domingo, 14 de septiembre de 2014

El tú en mi mente.

El a veces convertido en un "¿Por qué no ahora?", el sentimiento convertido en deuda. Todo transformándose y pudriéndose en la cuneta de mi mente, es el desasosiego del ser que no se permite vivir, el triste y previsible que habita este cuerpo, un ermitaño con ganas de gentío, un solitario carcamal con ganas de amor, un ordinario ser que vaga en busca de vete a saber qué. Un insolente desgraciado que se cubre tras una capa de cobarde picardía. Yo ya no sé qué hacer con esto, vivo muriéndome por ella, la veo y tiemblo a estas alturas. Lo peor es que cuando me pongo nervioso lo evito con otra capa de arrogancia, un imbécil en toda regla. Un perdedor que trata de ser un ser humano y no puede arrastrar su propia vida.

Ya tanta sobre protección del corazón, un descontento tras otro, un introvertido ser. Irónicamente al decir que soy muy vergonzoso, nadie lo cree. Claro, pues no entienden en qué situaciones muero de pudor. He intentado cambiar, vanamente, claro. En balde he demostrado ser que soy un completo inútil sentimentalmente hablando, soy un ser de nula confianza en sí mismo, por lo que mis dudas asaltan de tantas maneras que entristezco con facilidad, me culpo de cada hecho que ocurra, excepto si son buenos. Suelo autocompadecerme, ser mi único consuelo, pues busco de manera casi desesperada el calor, el tacto, el tácito sentimiento carnal. Imagina ser yo, imagina darte asco a ti mismo. Ni de la muerte soy merecedor y por eso pienso que es mejor vivir sufriendo.

Soy depresivo en mis textos, soy alegre en los demás contextos, aunque ya ni salgo de mi tortura constante, de mi mente errática. Funcional a ciertos momentos, aunque cada vez denota más un empobrecimiento neuronal, desfallece mi tiempo y mis ganas; desnutrida el alma que me sustentaba, me apoyo en mis vínculos terrestres. Mi locura nocturna suele olvidarse con mi depresión matinal. Me alegro de ser yo sinceramente, de ser yo quien decide fracasar y no otro. Me gusta ver el rostro de ella sonreír mientras mi interior arde, es un cálido abrazo el que me devolvió las ganas de vivir. Eres , mi deseo constante, mi pensamiento viandante. Tu felicidad, tu sonrisa, tu alegría, tus ganas de vivir, tus ganas de sonreír. Todo un suculento manjar de dioses en tu personalidad; un placebo que elimina mi odio al espejo y no es físicamente el terror. Tu mera existencia, es la paz de esta mente en guerra. Por todo eso, gracias.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Esperanza, perdóname.

He disecado mi esperanza, perdóname,
sentí que me dañas y me asusté tanto;
Siento tu canto de sirena, mas perdóname.
Si siento tu voz, tu luz y de nuevo tu canto.

La guadaña del terror me amenaza, perdón.
Tuve que hacerlo, mi amor, pues he muerto,
te vas, te eché, y desde el corazón, perdón.
Mas te amé, en serio, quiero amarte de nuevo.

Hablo del canto,
de mi llanto,
del cuánto
y del cuándo.

Si sostuve tu mano, pero me sentí tan extraño,
dejé secar tu agonía y tu garganta calló, lo siento.
Anduve y ando errante y ando por calles de estaño,
seduciendo el presente, sufriendo inerte, lo siento.

Me fui a marchar, ya que ya nada me cansa,
con tus dedos en mi cristal, tus huellas agónicas, discúlpame.
Tendiendo tu pálpito súbito cual suerte equívoca, discúlpame.
Tengo tu luz, perdona, tengo tu voz, mi amor; mi esperanza,
lo siento.

En serio, te amo.
Y lo siento.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Mi temor.

Como una simple brisa de aire, fluye en mí una sensación errática, un dolor que me avisa sobre un fallo en mi forma de vivir. Tantas sensaciones que simplemente destruyen mi autoestima, el pensamiento que voraz devora mi sonrisa y que termina todo en el mismo mar, en vano. Sentir tanto por alguien no finaliza de buena manera, pues entre lágrimas se olvidará el presente pero dejará un pasado que atormentará eternamente. Ni una sola vez he sabido controlarme, olvido los defectos e idealizo mis sueños de tal manera, que parecen que me hacen daño en la realidad.

He intentado cambiar, vanamente ya que no he sido capaz de dejar de imaginar su bello rostro sonriéndome, queriéndome, sintiéndome... es más, algunas veces e inconscientemente la miro sin disimulo, fijamente y con cara de enamorado, mas ni ella ni nadie ha percatado que mis sueños se impregnan de su esencia, de su burlesca forma de ser, de su inefable belleza y de su increíble mente. Aunque nunca podré acercarme y decirle todo esto, pues temo a mis sentimientos.

El miedo me aborda cuando trato de sincerarme; me tiemblan las manos, digo estupideces e incluso a veces la enfado. Por el pánico que le tengo a cagarla, cómo siempre hago, cómo siempre haré. Y cuando menos me lo espere ella se irá, será tarde, aunque es mi forma de llevar la vida, mal, a destiempo, haciendo las cosas tarde y un largo etcétera.

Aunque la peor sensación de todas es ver cómo desaparece la esperanza, lo único que me queda, que me salva de la vida. El anhelo de un sueño que jamás llegará, pero que arropa mis ilusiones cuando más lo necesito. Perderé lo único que tengo, y ni siquiera sabe que me muero por su beso.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Tejiendo el sueño.

Te siento, te observo, te comprendo, te escucho, te veo marchar, te escucho cantar, te siento volar; haces tanto en tan gris mente, amansas tanto llanto en tan dolorido ser, adormeces bestias de una tan maldecida mente. Lo peor de todo esto es que quizás ni lo leas, quizás ni te des cuenta de que una mirada te observa siempre con un pensamiento cálido que me atormenta al saber que te irás. Ojalá supieras cómo enloquezco por ti, cómo soy tan idiota como siempre de no decírtelo a tiempo aunque sea para verte sonreír en tu rechazo. Pero mírame, anclado a la rutina de autocompadecerme, anclando mi mente en el puerto del dolor sin partir en busca de tu risa tan amplia y tan cercana; mira atentamente cómo destrozo mi corazón yo solo sentándome a ver cómo te vas. Mírame y por favor, perdóname.

Me duele, me arde, me escuece, me quema por dentro, me mata por dentro, siento que mi interior se derrite en agonía, mi propia tortura, mi estúpida andanza hacia la más desesperada meta, llorar compadeciendo mi propio dolor. No sabes ni cuánto, ni cómo odio mi propio ser, lo fácil que es para ti una meta de gran calibre, lo fácil que es ser feliz. Lo difícil que hago yo vivir, lo sencillo del sonreír por la vida, lo imposible de cambiar una mente trastornada, un imbécil que deja al pasado adentrarse en el presente. Un iluso que vive del pensamiento lúgubre y condena a sus actos a un futuro oscuro. Obliga a una lágrima a huir de su hogar, a marchitarse en el labio desquebrajado. Que obliga a una mirada verse reflejada en un vidrio mustio en sensaciones, para odiarse otro poco más por su tan inherente cobardía. ¿Has sentido la desesperación cuando las cadenas que te atan las has forjado tú?

Vivo con la esperanza de que tu presencia me cambie el ánimo, de que tu luz ilumine mi tenebroso miedo al fracaso, quiero fracasar y a lo grande, quiero verte los ojos y sentir tu decepción cuando te diga que tú, y solamente tú eres la causa de mi sonrisa endeble; imagina a este ser cogerte de la mano y decirte palabras que hagan temblar sus piernas, decirte el por qué de tantas palabras que se traban en mi lengua. Imagina a este humano siendo por fin un humano, un ser de corazón hondo y una fe increíble por el sentimiento férreo que forja mi latido, imagina por un momento que por fin dejo de ser lo que quiero ser y empiezo a ser yo. Un chico alegre, sin cadenas, sin bozales, sin miedo a tu ida, sin miedo a las despedidas, sin miedo al fracaso al fin.

martes, 2 de septiembre de 2014

Inesperado adiós.

He hallado el filo que me ata a la vida,
el sustento de emociones tan etéreas.
El sueño que es eterno, mas sin salidas
a las que aferrarse, incluso casi eternas.


Volando alto anduvo mi mirada, por ella,
perdido, sosegado en el camino, me hallé.
Tan tranquila y sin sentido vino su huella
que en mi latido fue a parar; y tan cortés.


Cuando ignoraba el voraz sentimiento, apareció sin más,
sin un saludo, sin un descuido, directa al pecho, tan fugaz.
Miré sus ojos y luego el suelo por pavor, mírame por favor,
siento su risa, su sonrisa y su ilusión que germina en mi interior.


¿Cuándo entenderá el destino que tan exacto actúa en mí?
¿Cuándo huirá de mi presencia, odiando mi estúpida sonrisa intrusa?
Si he aprendido algo de mi dolor ingrato, es a saber sufrir,
si he temido algo en mi vida, es ver a mi deseado amor partir
                                                                           sin saber que es mi musa...