domingo, 25 de octubre de 2015

Mi tacto etéreo.

Como el suspiro más eterno lo sentí,
el fantasma de su piel en mi ser era.
Fue tan rápido como fue tan efímero
el ardor del sistema nervioso en mí.
Era ella.

Como el viento, una ráfaga me chocó,
cuya colisión fue ficticia, o eso creo yo.
Y miro mis manos gélido, mas dolido.
Fue inédito, el espectro de tu ser oído.
Lo era.

Como el ente que me invade huí, lejos,
para ver si sentiría de nuevo tu efecto.
Y mirar la verdad en tus reales actos.
Ser el objetivo de tu tacto.
Te sentí.

Estando tan lejos, sentí tu piel rozarme,
abrí los ojos y no sé si fue sueño o qué.
Pero los cerré de nuevo, no pude verte.
Fui feliz tres milésimas de segundo.
Te vi.

Me acariciaste la palma de la mano
con la tuya tan gélida, tan fémina en tu ser.
Mujer dueña de mis entrañas, que sufres.
Yo te sentí rozar mis dedos, los cubres
con los tuyos, y te vas. Mi amor.
Mi tacto etéreo.

jueves, 8 de octubre de 2015

Arquitecto del pensamiento.

He visto la paz escribiendo sinsentidos, he conseguido cocinar mis sentimientos y reforzar los cimientos del poema con la simple esencia de mi verdadero sentimiento. Edulcorar no será un problema pues ni pienso en ello. Convivo con el estrepitoso terror al fracaso. He fracasado en todos y cada uno de mis amores pasados, he sido víctima del temor a no saber amar e irónicamente el error fue temer. He visto la decepción de mi amada en su mirada, le he escuchado decir "ya no sé si te amo" y luego el derrumbe total de mi persona. He construido poemas en los que fantaseo con la muerte y nadie ha dicho nada, he jugueteado con dejar de existir y nadie ha hecho nada.

Construyo y destruyo en mi mente, construyo y desmonto cada verso mil y una veces buscando el dolor más penetrante en cada puta palabra que se cruza en mi vista. He amado mujeres que veían en mí a un imbécil que caería rendido a sus pies con solo un roce de sus dedos, he visto ojos mentirme y decirme que soy único; he escuchado palabras tan falsas como que echan de menos alguien que les dé cariño cuando les otorgas un abrazo. He saboreado la hipocresía de todo aquel que dice alegrarse con mis actos, pues no ven impurezas en mi amor incondicional. Saben que si amo y se rompe la relación, no pasaré al odio.

He visto mi espejo salpicado por mi saliva al gritarme que no soy más que un puto juguete de emociones fáciles y asquerosamente débiles. He visto mi camisa empapada de lágrimas pues cada vez que doy cariño recibo indiferencia. Arriesgué en vano mil sonrisas para conseguir ver sonreír a mis amadas, mis escasas amadas. El pasado inexorable al que dicen que vivo anclado, mas razón no les falta. Pero no te preocupes futura amada, mi pasado solo es el cimiento de mi presente. 

¿Has sentido que la poesía es la única respuesta a la falta de tacto cuando el ser humano te decepciona? ¿Has sentido amor alguna vez? ¿Qué es amor?

He recavado besos de bellos labios,
y no me olvido de ellos.
Mas quiero unos que deseo tanto,
tan doloroso el destino etéreo.

Recorre el sendero azul del brazo,
tu tacto.
Siente el estremecer exacto,
recayendo.
En una especie de temor, al que todos llamamos
sueño.

Siento vacío el verso libre que reconduce mi pasado, quizás está esperando el futuro. Quizás llore de nuevo. Pero yo quiero llorar. Sentir la estructura de delgadas paredes encoger y sin lograr escapar romper en mil pedazos el único cristal de la sala. El que me sostiene de pie. Caerme de rodillas, apoyar los codos y gritar de nuevo: ¿Por qué? Y nada más.

viernes, 2 de octubre de 2015

Quizás por ti.

Huí del inconformismo del amor barato, ya hacía tiempo que corría lejos de él, no quise ni podía soportarlo. Era patético, un -yo- monocromático atado al dolor y al pánico. Desesperado por un ápice de afecto; obligando al resto a quererme y suplicando la atención que creía merecer. Y no fue más que parecer imbécil frente al espejo, errático sentí el bolígrafo al escribir mi nombre, sentía rabia porque tenía conocimiento de mis actos tan deleznables que ocasionaba. No era el resonar de mis dientes lo que me distrajo, sino que al fin me había rendido y caí en el pozo de la desesperanza. Al menos el patetismo había cesado, ya no pedía tan infantil un poco de cariño.

Estuve errante tanto tiempo que me sentí insensible al sentimiento más humano de todos, recorría mi cara con cada mirada en busca de alguna mínima mota del -yo- pasado, algo de ese ser que brotaba ganas de amar a cada paso. Me vi cambiar drásticamente, no sentía amor por aquellos quienes quise tanto en el pasado. No sentía ganas de olvidar el rencor y pasé a odiar a cada ser que me molestara lo más ínfimo. No hallaba mi camino y ni siquiera me molestaba en buscarlo, era mi último estadío antes de sucumbir al más frío miocardio.

Mas llegó ella -retóricamente, más quisiera literalmente-, tuve que intentar entablar alguna conversación, por muy estúpida que fuera. Y así fue, dije una gilipollez tras otra; pero seguía hablándome con el mismo entusiasmo del principio. Quizás es... no puede ser. Seguí ganándome su confianza -y por supuesto ella la mía-. Quizás es esto lo que busco. Quizás sus cualidades, tanto sus gustos como sus disgustos, son los que buscaba. Tras un período en el que hablaba con ella día sí y día también, llegó el momento: el sentimiento no había muerto, volvió a florecer de nuevo. Y más fuerte aún. ¿Podía esto ser... real?

Todavía no he rozado su piel, no he rozado su coraza. Ni siquiera sé cuál es su perfume, ni su tacto. Quizás su sabor sea adictivo, quizás lo sea su voz. Puede que sus dedos sepan dibujar en mí lo que no supe imaginar. Quizás dudo mucho de algo en lo que estoy tan seguro. Quizás y solo quizás tus pies toquen mi tierra y me veas a lo lejos, corriendo hacia ti, sonriente; diferente a mi -yo- habitual. Quizás te vea, y me funda en tu mirada. Quizás sea así, cuando comience el nuevo año. Quizás arriesgue todo por ti y todo por mí.