miércoles, 29 de octubre de 2014

Paranoia.

Estás y no estás, me arrancas la soledad y mueres ante mis ojos. Desaparece tu tacto mientras me ahorcas, me miras con desprecio y de repente no estás. Me duermo, te vas y te quedas. Despierto y al cabo de 5 gloriosos segundos apareces, quemándome, forjando mi odio propio, mi subconsciente me pide morir, mi conciencia me pide paz, mi dolor me pide fin, mi amor no pide nada, pues no está. No existe nada, pero cuando más lloro mi agonía más se acerca por mi espalda, posa sus blanquecinos dedos sobre mi hombro y al girarme, no está. Sigo mirando al suelo, poseído por mis demonios -Que haciendo hincapié en ellos, son diminutos seres que van rompiendo mis lazos con la realidad, sobre todo los buenos, los que me aferran a la vida terrenal, los rompen con sierras de autodesprecio-; vuelve la parca de esqueléticos dedos, esta vez se arrodilla ante mí, para que le vea bien sus vacías cuencas oculares, me acaricia con un solo dedo, subiendo desde la nuez hasta la barbilla haciendo que levante la cabeza. Sé que me susurró algo.

Me lleva a la locura, no sé qué me susurró y quizás la tortura sea esa. ¿Por qué apareció? Sabe hacer que me muerda por dentro solo por la intriga, pero también puede que solo me quisiera decir algo y mi aferrado miedo al fracaso la espantó, como suele hacer con la gente. ¿Soy un monstruo? ¿Qué coño se supone que soy? A veces soy feliz conmigo mismo ¿y eso es lo que tendría que importarme? Tanta pregunta que ronda y qué sabré yo sobre qué responderme, si seguro que ya sé la respuesta inconscientemente, pero me ciega el bombardeo de pensamientos, uno tras otro nublando mi mente. Pero por mucho que lo intente, ese espectro aparece y se va, no sé si realmente existe, porque solo puedo verlo en ocasiones y cuando se están cerrando mis ojos al parpadear, al abrirlos de nuevo ya no está...

¿Es normal, es mi mente imaginativa? Pues realmente qué puedo hacer, me vuelvo loco gradualmente, quizás llegue un punto en el que deje de sentir y sea por inexistencia de dolor, feliz. O quizás por inexistencia de felicidad no me sienta bien. ¿Qué se siente al no sentir nada? ¿Por qué estás y no estás?

lunes, 13 de octubre de 2014

Sufriendo a gritos.

El tacto enfurecido del ser esclavo,
el fruto ya podrido, del universo harto.
El dolor amargo del frío escenario.
Hablando del perfume y de su tacto.

Se sentó a mi izquierda, y me miró,
sacó de mi pupila mis secretos, cómo no.
Su penetrante mirada pudo conmigo,
tejiéndose su sonrisa entre mis hilos.

He vuelto, dijo mi ardor, mi ella, mi flor.
Te siento vacía, esmeralda, dijo tan azul,
tan pálido, tan súbdito de tu ardiente calor.
El joven idiota que ansía ser el yo del tú.

¿Has visto a sus poros sudar temor,
a sus piernas temblar por el horror,
a su corazón revoloteando del miedo
o a sus esperanzas yaciendo en el suelo?

Ese es el verdadero ser que vive en él,
en mí. El horrible ser que muere, al fin.
Respirando paralizado de inefable rostro
deseando portar tu mano, y tocar tu piel.

Míralo morir por ser tu principal sueño,
míralo vivir pensando en todos tus gestos.
Míralo morir por ser quien no es para ti,
pero míralo sin los ojos para que sepas qué es realmente dejar de vivir.

sábado, 11 de octubre de 2014

Y algo más.

Imaginemos el destino, en nosotros
el roce de una pluma en la ventana,
el olor de una ilusión tan maltratada.
Una luz muy tenue, de alcance corto.


Beso de nuevo cada verso, para ti,
hundiendo en mi tintero, la mentira.
Sube y mira cómo huye mi tormenta
mientras alimenta su despedida.


Al pie del cañón, empuña la distancia,
empujó lejos tu paradero, y dime hacia
dónde debo ir en tu búsqueda, mas iré.
Hallaré tus ojos en piedras preciosas.


Entre especias yo poseo decepciones,
saladas y amargas cuando las rocío.
Quién nadara mares en mis emociones,
bifurca en lagos, en amores y acaba en ríos.


Merezco vagar en soledad, y nada más.
Naufragar en salinas lágrimas, nada más.
Sentir el ínfimo roce del placer y nada más.
Teniendo en el miocardio tu voz, tu recuerdo...
...y nada más.