domingo, 30 de marzo de 2014

Tiempo y distancia.

Ya pasa un largo tiempo, en el que no te he visto,
ya ni te he abrazado; ni siquiera te he mirado.
Pasaron las fechas señaladas para verte y sí, pasó.
Hace tanto que no me ata tu perfume, tus labios.

Siento que te alejas por mucho que te acerques, y no;
no deseas verme, o no tanto, como puedo hacerlo yo.
El amor tornó obsesión o solamente estoy tan loco, y yo,
quisiera que los meses se plegaran y no fueran más que tos.

Más bien quiero tu ardor, tu más esbelto sentimiento y sudor.
Escribe, pinta, esboza mi deseo por tu piel y tus labios,
o con tus dedos en mi espalda compón un poema sabio.
O encierra mi cuerpo bajo el tuyo y recitemos juntos.

Mira al tiempo pasar como nunca había pasado, y me olvidas.
Mira tu mente olvidarme como nunca había olvidado, y te vas.
Mírame tiritar al no quererme abrazar como antes y me muero.
Mírame sollozar al verte partir, anhelando tu beso, y te quiero.

viernes, 28 de marzo de 2014

Cártel de sentimientos.

Veo como los sentimientos van y vienen, se van y se detienen en mi frontera, no pasan, no entran, giran y sin más se van. Solo exporto yo las emociones, no hay importación alguna. Veo que el comercio no llega hasta a mí y tengo que inventarlo, que especular sobre él e inventar las razones de por qué no traspasan la frontera; quité las aduanas, ni siquiera vigilo si es bueno lo que entra en mi corazón, pero nada viene. Aunque por culpa de esta medida he sufrido varias desgracias de sentimientos que entraron, desvalijaron completamente el corazón y lo dejaron abandonado a su suerte. Por lo que, si lo pienso mejor, es mejor cuidar lo que entra, si al menos entrara algo.

Siento que la economía del miocardio se debilita a un paso exagerado, exponencialmente. Y se siente solo, abandonado a la intemperie de su debilitado sistema financiero de sentimientos. Donde deambulan los habitantes, como el máximo mandatario de este Estado, el Amor, entre las calles, arterias y venas; preguntándose por qué nadie pasa la frontera, si ha hecho todas las reformas que han sido posible. La oposición y en concreto el líder de ellos, la Depresión está ganando votos, demasiados votos. Lo peor es que lo hace mediante métodos populistas, engañando al pueblo de la debilidad de los representantes del gobierno actual.

Alcaldes de varios municipios de mi cuerpo, como la Empatía o la Pasión apuestan fuertemente por las reformas del actual presidente. Y citan que alcaldes como la Inseguridad y la Cobardía solo incitan al Estado a que decaiga y nunca más levante ni sonría.

Siento que necesito una fuerte cantidad de sentimientos que oxigenen la economía sentimental, es más, se necesitan más refuerzos de Autoestima para poder sobrellevar los focos de violencia hallados en barrios como Amor Propio o Confianza. Se está perdiendo a la gran parte de voluntad que alimentaba a los ciudadanos de este caótico lugar. Sin embargo, últimamente han aumentado las arcas del estado y se nota un poco más de fluidez en el comercio, esperemos y espero que dure más, o que hagan una inyección de emociones, pues salvaría este lugar definitivamente.

domingo, 23 de marzo de 2014

Errante es la palabra.

Existe el corazón exiliado, pobre de aquel que nunca fue amado. Se llevó decepciones en todos sus amores, y no conoce más que dolor y sufrimiento. Tras la felicidad de la amada se fue desprendiendo la propia y así se agotó, no había amor, no había pasión; solo un techo húmedo y un bolsillo vacío. Errante, se levantó sucio del suelo, pero solo pudo sacudirse el polvo. Anduvo seseando pues no conseguía mantenerse erguido, al final se derrumbó, ya no podía más; y lo entendí, estaba solo y herido.

Errante es la palabra. Pero, ¿nunca te has sentido tan solo?, deseoso de compañía agradable, tanto, tanto que quisieras morir, pero morir por desaparecer, aunque no sepas qué sentirías tú al hacerlo. Aunque tu mente cree una utopía, lejos del dolor. Del desamor, de tu palacio de ausencia o más bien tu prisión de ausencia. Quieres, y ahora digo, quiero desaparecer, no volver a pisar este planeta jamás. No soporto más a la raza humana y como tal, ya no me soporto más. Me veo y no me conozco, herido, solo y errante; eso es, errante es la palabra.

Y qué quise yo más que la verdad, qué. Si no lucho ni por mi sombra, ni por mis besos, ni por tu distancia ni por tu peso en oro. Te quise tanto y te necesité tanto y vi que ese fue el error. Pero ya no soy así, soy un loco distante del planeta Tierra, ajeno a la muchedumbre pesada con simples hechos que distan de lo moral o de lo ético -o eso intento-. ¿Y qué recibí yo de tanto dolor sacrificado? Experiencia al menos. Y me dolió la tráquea de tanto gritar y gritar sonidos mudos. Y sentir en mis alas el golpe de los muros. Y al caer me sentí distante y errante, sí, eso; errante es la palabra.

Quise amarme y desterrarme de tanto dolor incansable al escribir. Si ya no sé ni a quién quiero, ni a quién amo. Si ya no tengo la mente en un rumbo recto, y se desvía y cae al vacío, me muero, lector, lectora, me muero y no me entero. Me da igual y encima me duele mucho, quiero un bolígrafo capaz de escribir lo que realmente siento, que me plasme la idea que mi mano no es capaz de escribir, haz de mí un bastión hueco, pero lleno de expresiones, y no de represiones u opresiones; porque me siento irritante, indiferente al gentío y sobre todo errante, exacto, errante es la palabra.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Pequeño espejo.

Es la ausencia de su amor la que baila en mi desesperación; un roce de su mano, un simple gesto que exalte mi corazón baldío. He afilado el fino borde de mis sentimientos, que secos yacen frente al sol ardiente quemando toda esperanza. Y no estás tú, y nunca lo estarás. Y no estoy yo -en mi mente-, y no estaré jamás.

¿Y dónde se halla el ánimo que perdí, cuándo encontraré la paz que mi pecho suplica, cómo podré volver a sonreír más que en vano; es más, por qué mi mente no reposa entre la desmesurada suavidad de mi almohada?

Quise valerme por mis emociones, pero erróneas me trajeron desamor; quise valerme por mis sentimientos, pero cobardes me trajeron terror. Y morí, entre el desatado nudo de mi íntimo infierno, y el encuentro insano de mi memoria con tu imagen. El olor de tus anhelos ronda mis labios, destruyendo lo que antes vi sonreír, desgarrando el antiguo amor y el presente vacío.

viernes, 14 de marzo de 2014

No era lo que soy.

He decaído, he desaparecido de mi estandarte, he abandonado mis ilusiones y he dejado mi arte. Mis manos ni gozan del revoloteo del bolígrafo sobre el folio vacío. Era tanto y soy tan poco, era tan grande y son tan minúsculo. Era yo o no era nada, pero era y qué soy ahora más que un cadáver del desamor. No gotea la ilusión sobre el charco de la vida, ni se incendia mi pasión. Ya estoy deforestado de deseos tenues, ni débiles ni ardientes. No soy más que un peón abandonado de una mente tirana con mala memoria, un idiota acostumbrado a la sombra y a la deshonra; más allá de la gloria. Uno más entre las muchas espinas de tu rosa.

Hacia dónde se dirigirá mi camino esta vez, hacia abajo seguramente, pues me siento de mala gana. Ni levanto cabeza ni levanto mis penas, ahí estoy yo, en el rincón más recóndito de la estancia, alejado y recluido por la distancia. Ni tus besos me han dado este año, ni tu perfume que tanto añoro, ni tu abrazos que tanto amo. Ya ni mi autoestima funciona, ni mi amor propio se emociona al verme progresar, pues no progreso; o no siento que lo haga por mucho que lo hiciera. Y dónde irá mi ilusión cuando desaparezca, y hacia dónde irá mi perdición cuando crezca y sobre todo dónde estará tu amor cuando mi dolor aparezca.

Siento el verso vacío, siento el párrafo mustio; siento en mis letras frío y siento mi pecho hecho un lío y no me gusto. Me detesto cuando me deshago entre tanta maleza, entre tanto pensamiento hallado en mi cabeza; olvidar la destreza del ser que sufre, y hallado entre tus besos la ilusión que no existe. Esculpir antes era mi meta, pero con palabras mías y con todas mis letras, pero ya no, no soy nada ni soy yo, ¿qué me pasa; qué me pasó? Por favor, mírame, siénteme, quiéreme y por lo que más quieras ódiame.

Si no me quieres menos me ilusionaría, y si me odiaras ya ni siquiera viviría, y ahora es mi gran deseo. Hazlo, rompe mi coraza, rompe mi dulce sensación y mi corazón, vente, acompáñame, vente y ódiame. Haz de mi existencia una vana historia, una basta e inmensa falta de gloria, que la noria cese su giro y que tu voz al matarme me dé el respiro que no hallo entre los vivos, haz lo que más deseo después de tu amor, ódiame, por favor, bésame.

lunes, 10 de marzo de 2014

A merced del tiempo.

Terminé hallado entre inexplorados senderos del presente, impredecibles como el futuro, imposibles como el pasado. Besé el tiempo que jamás cesa, el impredecible reloj que me expresa, el paso de la vida y el camino de la muerte. Elegí el cielo como guía, por sus estrellas, no por nada más. Los astros y los planetas me iluminan el sendero y espero yo que me muestren los estragos del tiempo, en mis manos cicatrices áridas. En mis besos, pasiones invisibles, pues mis labios viven del abandono y mi corazón se siente solo. Como yo.

No para el tiempo, y más se nota cuando lo miras; imparable, inefable e incurable pero lo cura todo. Dónde están mis días, dónde se esconden mis noches cuando pasa el tiempo. Mi único tiempo, que se agota inagotablemente. Sin cansarse, sin dudarlo, a un ritmo frenético cuando quieres darte cuenta. Que ayer hice dos décadas y antes de ayer era un niño feliz. ¿Qué pasó con mis recuerdos? Se los comió el tiempo y nada más. Quién osó perturbarte y acelerarte cuando menos lo deseo, quién osó ralentizarte y detenerte cuando sufro. ¿Quién te controla, la muerte, la nada o solo tú?. Quién lo diría, quién.

Traté de aprovecharte y el sufrimiento echaste sobre mí, traté de mejorarte y el tiempo me acortaste así. No entiendo ni entenderé, antes te imploraba clemencia, ahora te suplico piedad, que envejeces mi mustio rostro y mi corazón vacío está. Mis rasgos denotan cansancio y mi voz demuestra ebriedad, que sin estos dolores no soy nadie y sin ellos me siento solo, muy solo; tan solo veo tu soledad más despojada de la libertad, pues te encarcela. Enferma y luego presa de la mala suerte del acero hallado. Si tu piel reza por que no la atraviese una aguja y mi piel vela por la tuya. Es tan osado el tiempo, antes te reía y ahora te besaría, y claro es,  que te veo mejor ahora que nunca y el tiempo me dejó fermentar tu amor. Y amor por ti tengo de sobra, pero por mí, ni un simple gramo. Dichoso tiempo.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Dile adiós al sueño.

Escucho tu voz en mi recuerdo, la siento en mis venas,
escucho tu luz en mi retina, la siento entre mis penas;
me engaño con tu presencia, en mis oculares piscinas.
Viviendo del qué fue y tratando de olvidar el qué soy.

Pisando débil mis abrazos, pernoctaron más que ayer,
si di besos al aire y al abrir los ojos, no te vi; qué fue.
Luchara por lo que luchara muero, o más bien moriré,
ya no te percibo, ya no recibo el abrazo de ti hoy.

Retuerce mi garganta tu dura ausencia, desgarra la faz,
altera el riego, el latido y el suspiro que halló mi paz;
fuiste el espejo en mi pupila, el sosiego tan voraz...
un parpadeo te hizo pasado, tan ciego que estoy.

Sal de mí, sé tan libre
como la Luna que ves,
como el amor en tu tez
y la bala de gran calibre.

Veloz abandóname, todos lo hacen,
veo tu ida, de la que lágrimas nacen,
audaz momento en el que dije adiós
al ficticio acto que nos unió a los dos.

Y me besó tu voz.
Y me cortó la hoz.
Y me hartó la coz de la vida si ardió.
Y qué más da.
Y qué más importó.

Nada, y solo cero.
Cero, y tan nada.
Del beso sincero
a la seca cascada.

martes, 4 de marzo de 2014

Viví de tu memoria.

Tuve el placer de encerrarte en mi memoria,
girando cual noria, girando en mi única gloria.
Tenerte entre mis pensamientos, quien me oiga.
Y tener tantos tus besos, y quien me odiara.

Viví del cuenco que volcó, viví de los dos,
arranqué el pétalo que dijo adiós y que no
tengo tu beso, amargo o ileso pero no mío.
Si acaricié tu foto, no lo evito si me ahorco.

Tejí con mis dedos la más hastía soledad,
sueño del piano descuidado, de mi tarta.
Una porción de cielo y tú, te veo exhausta
esperando el tren y de él ansías su carta.

Ondeante ser que se postra ante su merma
que agita, sacude y diezma su única fuerza,
pinceladas del recuerdo que huyen, queman.
Arado por el abandono que a él lo mengua.

Gris, pálido como cubertería de plata,
errata de este libro y caminante sin cama,
que besó tu reminiscencia, tu dulce cara.
Quien se fue y quebró así su última rama.

Tras la sala de espera.

Ni siquiera pude preparar mi reacción, asemejar la situación para que no entre todo en mi pecho de golpe. Pero no pude evitarlo, el latido exagerado y el sentido enajenado, era la vida que me asustó. El cómo tu situación en mi perspectiva cambió tan drásticamente, de disfrutar la vida plena a ocupar salas de espera. Es el cimiento que se tambaleó en el miocardio. Mil horas hablaría contigo solo para que tu mente no se aburriera, mil horas estaría contigo si tan siquiera yo pudiera. Qué es de tu sentimiento, qué es de tu sensación. Te invadió tanto sufrimiento, te sulfuró la vida y te atacó. El dolor en tus palabras fue inefable, tus ganas de salir de ahí fueron palpables, te entiendo, te comprendo mas no lo entiendo y me sorprendo. Si tanta desdicha se agolpa en un lugar tan pequeño.

Cogería tu mano y te diría que todo saldrá bien, cogería tus dolores y los enviaría al Sol para que ardieran; imagino la monotonía de una planta vacía, una planta con pocas luces aunque iluminada esté. Imagino tu inquieta mente paralizada en una camilla, imagino tus manos deseando la piel de aquel chaval que tanta envidia le tengo. Por favor vida sé sensata, por favor vida qué mal la tratas, a esta pequeña estrella que el mundo iluminó, a este pequeño ángel que tan fuerte en mí pisó. Abrázala te digo, ámala te ordeno; no me doblegaré más por una portentosa ingrata, una maldita perdedora innata y lo digo por ti vida. Una parca que arranca los pedazos de nuestra felicidad; si no es por amorío es por dolor físico y hastío. Imposibilidad de entenderte, se supone que nos acunas y nos ahogas en tu indiferencia.

Pero aquí estoy yo como remedio, allí estará tu gente como cura, como sanación a tus dolores internos, externos; eternos. Aquí estaré yo y si quieres con mi cuaderno, mi puño o mis dedos gráciles. En esencia lo que queda de mí, mi amada, mi tan lejano poema. No desesperes, la sonrisa no se marchitará, siempre hay inviernos en nuestras vidas, pero la primavera te florecerá y tu tallo se alzará enorme. Y quién sería yo para escribirte esto a ti, y quién sería yo si no quisiera que me leas. Qué más da si te quiero, pero tú sonríe. Qué más da si me desvelo mientras tú te rías. Acuéstate sobre tu lado bueno, arrópate con tu manta cálida. Reposa tu mente y aléjate del pensamiento. Duerme un momento y escucha que todo es parte del tiempo y que el tiempo todo lo cambiará.

sábado, 1 de marzo de 2014

La muerte del Corazón.

Lo he visto sufrir, lo he visto llorar e incluso y en pocas ocasiones lo he visto disfrutar, ahí quieto, palpitante y tan amable, pues me permite vivir, en mis metáforas me da el amor, en mi fantasía me da tu calor, y siempre ahí, moviéndose estático. Siempre ahí, entrando en pánico. Lo he visto volar y caer tan solo y adiabático. Fruto del cambio repentino en sus sonrisas, fruto del dolor del intestino que hace trizas desde el pecho hasta los dientes, que fuerte aprietan al ver el principio de mi fin. Lo he sentido aquí, en donde nadie quiso verlo, lo he sentido en mí en donde nadie quiso palparlo.

He vagado solo y confundido, aunque certero en mi actual amor, la he visto lejos, alejarse y acercarse, la he visto sí, pero ya no. La siento tiritar entre mis deseos, aunque de engaños siempre he vivido, saber que no me atreveré a besarla es mi gran cambio, no puedo, ya lo hace él. Y quién seré yo para sembrar amor en mi pecho mustio, y quién seré yo para arrebatarle el amor a alguien que tanto quieres. Y quién seré yo para escribir por ti en mis paredes, del alma, del sentimiento, de la razón que alocada perece. Quién serás tú para que yo llegue y me enamore, quién serás tú, sino la más dorada de entre mis flores. Más bien la única.

Tiempo insano en el que sufro indebidamente, te adoro mi poema pero me daña tu circunstancia, te quiero mi amada, pero me daña mi propia mente, te amaría mi flor, pero sería erróneo ser tan egoísta, te esperaría mil años, pero sé que me olvidarías, te querría mil eternidades pero sé que no me amarías. Vivo postrado ante tu belleza, amables abrazos y dulce voz, pero ya no puedo más, sé que no puedo volver atrás y te digo, te quiero, te quiero y te quiero, joder. Pero... pero... no puedo más, y me hundo, me hundo sin ti.

Arrancaré de mis ilusiones tus más ansiados besos, mataré mis pasiones para olvidar mis más sinceros deseos. Te siento tan dentro de mí que para poder sacarte tendré que matar mi sonrisa, vivir del dolor insalubre, reconocer que te quería y que tú fuiste la primera que amaría a ciegas. Es tanto el desánimo de verte partir de mi fantasía, que he matado mi verso. Dejaré de escribir, dejaré de sentir, dejaré de percibir tan fúnebres resultados de mi más cobarde forma de amar. Te necesito, y quizás eso es lo malo, ahorcaré y degollaré mi latido al sentir tus palabras, tu voz la borraré de mi piano, aunque la tecla 'mi' las escucharé pues a quién engaño, te he adorado. Enterraré vivo mi sentimiento, para que se vaya, aunque me derrumbe mi gran desastre.

Aunque no puedo engañarme, le das el ritmo a mi latido, le das el sabor a mis besos más hundidos. Me muero por tenerte cerca, pero me aterra la distancia al tenerte al lado. Lo siento si te he amado, pero nunca quise ser aquel ser que tanto indirectamente te ha molestado, por eso enterré mi pecho, y murió...
murió...