo tu mundo había sucumbido. Pero al verla sonreír, te das cuenta de para qué sirve seguir vivo. Es tan feliz ella, es tan bella ella, es tan... ella al reír. Finalmente te dices a ti mismo con una cómplice sonrisa: todo tiene sentido ya.

Y sin darte cuenta estos cinco segundos parecen eternos si los analizas detalladamente. ¿No es así?.

martes, 7 de julio de 2015

El temor a tu ida.

Como el dolor que jamás te susurró, desaparezco. Y no quiero preguntas, aunque si insistes no resistiré responder. Debo marcharme lejos de ti, pues enloquezco, y es el terco miocardio que a diario me dice: venga, díselo. Mas no debo, no puedo. Hice las maletas y aunque permanezca aterrado a tu lado, me estoy yendo. En ocasiones olvido si siento o no, y establezco conversación contigo; necesito el sentir del látigo vocal de tus hirientes y tan bellas voces acariciando y arrancando mi desdichada piel. Aunque trate de desvanecerme, vuelves a florecer. Como si tus pétalos fueran oro volviendo a brotar de la tierra cada vez que te hago marchitar. Y lo intento, mas a quién quiero engañar, lo que intento es desaparecer en ti. Me senté a verte, a contemplar tu rostro. Tu aniñada sonrisa me invadió, aún cuando traté de no inmutarme era inevitable segregar oxitocina. ¿Y cómo lo haces si cada vez te distancias más de mí?

El maldito reflejo de tu rostro quedó grabado en mi retina,
y aunque casi ni articulaste palabra al irte.
Sentí tu grito, el que mi mente creó y el que el corazón albergó.
Y tanto me pregunto, si cada vez estás más distante.
¿Cómo puedes llegar a ser tan deseable?

Me visto de luto para evadir el sentimiento del corazón en bruto. Un simple punto de tantas oraciones, pero esa eres tú. La luz que ilumina el libro, el libro en sí. La maldita crisálida que cobija tantas ganas de amar que a veces pongo en cuarentena, porque si me contagio de mi pensamiento. Querré que te vayas, porque si te quedas, no te dejaré ir nunca. Siento el peso de tu voz frágil acariciar mi tez y decirme que alguna vez seré... y no entendí más. Siento el poder arrebatador de arrebatarte a tu amada, sin ánimo de ofender. Pero me pierden las ganas y la desgana de soledad.

Y cuando ato un lazo, es irrompible, mas lo puedes desatar y lo puedes esconder. Pero la pura esencia del amor más bruto, sigue estando ahí. Tejida con tus palabras y tus átomos formando tu rostro. Sonríe mi querida oxitocina, eres agraciada por la abarrotada sensación de desazón, y el dolor del amor o del amar más cauto y más raudo. Pero sentado en el borde de la desesperación te veo marchar, tan lejos, poniendo mar entre los dos. Caigo tanto en la trampa de quererte, que ya creo que lo hago adrede y te busco para sufrir y sufro al encontrarte, pero te digo que si amar puede helarte, más calor te dará amar.

Tu estatua es de hielo, muy frío, y mis besos son de magma, muy mío. A medida que los acerco a ti te pierdo, o te perderé pues te derretirás y no en el sentido tan deseado.

Y dime: ¿cómo voy a dejarlo, si tú ya eres parte de mí?.

domingo, 28 de junio de 2015

El otro búnquer.

Todavía no comprendo cómo alguien puede encararse a la persona que más porcentaje de pensamiento se lleva y es capaz de decirle todo lo que hay en ese pensamiento. Cómo es tan fácil perder la fe en un mismo cuando la ve venir, aunque solo sea un instante. Cómo se dificulta la gesticulación de una simple oración que rodea un contexto tan complejo como eres tú. Y un dolor interno e intenso, como un vacío en algún lugar dentro de uno mismo que no existe. Similar a esa sensación, a ese placer interno al ver un cielo naranja en una puesta de sol, que no sabes en dónde lo sientes, pero te da igual porque lo sientes. Aunque con sus ojos. El viento fluir en un caluroso día, una caricia invisible que rodea tu ser y relaja la piel, pero con su voz. El primer baño veraniego en el mar y sentir un cosquilleo tan agradable por ese contraste de temperaturas, sentirte libre rodeado de tanta agua, aunque con su abrazo.

Pero mientras bajo llave oculto la realidad, para no decirte algo que me haga perderte; al menos tal y como te tengo ahora mismo. Cómo es tan difícil sentir si no se siente, si solo vive en mi interior, mientras me consume y devora como el ácido más corrosivo. Mas no puedo guiar mi vista a tus pupilas y decirte "quiero contarte algo". Quizás me merezca esta desesperación por no saber alimentar la llama y dejar que merme por miedo a que desaparezcas. Aunque solo sea psicológicamente. Quizá por eso está todo tan blindado en mi mente, porque odio el abandono, las despedidas aunque sean monólogos y la decepción de quien más aprecio. O quizá sea que ya sé la respuesta pero conocerla me destrozaría o simplemente y lo más seguro es que en mí habite el ser más cobarde y miedoso de la faz del planeta: yo. Quizás sea eso y ojalá no fuera eso.

Cada vez que te hablo, mi corazón late en la espera de tu respuesta. Y aunque pasen semanas, te hablo con la misma ilusión. Y tú ni lo intuyes. Pero aceleras un latido. El otro día dibujé mi encadenado yo, atado a una idea de rechazos constantes y de una imagen de uno mismo para nada esperanzadora. Como si ya supiera que voy a fracasar en todo y quizás lo hago debido a eso, pero jamás lograría vencerlo. Pero mírame, trasnocho cada día y me veo sin asco. Sin ser un ente nocturno que divaga entre sensaciones y solo vive para lamentar su propia existencia, de la que no renuncia por un atisbo de luz que una vez creyó ver. Ese fui yo, el ser que cree haber visto luz y sin saber si es verdad, vive para encontrarla. Quizás esa luz fuiste tú. ¿Y cómo sabré yo que lo sabrás?

Mas habiendo confesado mil veces en textos mi pensamiento, nunca lo he dicho; nadie sabe que tú estás aquí, ni que tú avivas la llama de una vida que marchitó tantas veces. Y tras estas puertas de plomo que esconden la realidad del terrenal mundo se halla mi sonrisa; un experimental gesto que acompañado por ti, se hace real. No es un simple capricho, ni una necesidad. Quizá sí sea un deseo, pero es más un regalo que le hago a mi corazón, enamorarse de ti. Pero el miedo cerró las puertas y no encuentro la llave...

martes, 23 de junio de 2015

Réquiem a gritos.

El ser alado que influye en tu ánimo
al soñar etéreo y sentir el misterio
de una vida con color de racimo
que tierno parpadea.

El secuaz que tácito te salva
de tu propia incandescente vida
sumergida en la inopia del ser
alado que influyó en tu ánimo.

Soñando etéreo con colores vivos
de sabores ricos en sonrisas pétreas
acompañadas por el misterio
y una pizca de sal amada.

Teniendo su propia consistencia, su licencia, su paciencia para vivir añorada
por la luz de tus labios vigorosos que tus ojos ensalzan hacia el miocardio.

Luz que ardió
que me amó.

Como tu azul voz
y sin mi pesar.

Puede amar
tus manos.

Sufriendo el latido del dolor
y que meció por ti mi amor.

viernes, 19 de junio de 2015

El búnquer.

La luz del alba se cuela por mi ventana, intentando empujar mi cortina, atravesándola más tenue. Acariciando cada mueble, cada prenda que descansa en el suelo o encima de la silla. Con un tono anaranjado, la luz se tumba sobre el suelo, y se recuesta contra la pared contraria a la ventana. El silencio llenaba el ambiente con su ausencia; solo una respiración profunda lo rompe, como además el crujir de la vieja y robusta madera que conformaba la cama. Desgastada por el uso y el despiadado paso del tiempo. Con cuatro paredes verdes y un blanco techo, la metafórica prisión formaba parte de la rutina. El sol salía, inundaba la habitación y la vaciaba al caer la noche. Siempre así, sin tregua ni prisas.
Testigo de mis delirios y depresiones, cómplice de mis amores fallidos y mis decepciones. Muros inamovibles que me encierran y acogen, lágrimas que nunca han salido ni conocido el aire libre. Tantos fantasmas que me rodean en esta cárcel de cemento, vivencias fantasiosas que no han visto el exterior. Tanto dolor que esta puerta no ha dejado salir. Mi confesionario personal, al que nunca le cuento nada. Mi santuario.
Finalmente, en la pared situada más al norte, se halla un colchón de gomaespuma, bastante duro por problemas de espalda. Envuelto por una sábana. Un ente reposa sentado encima, con sus piernas colgando. Con una soga al cuello, y una metáfora en el suelo. Posó su revólver en la boca y disparó, cuando pensó que todo había acabado despertó en el mismo lugar aunque tumbado. Sensibilizado por el sueño mira con los ojos entrecerrados a la ventana y ve luz, mucha luz. Por lo que contempló el baño que el Sol proporcionaba al mobiliario, mientras los ojos poco a poco se volvían a cerrar, y este ser imaginóse sin problemas y mirando al techo, viendo las pequeñas sombras del gotelé. Intentando hacer figuras con este estilo de pintura. Derramó una lágrima y cayó rendido al cansancio del alma pernoctadora y de la mente trasnochadora.
Durmióse con una sarcástica sonrisa, que desapareció tras el séptimo segundo de sueño.

viernes, 5 de junio de 2015

Caído del deseo.

A veces, aunque no tanta como querría, mi mente deambula por senderos de luces cálidas, segrego tranquilidad e ignoro los males que existan. Es más, los olvido como el pájaro olvida la gravedad al volar o cuando la Luna es capaz de iluminar la noche. Mágico, pero real. No es solo su presencia, ni su bella aura. Es más intrínseco, quizás el lazo emocional que he lanzado. O simplemente poder mostrar mi agonía sin temor a la burla. Incluso podría ser la tranquilidad de toda una vida, un sosiego que no conozco sin estar cerca, olvidar los por qués de la existencia y centrarme en el qué de la vida, y exprimir su esencia. O simplemente, es ella.

Pasó de ser mi secreto a voces a ser la voz de mis secretos y este simple juego de palabras quiere decir que pasó de ser la melancolía en mis noches a la inspiración que nocturna me guía. He aprendido a ser yo, yo solo. Pero sin ella no lo habría hecho. Reí y no temí mostrarme débil, pues soy débil y le da igual; es mi descanso cada tantos meses a una mente que ayuna felicidad. Es un grito de desahogo que no desgarra mi garganta. Como una luz muy fuerte que además no ciegue. Es el sacrificio que cuesta nada, y aporta tanto. Quizás es el deseo de mi subconsciente, pero no el dolor del miocardio. Es mi fértil huerto en el que cultivé una sonrisa regada con lágrimas, y no marchitó ni una sola flor.

Entre tanta comparación he olvidado cómo se sufría, pues simplemente con recordar su carcajada emerge mi mente de su propia asfixia. Y como el ronroneo de un gato al acostarme. Relaja cada ápice de tensión pues su simple existencia me hace sentir fe en mis llantos. Y tras ella, sentí que puedo valer para más que el dolor. Que valgo para la vida. Para vivir.

sábado, 30 de mayo de 2015

Entre ellas.

Abandono nunca me permitió sentir algo, me rodeaba y siempre trataba de obstaculizar mi paso, me susurraba amenazas. Me hizo creer que estaré solo siempre. Mientras que Desesperanza me mantuvo en un limbo entre ella y su antagonista. Del que no puedo escapar, pues sus lazos y dolores me mantienen sepultado entre ambas. Y así es cómo Delirio consiguió atraparme para inducirme absurdas ideas sin sentido, que se transformaron en pensamientos destructivos, de los que se aprovechó Paranoia para que me autodestruyera. Así caí en una espiral que me condujo confusamente a los pies de Pánico, cuyos dedos tocaban bruscamente mi pecho, provocando una aceleración arrítmica de mi latido, con tanta fuerza que llamó y atrajo a Ansiedad, quién a base de asfixiarme intermitente logró otorgarme una respiración nerviosa. El cansancio me redujo a un montón de escombros. Desgana vio la oportunidad y no dudó en abalanzarse sobre mis hombros, anclándome al suelo sin permitirme mover.

Cuando conseguí librarme de ellas, corrí sin mirar atrás, mas topé con Rabia, quien descontroladamente me golpeaba, creando así una falsa sensación de alivio. Ira oyó estos golpes y se apresuró para arrancarme la voz a gritos. Allí es donde Euforia me hizo sentir fuerte a través de espejos trucados, en los que yo me veía grande. Desprecio usó el mismo truco de cristales, pero con un aura oscura que me debilitó. Me senté a pensar pero me encontró Derrota e intentó hacer que no pudiera levantarme, no lo consiguió, así que huí de nuevo. Resbalé en mal lugar, pues Melancolía yacía cerca y me habló serena, me hizo llorar. Me agarró Culpabilidad y me preguntó por qué lo hacía todo tan mal. No supe responder.

Tristeza usó a Ilusión para atraerme a ella, vi a la pobre atada, delirando con futuros de ensueño, con cara de agotamiento y paso lento. Trató de ralentizar mi viaje, y casi lo consigue. Me sorprendió huyendo Desánimo, quien hablaba de futuros inciertos y del tiempo que he perdido; reflexioné. Al final Miedo me agarró fuerte, me advirtió de mi inexperto rumbo, y la incertidumbre que me trajo aquí.

A traición me agarró alguien del tobillo, cayendo yo de frente. Al mirar atrás vi a Soledad, aferrada a mi pierna, hasta que me levanté y me dijo que nunca se iría, me hizo latir rápido y usando a Resignación consiguió atragantarme para entrar en mí. Casi me ahogo por lo que reposé arrodillado y respirando hondo. Con mi última bocanada de aire Soledad entró en mí y me corrompió, estando siempre aquí, volviendo fúnebre cada sonrisa; atacando al autoestima si intenta alzarse, esta es la vida que conozco, encadenado a Soledad, con un cerrojo sin cerradura, con unas cadenas de un acero muy bien forjado pues llevó años de trabajo crear cada eslabón. Es tan dura que ni intento escapar, pues no podré. Me arrodillé con las cadenas rodeando el espacio que ocupo en este rugoso suelo, en una sala totalmente oscura con un solo foco de luz blanca enfocándome, creando unas sombras tan negras, que casi absorben la luz. Mientras miro al cielo con los ojos cerrados y la soledad me estrangula sin matarme durante toda una eternidad.

martes, 12 de mayo de 2015

Un tú para mi yo.

Es tu pixelada sonrisa en mi pantalla cada madrugada, mi sueño inconciliable si no te veo antes de dormir. Como el punto de mi frase, acabas mis noches. Bañadas por la luz que desprende la pantalla, iluminada por tu color y tu silueta. Es extraño que ni siquiera lo sospeches, pero que yo a veces enloquezca por tu lejanía. Y me hallo frente a la Luna, susurrando tu nombre, es irónico que mi única forma de ser feliz sea sufrir viéndote a lo lejos. Con un simple suspiro reacciono ante ti, sin quererlo te observo demasiado y casi me delaté. Sufre, me dije para tratar de sacar un clavo con otro. Mas no sirvió de nada, pues tu clavo es inamovible.

Es extraño, me repetí, que tu mirada me atraviese y hierva tanto mi piel, aunque sea fría mi esperanza. Y estando vivo siento que muero. Aunque cuando me debilito por la existencia, tú me revives. Senté mi alma en la cera de mi locura, había un charco que entre reflejo y reflejo hubo pequeños flashes de tus ojos. Al parpadear centelleó tus pintados labios de un rojo tan intenso que ardía en la retina. Fuiste el deseo de un solitario ser que teme vivir por el mero hecho de no poderte enseñar su intrincada mente.

Paseemos por las calles de tu mente y cuéntame cómo se siente al ondear tu cabello al son de vientos alisios que acaricia tan envidiablemente tu piel y me hace sentir tan raro.
Tú, mi nuevo poema.

sábado, 2 de mayo de 2015

¿Eres tú mi Luna?

Vi la luz de la Luna bañar el interior de mi edificio, lo cual iluminó lo que era casi un cuadrado perfecto debido al ángulo de incidencia. Le faltaba una esquina y una línea creaba una pequeña L de luz, debido a la barandilla. Lo vi al llegar de madrugada, me quedé unos segundos viendo esa luz en el suelo. A lo que me moví y entré en la luz en la que se proyectó una sombra de borde nítido que me quedé observando un rato.  Me posicioné para verme entero en la sombra y mientras me giraba para ver mi Luna admiré cómo giraba mi sombra al unísono conmigo. Allí arriba se alzaba ella, pálida y con su toque especial, aunque no llena por un pequeño ápice. Que mañana esbelta asomará imponente e invencible. Aunque irónico que una simple nube pueda vencer su luz.

Me apoyé en la barandilla y con mi ojos apuntando al cielo la vi sin problema alguno, me quedé boquiabierto durante unos instantes. Hablé con ella y le dije que aún cabiendo en mi mano, no puedo admirarla al completo si no la piso. Y tapándola con el pulgar, me di cuenta de que siento lo mismo por ella que por la musa de mi vida. Es añoranza, desesperanza por verla de cerca y más desilusión el poder tocarla bien, aunque su desesperanza me hace ilusiones y su desilusión teje esperanzas en mí. Además se encuentran a demasiada distancia. Tanto física como emocional.

¿Y si lo que me pasa es que plasmo en mi satélite lo que siento por ella? ¿Enloqueceré? A la Luna le susurro cada noche lo que siento, pero a ella no, jamás me atrevería sin que me temblara el pulso, y lo peor, la voz. Sin embargo, lo que me destrozaría será la verdad. El rechazo que tanto temo y a la vez ansío saber. Aún a riesgo de perderla, tengo que hacerlo, tengo que mirar sus ojos y hablar con el corazón. Por muy doloroso y atormentante que sea. Por mi salud mental.

Pero mientras tanto veré la luz de la Luna y susurraré inconsciente tu nombre, miraré su silueta y me recordará tus ojos. Veré su blanco y gris y me recordará tu piel, veré la lejanía y sentiré tu ausencia. Veré su luz y recordaré tu voz... Y su curvatura tu sonrisa. Tu tan alunada, amplia y brillante sonrisa.

miércoles, 29 de abril de 2015

¿Qué sé?

¿Y si mi depresión soy yo mismo? O tal vez mi insomnio lo causo yo mismo esperando a que me hables. Quizás las noches en vela son la eterna espera por tu mensaje, por tu atención. Y puede que por eso cada noche no duerma, por si acaso de repente me necesitas y or eso estar atento para contestarte rápido. Quizás por eso miro, a altas horas de la noche, un puñado de píxeles que forman tu rostro. ¿Y si soy yo quien saboteo mi sueño por tu posible presencia, por tu palabra más deseada o por la esperanza arraigada en mi ser?.

Quizás soy yo quien no me permito vivir, quien arranca de mí el sentido a la vida. Sea lo que sea, siento un profundo odio por mi existencia. Quizás es lo que me he obligado a sentir; pensando antes de dormir y al despertar el para qué vivir. Camino dudando sobre todo, ¿y si lo que opino solo me obligo a decirlo? Quizás mis miedos no son miedos, sino una lucha entre lo que me obligo a sentir y lo que siente el ser que reside en mi mente. Tantas dudas me asaltan y atormentan. Porque... ¿y si todo lo que dije es erróneo, y soy yo el que odia vivir, el que odia dormir y el que te ama tan profundamente?.

¿Hallaré alguna vez el significado de todo lo que busco? ¿Es esta sensación de inferioridad tan real como se muestra? Y... ¿Realmente sé algo?.

miércoles, 22 de abril de 2015

Arrítmico latir.

Vi llorar al que menos tenía,
y no fue por posesiones.
Vi levantarse al débil,
y no fue por fortaleza.
El cobarde ya no temía,
mas no fue por valentía.
Pues aquello que alentó sus corazones
no era otra cosa, que la vida.
Ya fuera por su belleza o por su ausencia, también valía.
Así que, buena o mala, tú vivías
en ella. Y eso era la ilusión,
o tu sonrisa, o mi derrota.
Pero sin sentirte tan sola.

Quién te viera a solas...
y como olas vienes y vas,
pero no te quedas nunca.
Tan fugaz como un suspiro
que calma el turbio entender,
y llegué a tejer tu rostro;
que tanto admiro.
Y tu voz ¿Y tu voz?
La echo de menos, aquí dentro.

¿Te vas o vuelves?
Yo te explico el vivir
que me anima a existir.
Que me arrastra a este devenir
como un tornado voraz.
No hubo nada mejor que el sentir,
sentirte.
Aunque no lo hice.
Fuiste mi ancla al mundo terrenal,
borras de mis deseos lo fatal.
Y siento que tu luz, tus ojos,
alejan de mí todo el mal
que trae el mundo, el globo.

Entre mis parpadeos te vi desnuda
y me sonrojé.
Mas fue solo mi imaginación
y más te deseé.
No por tu bella escultura
(aunque no haya duda),
es más por tu intrusión en mi mente.
Sin pedirte me hice verte 
y aunque verde, te vi frágil.
Y aunque frágil te vi fuerte.
Te mostrabas sin escudos
y confiaste en mí.
Me mostraste tu secreto
confiando en mí.
Me sonreías.
Y ese fue mi desenlace:
soñé con tenerte en mi mundo.
Y me confundo,
pues no puede ser real
que ame tus ojos, tan profundo.

viernes, 17 de abril de 2015

A prueba de amnesias.

El sabor de estos poemas,
mi tentación, mi fiel problema.
La rotura de mil cadenas
que arden por mis venas.
El filo que ha cortado tantas esperanzas.
Y me moría.

Vestida de gala para ti se halla,
frente al espejo temblaba, vaya.
Tímida y escondida se encuentra,
frente a tus ojos; mi sonrisa, esta.
Y tiemblan al ver de tus labios su danza.
Y tan sobria.

Palpaba mi pecho y empalidecí
pues pensé quizá demasiado así,
te vi y te fuiste, lloré y me viste,
aún tengo la ilusión que me diste.
Guardada en donde tu nombre no cansa.
En mi memoria.

lunes, 6 de abril de 2015

Últimos latidos.

Y si uno se siente lejano a su propio ser,
¿No es normal querer dejar la vana vida?
si uno siente que se marchita, no se evita
el sentimiento que solo quisieras esconder.

El reflejo solo devuelve decepciones, tristes;
y el ego se destruye de una forma tan simple.
Como el piano sin cuerdas, yo así funciono
como si jamás sirviera, nací inútil; y pronto.

Debilitado, amortajado el amor y asqueado yo.
Quisiera servir de algo, más que el gasto diario,
si no levanto cabeza, disculpen, soy débil yo.
Y muero lentamente y lloro y me siento agrio.

Quisiera encontrarme, pero estoy en el fondo ya,
de mis complejos no huyo y solo soy un sueño.
Fallido, y dueño de mi fracaso, que estallará.
Y si dudo, digo: ¿Todo esto cómo acabará?.

Y si muero en vida, ¿qué hago con mi corpóreo ente?
Si quisiera dejar la vida, ¿Qué hago con mi mente?
Si la existencia me asquea, ¿Adónde voy?
Si quisiera morir, ¿Tendría que irme hoy?

Trago sensaciones con alud de tempestades, sin piedad.
Repetitivo hasta la saciedad, derretido hasta la mitad,
rasgado el ser, ¿qué queda de mí más que oscuridad?
Una sombra bajo un árbol maltrecho, y poco más.

Recuerdo el tacto, el roce minúsculo de mis labios sonreír,
complejo el recuerdo marchito de uno mismo traspirando.
Y sentir tu vaho penetrando el pecho roto, y su fluir
mágico, aunque trágico el fin, y aún me duele su tacto.

Trato de buscar ayuda, pero ajena a mí huye a la lejanía,
y tan sencilla mi rotura, pero tan complicada la vestía.
Por cobardía, me encerré y nadie vino, me acostumbré
y ahora vago en soledad hacia el sol, ¿qué sentiré?

En mis últimos versos te confesaré que alguien me cautiva,
que si sigo en pie, es porque su rostro y sonrisa me dan vida.
Y el suave tacto de su efímera presencia, me reconstruye,
aunque al encerrar el amor se destruye; y muero otra vez.

Pero deleita mi pálpito y lo siento tan tácito fluir en mí,
que es inaudito y te siento tan bien, que sería un delito
no mostrarte mi faz sonreír y desfruncir el día tan feliz,
aunque muerda mi lengua y te sienta lejos, a leguas.

Miro mis dedos y muero, porque no estoy cuerdo, veo.
Sin sentido me miro y llorando me imagino no ser reo;
agonías que me arrinconan y me devoran, me destroza.
Me siento en la cama, me siento sin ganas, en mi fosa.

Finalizo con un último deseo y es ser más sincero,
sin peros, sin puedos, sentir el 'te quiero' escapando.
Sin mí, sin ti, pues no tengo nada, solo veneno
del que no salgo, y finalizo como siempre; llorando.