miércoles, 10 de diciembre de 2014

Alegórico suicidio.

Atadas las manos, encadenadas al cuello,
atacado el miocardio e incontrolable resuello.
Tratando de controlar la tos muda, y su color,
tratando de parar la cuchilla aguda, y su dolor.

Noto mis sentidos diluyéndose, fundiéndose.
Engullendo el bienestar escaso que me habita,
desquebrajando y rompiendo el alma su roce
volátil, cual corazón que ya apenas palpita.

Ni sonrío sincero, y en serio, me vuelvo loco,
mis manos tiemblan y no saben ni escribir ya;
párrafos vacíos que muestran mis ojos, mi todo,
el sinsentido paupérrimo de un deseo trivial.

En vano ahogo mis sentidos en presentes falsos,
que ya no engañan a un pecho sabio, y tan seco.
No hay placebo útil a esta altura, y me veo peor,
peor como un cuadro roto, sin foto, sin valor.

Mi mirada analiza el entorno, veo la hierba crecer,
el sol alzarse curvo en estos días de frío invierno;
veo mi reflejo ensombreciendo mi ego, puedo verter
mi mirada perdida en los charcos de color muerto.

Pero qué más dará si todo llega a su fin, ¿no es así?
pero qué más dará si me encierro aquí sin fin, ¿es así?
pero qué importará si lloro, si no me quieren ver ¿así?
Qué más dará si me voy, pues no soy útil, o... ¿Sí?