miércoles, 31 de diciembre de 2014

Salvando tu sonrisa.

Como de costumbre volveré a escribir, reiteraré que yo soy ese héroe en potencia que cuando más lo necesites estará allí, solo busco tu comodidad y tu bienestar, aunque sé que no puedo solucionar todos los dolores. Pero no habrá peor dolor que el cual se vive solitario, necesitamos dolor para evolucionar, está claro. Esto no significa que continuamente debamos sufrir, y aunque parezca que yo lo hago, no importa. Estaré en cada ceño fruncido tuyo para cambiarlo, para alegrarlo. Para acertar en tu sonrisa, que no hay nada mejor cuando lloras que un idiota como yo haciéndote reír mientras intentas contener las lágrimas.

Para mí las noches no son más que tiempo para pensar en cómo puedo hacerte sonreír o qué debo hacer para mejorar. Casi nunca avanzo puesto que desvío mis pensamientos hacia el dolor propio y me ciego; aunque dejo la ropa lista para ponérmela por si de madrugada sientes dolor y necesitas compañía, que la distancia solamente aumenta el tiempo que tardaré en llegar, pues que si no puedo estar ahí siempre que quiera, no será por falta de ganas. Vivo en el anonimato, vivo reo de mi entorno, necesito la sonrisa ajena para alimentar la mía, ¿hay algún otro humano que haga lo mismo? espero que sí.

Vivo entorno a tus sentimientos, aunque nunca los muestres abiertamente; aunque no me veas como un confidente para derramar las lágrimas que retienes en tus penurias. Espero tu mensaje aunque ni siquiera sepas que estoy ahí, atento a las llamadas. Dejo el sonido al máximo en mi móvil, pues quiero saber si me necesitas. Sé que tú eres fuerte, no estoy haciendo que dudes de ello, pero si algo he aprendido es que por mucha fuerza que uno tenga, hay un punto que nos hace flaquear. Mis madrugadas son eternas y aunque ni siquiera se te pase por la cabeza, yo te veo cada anochecer en mi mirada. 

Imagino tu compañía, una sonrisa en ambos rostros; el tacto haciendo el sonido aterciopelado que escalofría la espalda. El enredar de dedos tan ansiado que concluye en un acercamiento y sin mediar palabra, suspirar. Liberar los restos de tensión de la vida, y evadirnos. Y fundirnos en un amanecer que lata en sincronía con nosotros. Esa maldita palabra, nosotros. Sé que si lees esto imaginarás que divago, y si es así, aciertas. Quizás piensas que quién será esa persona, y quizás eres tú, mas quizás no. Y estoy loco, quiera yo o no.

Pero más allá de mi felicidad, está la tuya; recuérdame en tus tinieblas, y por favor, no dudes en avisarme si te duele cualquier latido que des. La soledad no es sana, mírame enloquecer por ella. Por eso te digo, bella persona, dame cualquier señal si quieres mi ayuda, si quieres mi compañía. Ya sea en lo malo, y por favor, tenme en lo bueno. Estoy aquí, por tus sonrisas, incondicionalmente.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Una epifanía más.

Una pequeña pequeña epifanía que me recuerda a aquellos que están, no han estado o nunca podrán estar, debido a problemas dentro de la vida misma o fuera de ella; Tony nunca olvida, seres que habitaron mi corazón, desde mi pequeño hurón hasta amigos que aún siguen siendo parte del recuerdo. Entre mis neuronas siempre habrá un impulso eléctrico que recordará vuestros nombres y apellidos, vuestro rostro, vuestro dolor sufrido, vuestra ida a otros mundos más allá de esta distopía terrenal.
Por aquellos que están: un cálido saludo.
Por aquellos que no están: descansen en la más dichosa de las paces.
Por aquellos que nunca me leerán, pero están: suerte, mucha suerte.

Entre todos mis signos de puntuación siempre habrá una pausa para recordar, pues el pasado cimienta el futuro que el presente construye; alimentar el alma de buena gente, de buena compañía animal, de un buen desamor a tiempo, o a destiempo. Qué más dará, si amé, digo yo; fui amado, espero yo. Caigo en el olvido de muchos latidos, pero estuve allí, quiera el presente admitirlo o no. Estaré, quiera tu futuro o no.
Tantas cosas que agradecer, tantas que reprochar y un sinfín de cosas por hacer. Amar a quien ni siquiera lo sabe, verla con cierta frecuencia y que ni se lo imagine. Eso es vivir. Luchar o no por mi cordura, eso es vivir. Pensaba que el corazón tenía una cierta capacidad que poco a poco se iría llenando, mas erré. Pues cada hueco en mis arterias tiene espacio infinito para los dolores que esta vida me causa, para cada placer por venir, para cada amigo que ahí está, aunque no se lo pida. Por una familia llena de desigualdades que nos unen, una madre y un padre ejemplar, hermanos y una hermana que nos enseñan a errar y aprender. Gracias a todos, a los que estáis y no me habéis juzgado; a los que estáis y me juzgáis constantemente. Siempre, siempre seré yo. Lo siento.
De nuevo, gracias por todo, por alguien que jamás quiso vivir, como yo, para alguien que quisiera dejar de vivir, como yo, aquí estoy viviendo. Aquí estoy, vivo. Sois el mejor reparto que la película de mi vida podría tener. Gracias, otra vez y adiós.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Indiferencia en mi locura.

He vertido emociones, en las que tú participabas, estabas en ellas; haciendo realidad las locuras de este demente. Y entre mis delirios te colabas tú, y me proporcionabas la cordura suficiente para seguir adelante. Como el sinsentido de mi existencia, errante; como el dolor que me atormenta, insignificante. ¿Alguna vez has entendido el por qué de algo o simplemente te has conformado con crees que lo sabes? Yo la veo muy pocas veces, la veo; sé que está ahí. Pero no me ve con los mismos ojos. No la veo, realmente cuando le miro a los ojos, no la veo.

Como el chirriar de una puerta mi felicidad se esfuma, o es mi cordura, o tal vez es mi insistencia. O mi negligencia al vivir, o quizá nunca sabré lo que es. No sé, no sé nada. Quiero ver algo que concuerde con mi deseo, una sola vez, una sola y maldita vez. Quisiera poder verte, y sentirte y vivirte. Imagino tantas veces esta locura, deliro tantas veces con esa dulzura. El sentimiento etéreo. El quejido estéreo de mi sufrimiento. El devenir de una vida que se torna monocromática.

Siento la brisa de la depresión, una gran depresión, un bajón de intenciones, de emociones, de sonrisas secas. La ilusión del mañana mejor o del presente feliz, no existe. O si existe, se quedó muda tras mis sensaciones de guerra interna. No me siento, no me veo. ¿Qué siente mi corazón... qué dice mi sufrimiento... y qué siente mi mente destrozada, o es mi vida torturada? No lo sé, pero estoy aquí  y aún así ella no me siente, no sé hacer que me sienta, quiero que me sienta, ella, solo ella...

jueves, 18 de diciembre de 2014

La errante cordura.

Tracé el trayecto más corto,
el círculo perfecto, y murió.
No solo el sentimiento, o sí,
sino mi conocimiento, creo.

Intento, lo intento, en serio;
imaginando el misterio, yo.
Surgió el dolor, no amansó.
Osé vivir, aunque yo no sé.

Perturbé sensaciones más allá de la propia razón intrínseca,
como el pecho que anidó, y que cultivó el dolor más hondo.
El papel arrugado, el beso desterrado, el pecho sin su amor,
volando entre versos, besando el roce, sintiendo tal jaqueca.

¿Quisiste verme mejor, más cálido
a mí, o a lo que podría ser?
¿Usaste mi luz como guía.
en el valle herido, del mirar dolido?

¿Me viste hundirme entre tus recuerdos? Pues mírame, te quiero.
No te engaño con sentimentales dolores, solo quiero verte reír,
pues yo ya perdí la batalla contra mi mente errante, cual fuego
que arrasó esperanzas y quemó el futuro que en mí podía fluir.

Te vi existir, tan pálida,
te quise aquí, tan árida.
Intenté vivir; mas erré
Aún así, huí, sin volver.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Entre tú y yo.

Como el haz fugaz de la Luna colgante,
jamás sentida por mi tacto; un misterio.
Una luz en mi retina, tan tranquilizante.
Vacío el lazo que te une, mi miseria.

Anclada a mí tu imagen; el destino, quizá.
Sujeta por finas fibras de esperanza, 
¿y qué más? tus ojos, tus labios, tu danza.
Como el sol que se esconde, pero ahí está.

Débil y de un hilo cuelga mi voz, de nuevo.
Atenuando la distancia, pero no estás;
solo en mi sueño azul, como mi cielo.
Volátil y ficticio, como siempre, no estás.

He visto tus ojos reír, y arropa mis alas
de nuevo, te siento, te veo y te mparchas;
y mi vista te llora, y mis párpados manchan
mi lloroso rostro mientras te irás, te vas.

Y la mayor tristeza se encuentra en tu adiós;
que no sabes si te siento, ni sabes de mi amor.
Y yo te veo cálida y feliz, y es ese mi error,
que no existe nada, así, entre tú y yo.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Alegórico suicidio.

Atadas las manos, encadenadas al cuello,
atacado el miocardio e incontrolable resuello.
Tratando de controlar la tos muda, y su color,
tratando de parar la cuchilla aguda, y su dolor.

Noto mis sentidos diluyéndose, fundiéndose.
Engullendo el bienestar escaso que me habita,
desquebrajando y rompiendo el alma su roce
volátil, cual corazón que ya apenas palpita.

Ni sonrío sincero, y en serio, me vuelvo loco,
mis manos tiemblan y no saben ni escribir ya;
párrafos vacíos que muestran mis ojos, mi todo,
el sinsentido paupérrimo de un deseo trivial.

En vano ahogo mis sentidos en presentes falsos,
que ya no engañan a un pecho sabio, y tan seco.
No hay placebo útil a esta altura, y me veo peor,
peor como un cuadro roto, sin foto, sin valor.

Mi mirada analiza el entorno, veo la hierba crecer,
el sol alzarse curvo en estos días de frío invierno;
veo mi reflejo ensombreciendo mi ego, puedo verter
mi mirada perdida en los charcos de color muerto.

Pero qué más dará si todo llega a su fin, ¿no es así?
pero qué más dará si me encierro aquí sin fin, ¿es así?
pero qué importará si lloro, si no me quieren ver ¿así?
Qué más dará si me voy, pues no soy útil, o... ¿Sí?