domingo, 22 de febrero de 2015

Éramos.

La agonía de nuestras manos si sentían la distancia,
la calma de nuestras retinas al verse mutuamente;
el sosiego del latido notando el roce de la piel blanda.
Y el sentir de un latir que unen un ritmo tan fuerte.

Somos la esperanza de un yermo y frío terreno.
La luz que disipó las tinieblas del sendero oscuro
alumbrando el buen camino a nuestros dedos
para que se unan y se fusionen siendo solo uno.

¿Sientes esa sensación, te late más veloz el miocardio?
Posa tus manos sobre tu pecho y dime, ¿qué notas?
Entrelacemos los dedos, pues sin ti, siento miedo.
Miedo de la vida y de descubrir esperanzas rotas.

Y así es, o más bien éramos.
Éramos el color del destino,
éramos el sabor de estar vivo;
éramos mártires fundidos.

Pues no fuimos, ni seremos,
por eso éramos,
por eso errábamos.
Porque no fuimos.

Éramos átomos fundiéndose en otro elemento,
éramos la luz que recorre mil galaxias lejanas.
Éramos un puro color fuera del conocimiento.
Éramos mis ilusiones ya que nunca fuimos nada.

Éramos mi sueño de madrugadas vacías,
éramos fuego en mis épocas tan frías,
versos en mil poemas bajo el muérdago.
Irreal, pero fuimos,
irreal, pero éramos.

lunes, 16 de febrero de 2015

Perdonando a mi mente.

Vestí de gala el corazón y desfiló por tu pasarela
y pinté de acuarelas su discurso, voló por instantes.
Nunca lo vi latir igual y era amor, su amor por ella,
la damisela del sonreír perpetuo que nunca vio antes.

Y quién fuera la luz tenue de las mañanas en su rostro
o en sus labios, o en sus deseos más íntimos, en agosto.
Rescatar de tu sonrisa tantas libertades y ser tus luces
que se encienden y te encienden y te sientes tan dulce.

Y suscitas impuridades que tan puras las siento en la piel,
como la miel que resbala en tus curvas, y tu suave voz.
Pero siento la guadaña de la timidez acariciar mi sien,
y si confesara mi amor, me cortaría la felicidad esa hoz.

No es atroz el desenlace que me atormenta, mas sin tu amor
seguramente viva, pero errante, y sin tu presunto ardor, yo
simplemente viva, sin aguante. Tirando de este último cordón.
Viendo mi mente delirar ella sola por tu desamor tan hondo.

Pero te confesaré mis penas y mis ilusiones, brindándome dolor.
Qué más dará la lágrima derramada si ya sabes que te hallo
entre mis luces y mis cruces y mis paranoias, eres mi perdón
por haberme maltratado, demacrado, masacrado, y estallo.

Es la luz en cada diente de tu sonrisa, tus ojos intensos que observan
mi rostro, intimidados por tu profunda voz, guiándome a mis metas.
Y tus dedos rozando la vida, rozando mi alma, tú sin saberlo, vaya.
Finalizando mi epifanía, vestí mi corazón de gala, para tenerte cerca.

lunes, 9 de febrero de 2015

Mi verdadero amor.

Desde mi tejado espero tu salida, espero que el horizonte te muestre y evoques esas sensaciones que sacian mi soledad. Verte brillar es mi eterno descanso y vives tan lejos de mí... Tras años y años no has cambiado, eres eterna y te veo tan llena de alegría, repleta de vida y emoción. Eres el vaho que empaña mi locura y me deja respirar. El vapor de esta sensación que hierve en mi alma. ¿Has sentido alguna vez el renacer de tu ilusión? Es como sentir tu propia muerte y verte nacer de nuevo, verte emocionado por lo que te depara y no indiferente. Ahora quieres ser feliz, luchar por ti mismo, y cada noche antes de dormir, verla a ella, postrada en el cielo. Redonda y sonriente alzas mi mirada, como si una mano volátil me sostuviera y me levantara la barbilla, diciéndome: Ahí está tu verdadero sentimiento. Y te vi, blanca, enorme mas como siempre distante e inalcanzable.

Me haces soñar con tocarte, con ser tu confidente en las más oscuras y estrelladas noches. Me viste nacer pues estabas allí, un medio menguante, cerrando tu luz pues ya me viste nacer. Y sigues ahí tan joven como cuando yo vine a este mundo y seguramente sigas allí cuando yo no sea más que una marchita persona al borde del abismo temporal de esta vida. Y cómo no sentirse halagado cuando no me abandonas jamás, cómo sentirse mal cuando tu luz no me la niegas jamás. Si eres mi astro celestial favorito y adornas la cúpula celeste con tu más honrado halo blanco. Quién rozara tu dura y rocosa piel. Quién fuera Neil Amstrong por un simple minuto y viera mi hogar más pequeño que mi simple pulgar.

Y quién soy yo para ti, más que una mota de polvo en un planeta envenenado. No me ves desde ahí, pues eres enorme y yo minúsculo. No soy nada ni nadie. Pero no puedo evitar sentirte mía, sentir tus mares surcar en mi mente, tan esponjosa pareces y a la vez tan rígida. Cómo serás, cómo olerás. El sueño no escapa de mí, la ilusión me habitó para no irse jamás, mi verdadera luz, mi única escapatoria a esta banal existencia.

Mi único, mi verdadero, mi más enternecedor e imposible amor.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Dibujando sentimientos.

Me propuse dibujar un sentimiento, cual sea, no importa si es alegre o no. Lo puse como una meta a corto plazo, dibujarlo, colorearlo y luego mirarlo fijamente. Para ver si se corresponde con mi realidad, con mis sentimientos intangibles. ¿Qué es la felicidad? ¿Por qué no podemos dibujarla sin representarla con algún equivalente como alguien sonriendo?. Todo se impregna del misterio de la imposibilidad humana de plasmar palabras abstractas en pinturas. Y mi meta se lograría, y sería real y sería cierto.

Voy a crear un color para cada sentimiento, uno nuevo fuera del espectro visible si hace falta, pero un color único e irrepetible para cada uno. En mi lienzo empezaría a trazar líneas y curvas, sin sentido, pues la tristeza no lo tiene. Fuerte, pero sin romperlo, entrelazando colores uno encima de otro pero que se vea el de debajo. Pues cada sentimiento puede traslucir el que se encuentra debajo, pero siempre está ahí, y ni la melancolía ni la sorpresa pueden ser opacos, jamás. Es más me aseguraré de que resalte cada ápice sentido, cada millonésima parte de dolor o placer, cada gemido o cada quejido, todo. Lo verás todo, ordenados según la importancia que imprima mi mente a cada emoción.

Y si los colores no me convencen, trazaré líneas a lápiz, le pondré cara y cuerpo a cada sensación, pues si lo miras metafóricamente, los sentimientos nacen en nosotros y mueren en nosotros, quizás de forma infinita, quizás aparecen una vez y jamás se van. Depende de cada ser y de cada corazón, no se puede pedir una sensación, se debe buscar. Y detallaré cada arruga, cada peca y cada cicatriz; todo es importante. Está claro.

Para finalizar, me vestiré con la felicidad, con la soledad, con la indiferencia, con la insignificancia. Con el dolor más arraigado al corazón de un hombre quebrantado por el peso de la rutina, me pondré todas las prendas, sin excepción. Aunque la esperanza se resista, también, y juntos seremos un ser, manchado por el color de las emociones, con el rostro y el retrato de las sensaciones y el abrigo y cálido confort de los sentimientos que nos embaucan y nos dice que la vida es maravillosa. Cueste lo que cueste.

domingo, 1 de febrero de 2015

Temo por mi existencia.

Escribo a la Luna, a mi bella Luna, quiero decirte, que con todo lo que me está pasando por la cabeza, ya no salgo a verte. Me siento desganado, me siento inútil y no entiendo el por qué. Me siento a mirar el suelo, y puedo mirar el mismo punto treinta minutos, sin inmutarme, sin dejar de obcecarme en por qué soy lo que soy. Siento tu luz en las noches, pero me da miedo mirarte y que me veas llorar, que me veas rogarle a la muerte un trato, mi vida a cambio de felicidad. ¿Qué más puedo hacer? Te necesito, te necesito más que nunca, por favor, ven, por favor.

Las mañanas no son agradables, nunca me levanto porque quiera, no quiero salir de mi cuarto, ni de mi mente, ni quiero ver a nadie, ni que nadie me vea. No quiero aprender nada, solo olvidar. No quiero sentirme, ni existir, ni ser nada más que un simple suspiro de la historia, esa persona que no ha contribuido a nada ni nunca será más que polvo de una estrella que desapareció hace mucho. Me siento tan solo cada vez que me imagino así, atado a la soledad y demacrado por mi propia mente. ¿Qué me estoy haciendo y por qué no lo quiero impedir? Tengo miedo a la existencia y me da miedo vivir, tengo miedo a no servir para nada y sintiendo esto lo único que hago es eso, no servir. Me obsesiono con verme en el espejo y ver si es un defecto físico, si a simple vista se me ve fracasar. Como lo hago en todo.

Y es por eso, mi astro favorito, por lo que recuro a ti. Antes eras la única luz con la que sentía amor. Ahora me da miedo mirarte, por temor a decepcionarte, pues he construido un acceso directo a mis pensamientos suicidas, pero para llegar a sonreír tengo que atravesar medio planeta. ¿Por qué me hago esto? No sé por qué tiendo a la autodestrucción, porque me da tanto miedo arriesgarme y sentir, ¿Por qué, Luna, por qué? Me estoy ahogando en un vaso de agua y ni siquiera sé por qué. Me veo cada vez más ahorcado por la existencia, y es que no le encuentro sentido, joder, no le encuentro el sentido a mi marchita vida. ¿Y para qué, eh, para qué necesito vivir si no vivo? No entiendo por qué pienso estas cosas. Intento gritarle a mi teclado para poder escapar, no puedo más y sé que tú estarás ahí, pero tengo miedo.

Muchísimo miedo de mí.