Lo he visto sufrir, lo he visto llorar e incluso y en pocas ocasiones lo he visto disfrutar, ahí quieto, palpitante y tan amable, pues me permite vivir, en mis metáforas me da el amor, en mi fantasía me da tu calor, y siempre ahí, moviéndose estático. Siempre ahí, entrando en pánico. Lo he visto volar y caer tan solo y adiabático. Fruto del cambio repentino en sus sonrisas, fruto del dolor del intestino que hace trizas desde el pecho hasta los dientes, que fuerte aprietan al ver el principio de mi fin. Lo he sentido aquí, en donde nadie quiso verlo, lo he sentido en mí en donde nadie quiso palparlo.
He vagado solo y confundido, aunque certero en mi actual amor, la he visto lejos, alejarse y acercarse, la he visto sí, pero ya no. La siento tiritar entre mis deseos, aunque de engaños siempre he vivido, saber que no me atreveré a besarla es mi gran cambio, no puedo, ya lo hace él. Y quién seré yo para sembrar amor en mi pecho mustio, y quién seré yo para arrebatarle el amor a alguien que tanto quieres. Y quién seré yo para escribir por ti en mis paredes, del alma, del sentimiento, de la razón que alocada perece. Quién serás tú para que yo llegue y me enamore, quién serás tú, sino la más dorada de entre mis flores. Más bien la única.
Tiempo insano en el que sufro indebidamente, te adoro mi poema pero me daña tu circunstancia, te quiero mi amada, pero me daña mi propia mente, te amaría mi flor, pero sería erróneo ser tan egoísta, te esperaría mil años, pero sé que me olvidarías, te querría mil eternidades pero sé que no me amarías. Vivo postrado ante tu belleza, amables abrazos y dulce voz, pero ya no puedo más, sé que no puedo volver atrás y te digo, te quiero, te quiero y te quiero, joder. Pero... pero... no puedo más, y me hundo, me hundo sin ti.
Arrancaré de mis ilusiones tus más ansiados besos, mataré mis pasiones para olvidar mis más sinceros deseos. Te siento tan dentro de mí que para poder sacarte tendré que matar mi sonrisa, vivir del dolor insalubre, reconocer que te quería y que tú fuiste la primera que amaría a ciegas. Es tanto el desánimo de verte partir de mi fantasía, que he matado mi verso. Dejaré de escribir, dejaré de sentir, dejaré de percibir tan fúnebres resultados de mi más cobarde forma de amar. Te necesito, y quizás eso es lo malo, ahorcaré y degollaré mi latido al sentir tus palabras, tu voz la borraré de mi piano, aunque la tecla 'mi' las escucharé pues a quién engaño, te he adorado. Enterraré vivo mi sentimiento, para que se vaya, aunque me derrumbe mi gran desastre.
Aunque no puedo engañarme, le das el ritmo a mi latido, le das el sabor a mis besos más hundidos. Me muero por tenerte cerca, pero me aterra la distancia al tenerte al lado. Lo siento si te he amado, pero nunca quise ser aquel ser que tanto indirectamente te ha molestado, por eso enterré mi pecho, y murió...
murió...