lunes, 10 de agosto de 2015

Mutilando el sentimiento.

No sé siquiera si es real, pero te veo y me parte en dos. Siempre ha podido conmigo mi introversión, le miro a los ojos y me tiembla el pulso y a veces tartamudeo de forma sospechosa al hablarle. Mi forma de ser nunca ha sido productiva en cuanto a confesiones y aunque quisiera hacerlo, sé que cuando pueda, todo habrá muerto en mí. Literalmente paso todas mis madrugadas pensando en cómo decirle lo que siento, solo para quitarme este peso; no pido nada más. No pido sensaciones de en sueño ni fantasías cumplidas, solo pido un rechazo amable y un peso que se caiga de mis hombros ya.

Porque cada agonía la recuerdo, lo recuerdo todo. Desde el desgarrador y punzante dolor inicial al conocer la desgarradora verdad, hasta la constante repetición de esa imagen agria en la retina, una y otra vez. Rasgando el alma, rompiendo la calma y destruyendo al ser. La he visto hoy, y me pasó lo de siempre. Admiración silenciosa de sus cualidades y nada más. Disimulando la muerte interna con conversaciones totalmente normales y propias de mí. Una tortura a la que someto al miocardio. Desprendiéndolo de toda confianza en ese sentimiento que hallo cada mañana más lejano. El amor.

¿Y quieres saber por qué esto me afecta tanto? Pues imagina encontrar lo que parece perfecto, lo que sin saber estabas buscando toda tu miserable vida, el pozo de tus deseos en un solo cuerpo, en una sola voz y en un solo cerebro. Y no es lo que yo vea, pues ciego me habría enamorado de ella igual. Por cómo concatena las palabras, por su raciocinio, por su maldito amor a la vida y por su extraño humor que tanto se parece al mío pero que forja en su rostro una sonrisa tan perfecta que intimida. Ese tú que completa tanto mi yo.

Hacía tanto tiempo que no lloraba, que no me desesperaba tanto como en esta noche. Y lo leerás como si de solo un poco de fantasía se tratara, pero tras este cúmulo de píxeles estoy yo, tratando de que no me cieguen las lágrimas para poder acabar esto e irme a dormir. Siendo ya las 5:31am, no puedo con mi flujo de pensamientos, me autolesiono psicológicamente. Sé lo que me pasa y sé que lo necesito. Pero no sabía que te arranque de esta forma la felicidad sentirse tan solo. Amigo o amiga lector/a, la soledad está bien cuando está controlada. Pero no se os ocurra jamás alejaros de todos, duele de una forma tan perforante que no sabes si sigues despierto o es una pesadilla. Solo me mantiene atado de forma consciente a la vida el dolor de mis riñones.

Noto cómo me desangro, noto el corazón dejar de latir y noto mi piel enfriándose. Fluye por mi mente un odio irracional y fluye por mi rostro ese odio. La cobardía me ha atado en donde estoy y sé que es totalmente mi culpa. Pero ya me da igual, porque quizás viva muchas más décadas, pero hoy estoy muerto y aunque lata mi corazón, ya no late. Ya no siento aunque llore al sufrir, ya no vivo aunque respire y lo más doloroso de todo, ya no amo aunque me haya enamorado locamente.