miércoles, 26 de febrero de 2014

Intrínsecos versos.

He vestido mis esperanzas de dorado, para que brillen,
teniendo en cuenta que tu piel es así, pues me irradias
el pensamiento y los besos tuyos que mis labios piden.
Mientras me hundo entre mis ruidos, tú me invadías.

Ya no respiro como antes y siento hasta mis ronquidos,
pues me falta el aliento de tu perfume que yo tanto pido.
Entre mis mantas no encuentro tus abrazos, y muero
sin las caricias que anhelo de tu piel que yo tanto quiero.

Quise tu piel entre dos besos,
tres sonrisas que yo disfruto
anhelo del cielo en tus cabellos,
solo en cincuenta y cinco minutos.

Y más quisiera yo contarte mi poema, que eres tanto aquí,
desde el Sol en mi horizonte, hasta el mar en su inmensidad.
Y más anhelo yo amarte mi musa, que te extraño tanto así,
desde mis brazos en tu cuerpo, hasta tu sonrisa de verdad.

lunes, 24 de febrero de 2014

Síntomas de una vida.

Es una vida inefable e inestable, que se tambalea acatarrada tras una truncada senda que todos llamamos destino, el cual se truncará, se bloqueará y será pasto de las desesperanzas. Errante el ser que se acuesta repleto de mantas por un frío imperial, un frío que acampa en la piel levantándola y haciendo que parezca de gallina, tiritando cuando el frío cesa, por las bajas defensas de un cuerpo invadido por agentes externos, seres casi invisibles que te arrancan las ganas de vivir y te demuelen las ansias de moverte. Recostada y tumbada frente a la vida que pasa, frente al virus que te arranca de ti y te sienta tras la puerta de tu habitación, separándote del gentío. Y no hay ganas de nada.

Ni de ver la lluvia como antes, solo calientes aguas que resbalan por tu garganta irritada proporcionando un placer indescriptible, el repentino calor al llegar a tu estómago que te sube la temperatura, ese efímero placer que conforma las pocas ventajas de estar así, alejada del movimiento rutinario, pero no por voluntad. El beso que tanto ansías no te apetece tanto, la nariz congestionada de incomodidades, de inestabilidad en tu salud, la desgana de una derrota temporal, pero llega el evento que ni dañada puedes evitar y tienes que ponerte la ropa que está fría, ponerte la bufanda que te asfixia porque necesitas la mayor abertura para dejar pasar el aire a tus pulmones, el viento que sosiegue al corazón que perezoso pero ansioso desea poder recorrer la calle sin el más mínimo percance.

La tranquilidad de un sistema respiratorio sin obstruir, de un pulmón que alterne entre lleno y vacío sin problemas de una vida que te ahorca, de un presente que te tapona el bienestar, el peso de una mucosidad estática, que te quita las ganas de seguir adelante porque siempre está ahí, por mucho que la expulses, un sentido obstruido y un oído sordo por el malestar general de una vida colapsada por el contagio de una pena de alguien ajeno. Un temblor por la debilidad del alma que yace sobre tu regazo, ven tómame, yo seré la cura que la tele no anuncia, seré la ayuda que el médico no receta y sobre todo seré el único compuesto que no estará sujeto a impuestos, pues la vida tiene cura, y no cuesta más que un demente enamorado.

Tras mi mente.

He vivido a la sombra de mis perspectivas, más bien vivo. He intentado no hacerme caso pero no puedo, es imposible, suelo hacerme daño continuamente, en donde más me duele siempre. Mi mente suele ilusionarme con una sonrisa de un chico en un futuro muy cercano, mi sonrisa. Pero nunca llega y la sensación es demoledora, me rindo ya, no puedo más, me puede mi propio pesimismo, o eso creo, o eso siento. Es increíble que yo quiera hacer tantas cosas pero me lo impida mi mente turbulenta, perturbada por vete a saber qué e idealizándolo todo, pues no me queda otra forma de ser feliz que engañarme y decirme que yo no tengo la culpa, ¿qué más me queda si no?

Soporto la existencia, la carencia de recursos de mi mente podría soportarla también, no sé cuánto tiempo ni por qué. Pero yo siempre estoy tras de mí, que hagas esto, que hagas lo otro, siempre así, siempre así y ni un puto resultado, bueno, hay algún matiz más de responsabilidad, aunque no el suficiente, aunque no el necesario joder. No lo consigo, no sé si lo hago adrede para terminar autodestruyéndome, no lo sé. Tampoco sé si quiero seguir viviendo, no sé nada de lo que siento porque siempre que siento algo me engaño, ¿qué coño será real en mi cabeza?

Es muy fácil decirme que haga una cosa y o la otra, pero es imposible que mi mente se centre y la haga sin rodeos, es totalmente inútil intentarlo. Yo quiero, lo intento, lo intento y lo intento nuevamente, pero no puedo, no puedo, joder, cada día que veo mi reflejo en un espejo me asqueo más, no consigo ser lo que mi mente imagina, no puedo ser nada de nada siendo así.

¿Será por desamor? Quizás todo esto sea debido a mi larga lista de fracasos amorosos, aunque últimamente no me había fijado en nadie, hasta que llegó esa flor y fertilizó mi jardín de ilusiones, quizás es por eso por lo que no me centro y cada día que pasa desembocó en mil desilusiones. ¿Por qué me gusta tanto el amor? Por qué, sí, por qué. No sé si es eso, pero no puedo más, me muero poco a poco y no encuentro la razón, y mucho menos la solución... Ayuda...

viernes, 21 de febrero de 2014

Todavía entre mis anhelos.

Puse la sonrisa en mi rostro y la ilusión en el tuyo,
puse el corazón en mi puño y el amor aquí fluyó.
Desde mi mente hasta la tuya, de mi dolor a mi ser,
siendo yo la causa de todo, siendo yo el que dice ven.
Pero mira qué dichosa es la realidad, allí lejos naciste,
pero mira si es curiosa la belleza, donde estoy yo viniste,
aunque lo más sorprendente es que del otro lado del charco
zarpaste rumbo a esta isla, y te conocí, y ya te quiero tanto.

Te levantas en mi visión como la Luna que bella me sonríe,
me miraste una vez y mi corazón quedó prendado y ya ves.
Plasmado ante tus fotos, las miré y un te necesito yo dije,
voz temblorosa, manos tiritando, pecho partido en tres.
Tres pedazos y cuatro sonrisas, y cuatro deseos yo tengo;
uno eres tú, el segundo dije que son tus besos, tus besos.
Contando tres miré tu foto y son tus abrazos, los quiero.
Aunque llegando al cuatro me dije, es tu amor, es eso.

Y así crecí yo,
amor y adiós;
adiós silencio.
Y dije hola, sí,
pero nunca, ni
nunca, te vi,
nunca sentí el pecho,
me siento necio
e insatisfecho.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Quisiera tanto.

Quisiera poder verte corriendo hacia mí con una sonrisa y con un paso cada vez más acelerado y que al llegar a mí casi me tires al suelo porque me abrazas dando un salto, quisiera que fuera así sin siquiera esperarlo, quisiera que fuera real no más que una mera imagen que mi mente crea basándose en los recuerdos de tu imagen. Quisiera poder besar tu cuello y notar como se eriza la piel de tu espalda, que te gires porque no aguantas las cosquillas y me arranques un beso sin yo esperarlo. Quisiera tenerte entre mis brazos unos diez minutos seguidos, sin articular palabra, sin siquiera mirarnos, pero porque no hará falta, porque todo lo que sintamos en ese mismo momento sea por el contacto de nuestra piel, la tranquilidad de nuestra compañía y la paz que coexistiría gracias a nuestra unión.

Quisiera el roce de tus dedos en mi espalda, tan suave, tan escalofriante sensación que me adormecería, quisiera tus besos que suban por mi espalda y lleguen a mi cuello. Poder sentir tus suspiros mientras duermes sobre mi pecho o sentir tu corazón cuando yo duermo sobre el tuyo. El amanecer de una sonrisa que emboba, una lucha entre sábanas que desemboque en pasión, el anhelo de tu piel friccionando contra la mía, quisiera beber de tu empatía, ser tu escudo y tu espada contra la vida y que tú seas mi hacha y mi armadura contra esta vida.

Quisiera que dejaras el olor de tus besos en mi barba, para que la barba se lo pasara a mi almohada y al soñar pudiera sentir tu perfume mientras fantaseo con tus invisibles besos. El anhelo de un chico que sueña despierto, que vive en tus reinos. El chico que quisiera ser tu compañero en esta aventura, chocar los puños y enfrentarnos a todo obstáculo. Quiero mirarte mientras duermes plácidamente y sentir la paz en tu sosiego, en tu descanso certero y sincero beso que te dé al despertarte, quisiera no engañarme y vivir bajo la luz que un día me diste, guardando cada gota de ella en mi memoria, intentando que no se funda, que ilumine los besos que solo te doy de cráneo para adentro.

Quisiera poder llorar en tu hombro cuando la vida me arranque el pecho, ser tu luz incluso si pudiera. Quisiera ser en tu jardín el gran roble, una figura cercana, respetuosa con el medio ambiente que comprende las colinas y llanuras de tu cuerpo, no ahogarte en penas y ser tu alegría, no entristecerte con mis aullidos de dolor cuando me duela, quisiera ser únicamente una ventaja en tu día a día y no una desilusión. Quisiera ser tu aliado en esta batalla, pero tu compañero en esta fiesta. Quisiera, más bien, te quiero.

martes, 18 de febrero de 2014

Inesperado respiro.

No te vi, claro, no estabas, no en cuerpo, -bello cuerpo-, pero sé que entre todos tus importantes pensamientos estoy yo, quizás como un simple destello, pero más que nunca me emociona. Tenerte en mi mente es más que habitual, normal y comprensible. Eres tú y es increíble, somos simples motas de polvo en este planeta, un grano de arroz para esta isla, sé que nuestro grito no es más que una fracción de este tiempo tan distante. Pero somos y existimos, es más, existes tú y eso ya hace de mi existencia un tesoro. Una vez pensé en qué sería de mí sin tus palabras que valen oro. Un mensaje tuyo y un miocardio a mil por hora.

No sé vivir como el resto de humanos hacen, yo vivo de la preocupación y en realidad no vivo, deambulo. Pero viniste tú y con unas simples palabras calmaste mis tensiones, mis manos dejaron de tiritar, de andar dejó mi mente, gracias a ti, a tu increíble amabilidad y a tu dulce entrega cuando deseas aliviar mis hombros. Entre la espada afilada y el duro amanecer, una vida idealizada y un duro día al que ver, pero se soporta con un poco de pensamiento en la pequeña y henchida ramita que floreció en el poema de mejores versos que puedan componer, porque sale tu nombre y eso ya lo hace perfecto.

lunes, 17 de febrero de 2014

Canción paciente.

Si verso tras verso no siento mi voz,
ni tras el espejo siento la vibración
de un amor gélido cortante cual hoz.
Si beso tras beso no siento mi amor.

Abrí las cortinas, para que entre tu luz,
me senté en una esquina, esperé el alud.
Abrí mi corazón, para que entres aquí tú,
mas sentí el rechazo de esta pesada cruz.

Si verso tras verso no siento mi voz,
ni tras el espejo siento la vibración
de un amor gélido cortante cual hoz.
Si beso tras beso no siento mi amor.

Escogí las sábanas más cálidas, para mí,
me arropé y me sentí cómodo, por una vez;
quise quedarme acostado y así nunca salir
pero al huir de un dolor encontré tres.

Si verso tras verso no siento mi amor,
ni tras el espejo siento la vibración
de un amor gélido cortante cual hoz.
Si beso tras beso no siento mi voz.

domingo, 16 de febrero de 2014

Ardiendo en mí.

Siento el fuego en mis venas, el ardor que no cambia de rumbo, directo al corazón donde hierve, donde se evaporan mil ilusiones que luego se condensarán en mis ojos formando lágrimas. Formando agrias estructuras salinas disueltas en mil esperanzas que se volverán a evaporar al salir de mí. Y mis rodillas se rasparán al rozar el suelo, al caerme de nuevo por no saber decirte que te quiero. Y mis dedos rozarán tu foto pensando y preguntando siempre "¿Por qué no puedo?", y claro, no sé por qué. No entiendo por qué no puedo ser feliz, a tu lado o solo. Por qué siempre, por qué nunca. Y por qué yo siempre como primera pregunta.

Ahora sentado a oscuras, en la más siniestra penumbra, nadie vela por mí, nadie se desvela cuando piensa que no estoy ahí. Nadie, absolutamente nadie. Beethoven acompaña mis desvaríos, mientras siento que me hundo por momentos, que odio estar así, que odio vivir sin ti, sin mí y sin mi cordura. Te veo, te estoy viendo ahora mismo, aunque no eres tú, es tu imagen plasmada en mi retina, tu fotografía que maravillosamente suscita el contoneo de mi corazón baldío. Tus labios del color de la pasión, tus manos y sus oscuros extremos, tu cabello que puedo sentir entre mis dedos, ondeante como la superficie del mar, tu adornada mirada penetrante y esa suave piel que tanto anhelo rozar. Eres tú, tan bella. Tanto como las sensaciones que siento por verte.

Pero cuando me miro desde fuera solo veo a un penoso ser, que refugiado y atrapado bajo el techo y las paredes de su habitación te escribe, te grita en voz baja que vengas, un patético hombre que no lucha por vivir, solo por sobrevivir en un mundo lleno de sonrisas efímeras; mas tú apareces un día en mi vida, mas yo aparezco en tu vida, nunca imaginé que te podría querer tanto, pero quizás es mi estupidez insana de un pasado incompleto. No, no es eso, eres un cúmulo de polvo de estrellas que perfecto alcanzó el dorado tono en los pétalos, transformaste la luz que me llegaba en un haz de vida, una luz tan blanca que el ojo humano no es capaz de verla, solo puede sentirla con el corazón, con el retumbar del amor en él.

Un día llegaste y me viste, pero yo te miré y pensé, te miré y murmuré, no puedes ser real. No podía imaginar cómo fuiste esculpida por los dioses de la perfección, y yo que soy ateo veo en ti la divinidad que jamás existió. Veo que para poder formar una sola curva de tu cuerpo hizo falta la magia de una estrella que hace eones que desapareció. Todos somos polvo de estrellas, es así, pero tú no, tú eres su luz, su calor, su energía. Eres la única tecla en el piano del universo que aún suena, como un 'mi' zigzagueante entre mis sonrisas, como un pentagrama ordenaste mis pensamientos, y ayer quise quererte, hoy deseo amarte y mañana anhelo besarte. Ante el asombro de mis sentimientos, no me importa el dolor que cause tu ausencia, mientras te vea sonreír, pero no puedo negar, mi poema, que el deseo más grande en mi pecho es poderte besar.

Besarte a ti y a tus sonrisas.

sábado, 15 de febrero de 2014

Lagrimales secos.

Un alud de sensaciones atrapando mi pecho, encerrándolo bajo tierra, sepultado a kilómetros de la felicidad. Un amor exhausto, un corazón púrpura del frío, no late, tirita. Mis manos cuando dibujan una sonrisa tiemblan, se asustan pues se sienten incómodas al hacerlo. Ni sonrío sinceramente, ni bailo, ni canto, ni disfruto de la comida, ni disfruto del descanso. No me entiendo ni sé por qué ocurre esto. O sí lo sé pero no sé explicarlo. Ya cuando camino no siento el progreso, cuando imagino no siento los besos, he intentado apartarme de la vida, pero no puedo. Soy un peón del dolor y un esclavo del silencio, del silencio que emana la soledad, la soledad de este perturbado. De este enajenado ser que ya no sabe ni vivir.

Incluso bebiendo directamente del cuenco de la amargura, ni siquiera con la daga certera que atravesó mi tórax. Nada puede, nada pudo. Trasnocho cada par de noches, me vuelvo loco y me desentiendo de todo. Pero mi mente a 200ºC lo procesa todo y todo se queda ahí, en la mente, corroyendo el bienestar. Escapé en gran medida de todos mis dolores, cada paso era un distanciamiento de la represión mental y un acercamiento a la libertad perpetua de pensamiento sano. Pero cuando me di la vuelta para ver si me seguían no vi nada, por lo que giré de nuevo y allí estaban. Desde la autodestrucción hasta la decepción.

Lo intenté con todas mis fuerzas, no lo lograba, no lo conseguía, no lo consigo. Es imposible, es increíblemente difícil lograrlo, es como pedir que llueva con el cielo totalmente azul. No era factible ese deseo. Tras mil veces que me miré en el espejo no conseguí poder hacerlo. El dolor era ya el 80% de mí y no salía nada. No conseguía llorar. Ni una lágrima que desahogara la opresión que el pecho sentía. Nada, ni un simple respiro. Pero...

Mientras me arropaba la gruesa capa del tormento,
incesante en su tortura, incansable en mis lamentos,
lástima de mi vida, mi estancia y de mi vana existencia;
la angustia del corazón, un quejido, una vivencia
anunciaba mi estallido, en mil pedazos mis sentidos,
recordé que te quería, que te amaría si no te has ido.
Aunque te vi soñar con él, desear su piel; y me senté,
ya no podía más, sin ti, sin mí y sin nada, por fin...
lloré.

viernes, 14 de febrero de 2014

Vivir en la imaginación.

Revoloteando hallé mi esperanza esta noche,
¿dónde tengo que besar para que me ames?
Tengo siete besos preparados para tus roces.
Tengo sentimientos que te desean y dicen 'dame'.

Viví el raro anhelo del amplio espectro amoroso
desde caricias hasta fuertes abrazos y miradas.
Mendigando hallé mi vida, por un poco de gozo,
una sonrisa, un abrazo o una simple bala.

Vagué por mis neuronas, vi tu nombre allí,
en paredes y en techos, en suelos y anhelos.
Desde el alba hasta el crepúsculo, te quiero a ti.
Mas cuando lo pienso me duele el cielo.

Y es así el ser humano, así es el roce vano.
La brisa estática que encadenó mi iniciativa,
el miedo pálido que paralizó mi tierna mano
cuando traté de besar, para sentir tu saliva.

jueves, 13 de febrero de 2014

Introspección.

¿Dónde estás? Ya no siento el tacto suave de la escritura en mi mente, siento que ya no sé escribir, que estoy empezando a decaer, ¿la decadencia de mi inspiración estará ligada a mi malestar? Veo mi sombra alargarse a medida que sigo caminando, veo mi sonrisa atrapada tras un cristal blindado, que yo suelo llamar pensamiento. Trato de encontrarme, de verme más allá del reflejo infecto que me persigue a todas partes. Siento un eco seco que me oxida, óyelo tú también. Imagina un silencio asesino, solamente escuchas latido brusco que se repite pero con un intervalo de tiempo más amplio entre latido y latido, y cada vez a menos volumen, como si se alejara, como hizo mi alegría un día gris de noviembre.

¿Dónde estás? Intento volar y llegar hasta la Luna, ese astro que me sonríe y brilla a plena luz cuando me siento solo y aunque no me abrace ni me diga nada, ahí está, no se va. Y aunque no esté en mi cielo sé que allí está, alta, esbelta, hermosa como ella solamente puede. Aunque asemejo la Luna a una flor, siempre está ahí, me quede a verla o no relucirá sus pétalos brillantes y permanecerá bella hasta que se marchite, en el caso de la Luna me marchito yo.

¿Dónde estás? La inspiración cede, ya no es como antes, siento que ya no tengo el don de escribir como antes pensaba, me amargo -¡Qué raro en mí eh!-. No estoy orgulloso de lo que siento, no me gusta ir por ahí diciendo que estoy mal, lo detesto con todas mis fuerzas, pensáis que me encanta dar pena, que me encanta hacerme el triste para que me vengan a consolar, pues aclararé que nadie viene a consolarme y me tengo que joder, nadie pretende entenderme y me tengo que joder, nadie está a mi lado en los peores momentos y sorpresa, tengo que joderme.

¿Dónde estás, mi anhelo? Intento aguantar erguido, henchido ante esta vida, que a base de desilusiones me va atacando. Mis defensas aún resisten pero necesitan los refuerzos que solo tus besos me proporcionan, necesito ese abrazo que declara la paz entre mis emociones, necesito tu aire y tus perfumes, tu piel y sus texturas, tu amor, tu calor y tus locuras. Imagíname, no soy más que un cobarde que vive engañado, jamás me he rendido ni lo haré, pero sufro ahora más que nunca y no hay nadie, no hay nadie...

Fue el recuerdo encogido entre bemoles,
lo mantengo ausente de vida y de luces.
Orbitando mi Luna mas quemado por soles
rompiendo mi mente, la que me cubre.

Devolví la mirada a tus ojos, te veo bella,
encantadora, tan volátil en mis fantasías.
Organicé mis deseos y tú eres la huella
rondando mi anhelo e invadiendo mis días.

Ondea tu cabello en mi sueño, en mis orillas...

miércoles, 12 de febrero de 2014

El brillo de tu felicidad.

Intenté comprender la vida tantas veces ¿Y quién no?. Pues comencé a comprender que el dolor sufrido me lo merezco y el que venga me lo mereceré. Ya lo tengo asumido, no debería quejarme pero lo haré siempre, pues es la base de mi literatura. Pero esto que escribo no es por mí, es por ella, no te extraña, lo sé. Es que a medida que empezaba a entender el por qué de los dolores y las lágrimas derramadas, se produjo un hecho que llevo tiempo dándole vueltas, miles de vueltas: ¿por qué sufre ella? ¿Por qué?

La he notado trasnochar, la he notado llorar, la he notado distante debido a un presente hiriente y constante. Y me pregunto ¿Cómo puede esta puta vida tratarla así? Ella, y solo ella se merece la sonrisa más amplia que puedas encontrar, es la luz que jamás se apaga y la vida se lo paga así, rompiéndole el corazón y la ilusión. La vida ya no tiene sentido, es un caos de variables que actúan al azar, al azar más dichoso que ataca a quien nunca lo mereció, a sus labios que seguro se secaron cuando el árido bofetón del desamor coronó su cumbre.

Trasnochaba por mis penas, por mi desasosiego más penetrante, pero la vi sufrir a ella y mi corazón paró, se detuvo y dio marcha atrás. Buscaba respuestas, buscaba el por qué mi pequeña flor platónica no era dueña de la Tierra. No obtengo más que injusticias, actos que no son proporcionales a la bondad de esta damisela en apuros. Quisiera saberlo pero la jodida vida me oculta sus planes, que yo pensaba que se trataba de equilibrar hechos con consecuencias, pero veo que es solamente un plan maquiavélico para hacer sufrir a quien le dé la gana. Nunca más confiaré en el destino corrupto, es que la vi llorar y mi mundo se hundió, no puedo aguantarlo.

La vi llorar por él, la sentí distante por él y le digo: "Oye, todos cometemos errores y somos consecuencia de nuestros miedos más arraigados en lo profundo de la mente, pero todos sin excepción evolucionamos, en mayor o menor medida. Pero ella, mi poema aunque seas tú su cielo, ha evolucionado más que nadie, mucho más. Así que ve, bésala y dile 'me quedo' o ve, bésala y dile 'me voy'. Pero ve y dile, ve y dale lo que se merece, su consuelo, un adiós certero o un te quiero, porque yo no puedo, ella no quiere. Pero a ti sí".

Por tantas injusticias que he pasado yo, tantos hastíos que me pudren en vida, el que más me hace morir por dentro es su sufrimiento. Cada lágrima que derrames y no sea merecida solo produce un desequilibrio de sentimientos inhumano. Aunque mi presencia no te produzca el placer que yo quisiera, estaré siempre a tu lado para darte el consuelo que no te da la vida.

Te daré el hombro que aunque no busques, necesitas. Te daré el abrazo que sé que te devolverá el calor a tu corazón. Te daré las miles de sonrisas que tu rostro debe lucir. Y si fuera por mí te daba los millones de besos que mi cuerpo anhela darte, te daría toda la vida, desde dolor -de forma involuntaria-, hasta el orgasmo más placentero que puedas sentir, pues tanto te quiero que hasta me salto lo íntimo, solo deseo tu placer y tu calma, pues la vida dicen que son dos días pero yo ya tengo veintiún años y el sufrimiento abarca la mayoría absoluta, pero dos días de felicidad compensan estas décadas de dolor. Y mi mano te dará lo que tú quieras, amistad, amor, consuelo y lo mejor de todo, compañía fiel.

martes, 11 de febrero de 2014

Invierno cálido.

La escarcha en los ojos emergen del gélido corazón,
sazonado con brotes que congelados murieron jóvenes.
Convirtieronse en desgana, en desánimo; ausencia de amor,
que se derritieron en la mente, corroyendo tantos túneles
donde vivía la ilusión, ya no hay más que un sendero vacío.

Nevó de nuevo en mis lagrimales, parece que se acerca un temporal,
sensaciones que hielan el ser, el estar e incluso el poder llorar lo fatal.
Ya ni escribo sin tiritar el miocardio, lo siento gélido rogando piedad,
y es cierto mi pequeña gran flor, el frío no te sienta bien en mi cavidad.
Entre el pecho y el amor ya no hay simbiosis, se desencadena el río.

Resto días a la esperanza y los sumo a la locura, no a la sana, a la hiriente,
a la fuerte que enraíza en el hielo más férreo que siembra pánico cortante.
Tras el alud de desilusión, se posó en la cicatriz el cubito de cruda mente,
la que fuerte me rompió el presente, me gritó que no hay futuro adelante.
Aun así sigo queriéndote, aun así sigo deseándote, pese al gran hundido hastío.

Huella que tu nombre de uve doble inversa sobre un tallo dorado que derrite
tanto el hielo, tanto el anhelo como el desespero, el síntoma de mi falso cielo.
Tengo tu beso en mi mejilla bien guardado, me dará calor y si eso se repite
seré la felicidad en verano, la ilusión del ser humano, tenerte en mi beso.
Mas besé la espina de la rosa más bella de este dorado prado, lo sentí mío.

El hielo ya es líquido en tu beso,
el ardor lo calmó y siento el peso
de un hombro tenso que cede ya,
ante la sombra de tu pétalo, verás,
en mi mente estás, no te has ido.
Verás seré tu ángel, aunque caído,
entre tus besos me impregno el oro
que tus labios dan,  aunque yo solo.

Mírame, bésame si quieres sentirme.
Bésame, mírame si quieres amarme.
Ámame, siénteme si quieres besarme.

No me hieras, quiéreme aunque desees alejarte.
No te alejes, hiéreme aunque desees quererme.
No me quieras, aléjate aunque desees herirme.

No me hagas caso y ven, no me hagas caso y abrázame.
Necesito tu consuelo cálido, tu sol en mi Luna enferma,
amordaza el silencio que me evade del sincero pésame.
[Deseo sentir tu cuerpo.]
Mi corazón anoche me dictó: eres mi luz, mi único poema.
[Mas por eso yo lo siento.]

lunes, 10 de febrero de 2014

Esperanza de humo y ficción.

Tras el velo vi su rostro, triste, oscuro, distante y vacío. Le pregunté: '¿Qué tal?' y no hubo respuesta, silencio y nada más. Le intenté hacer hablar, mas no pude, no podré. Es duro verla irse cuando ni siquiera se ha levantado, es duro verla llorar cuando ni siquiera ha sentido. 'Te quiero' -le dije-. Sonrió, hecho que aceleró mi corazón, y nada más.

Le dije: 'Venga, levanta, vámonos a mojarnos bajo la lluvia', me dijo que no es lluvia, son sus lágrimas y tras decirlo el cielo se despejó y su rostro empezó a llorar. La vi triste y pálida por eso insistí: 'Vamos a comer algo, que hay comida ¡Y es gratis!', miró el banquete con desdén, dijo: 'No es comida, es mi dolor' y tras decirlo, miré el banquete y ya no estaba, la miré de nuevo y vi sus labios secos y quebrados. Me agarró del brazo, suave, sin fuerzas, muy débil. Me miró y me dijo entre tartamudeos: 'Lo intento, te lo juro'. Pose mi mano sobre la suya, que estaba en mi hombro, le sonreí y cuando parpadeé ya no estaba, estaba de vuelta en su silla y no me dirigía la palabra, se apartó y nada más.

Me acerqué sigilosamente por su espalda y le di un susto, se giró y me dio un tortazo, al volver la cara hacia ella ya no estaba, estaba en el otro extremo de la sala, como a veinte metros. Me acerqué de nuevo, esta vez le robé un beso en la mejilla, me miró y dijo: 'Gracias' y nada más. Me senté a su lado aunque no quisiera, miré disimuladamente hacia otro lado, volví la mirada a ella y ya no estaba, me llegó un mensaje al móvil y era de ella que decía: 'Perdona, hay mucho tráfico y llegaré tarde'. Miré a mi alrededor y estaba solo, en medio del salón vacío de mi casa y sin sillas, antes había muchas. Me senté en una esquina en el suelo, me puse la capucha de la chaqueta para sentirme seguro, me encogí como pude, cerré los ojos, dije tu nombre y mi sentimiento: '[...] te quiero', me dormí y nada más.

Amor pétreo.

He vagado errante e idiota por este mundo confuso,
posando la mirada en ella, mi amada, por quien deliro.
Portando mi dolor, del que no callo jamás, que ni pudo.
Teniendo mi corazón en el filo de una navaja, cuando te miro.


Cuántas veces soñé contigo, a dos centímetros de mis labios
mientras posé mis manos en tu cadera, tan esbelta y bella.
Te susurré mil palabras pidiéndote cordura, no pude evitarlo,
cuando no llegué a besarte ni en mi sueño, por miedo a la vida.


Sé que te desvela el dolor del desamor que se funde y se evapora,
que te vuelve loca tu mente y el ardor de tu garganta te desgarra.
Te quiero como a nadie pero tú no ves lo mismo que me enamora,
y cuando pienso en tu silencio ante mi situación, que es macabra.


Abre tus ojos, mírame llorar.
Ama mis besos, nada más.
Te querré como al aire, de verdad.
No suplico, ni respiro nunca más.


Mírame, por favor mírame llorar.
Harto de mi amor vano, nada más.
Te veré partir como el aire, de verdad.
Ni vivo, ni muero nunca más.


Te esperaré, no sé cuánto ni por qué, mi dulce ángel,
quise tejer la luz de tu mirada en mi sueño tan profundo.
Te quiero comentar, que deseo que tu voz me ame y me cante,
pues yo te cantaría que te anhelo, eres mi sendero, eres mi mundo.


Me asusta la distancia, la constancia de un persistente tiempo
que no cesa en su viaje y nos pudre y nos aleja, si es que sueñas.
Vagaré mil días y un millón de noches buscando tu perfume en el viento.
Te diré, de corazón, mi pequeña, que de mis latidos, de mi amor tú eres su dueña.

domingo, 9 de febrero de 2014

Sin tu sonrisa.

Mi mente rechaza la inspiración si tu sonrisa no existe,
me dice que vaya y que te haga sentir dueña del mundo.
No entiende que aunque te ame, soy demasiado triste
para plasmar la sonrisa en tu rostro, me sentí confuso.

Sonríe flor dorada, sonríeme,
ni por mí ni por él, por ti.
Enseña tus dientes, ríete,
mi deseo es verte feliz.

Aunque la distancia junto a circunstancia me aleja de ti,
no importa si el dolor se abalanza e intenta destruirme a mí.
Necesito una sonrisa sincera en tu faz, si no nunca hallaré paz
en mi reino, entre escombros cuando imaginó tu lágrima fugaz.

Intenté olvidarte, mas erré,
no puedo dejar de verte.
Se apaga tu luz, y lloré,
y mi pecho cayó inerte.

Dime ven y me plantaré ante ti, mi amada, no soportaré tu tristeza,
no te mereces el hastío de esta vida, ni que te sulfure la existencia.
Dime ven, mi poema, y besaré tus pasos hasta que te vea sonreír,
pues sin tus labios alzados en esta vida, yo solo podría sufrir.

viernes, 7 de febrero de 2014

Rabia televisada.

A veces me siento un poco ajeno a este mundo, lleno de superficialidades, gente que siempre tiene prisa, pero nunca me había sentido tan solo en mi propia casa, el único lugar en el que me sentía resguardado del mundo exterior, ahora ni entre estas cuatro paredes me siento uno más. Bueno, esto lleva pasando mucho tiempo y como siempre hay un punto en el que exploto, un punto en el que me dan ganas de enzarzarme a puñetazos con cualquier pared hasta que sangren mis nudillos. Me entristece ver que la televisión va escalando posiciones, ya tenía el monopolio de importancia de mis padres, pero cada vez se superan más y si no les dejas escuchar alguna película que ya han visto varias veces llegan hasta a amenazarte.

Cada minuto que pasa me tienta más y más ir allí y cargarme la tele a martillazos o simplemente cogerla y tirarla con mucha fuerza, cuando no puedes hablar, no puedes casi ni respirar porque el programa que está dando por ese aparato es el aire de los pulmones pútridos de esos elementos, sabes que algo falla, que algo falla de manera alarmante.

La televisión como la canción de Daft Punk "Television rules the nation", aplicable a todos los países de este puto mundo plagado de mentes débiles y de cajas tontas.

Ya no me siento cómodo en mi propia casa, ya no me siento nada ni nadie, pero supongo que a la tele no le importa. Ni a nadie.

jueves, 6 de febrero de 2014

Compleja autodestrucción.

En pedazos mi imagen, puño en tierra, no quiero más.
Roto el espejo que cayó perplejo, sin voz, ni reflejo
que halle y disipe el tedio, ni ver el camino por donde vas.
hondas dagas en el asedio, siento mi sonrisa allí, muy lejos.

El vaso que embriaga se acerca, me llena, me olvida y desata
pensamientos rotos, sensaciones plenas que rompen el hastío.
Mío fue el mundo mas ahora mi mente erra por calles blancas,
vacías tan ásperas, que ni el roce de mis dedos siento, vacío.

No cesó mi luz cuando muros se antepusieron, no pude, no pudieron
detener mi lucha, no más fulgor marchito, no más cúpulas de sal;
nadie imaginó el poder de la soledad, cuando sin pensarlo, se levantaron
sus hachas de angustia y espanto, que de un corte, taló mi mueca y sembró el mal.

Y quién si no ayuda al pobre reflejo de los charcos, quién si no, más que yo.
Me arrodillé ante mi palpable ansiedad, no siento nada, más que un simple ardor,
no cesa, no fluye, se queda ahí, danzante como estable, cortante al hilo de mi voz
pálida, siendo de emociones inválidas nació, vino a mí, y hundida me abrazó.

Mas vaga, diminuto héroe, por praderas inestables, sin vida, infértil, sola, marchita.
Investiga el pequeño ápice que queda de cordura, útil, bella, amada y perdida.
Llantos que el amor por mi flor suceden, deseo inefable, ni el viento los puede quitar.
Lindando con la perfección tu dulce voz, que tantas veces nombro, mi querida;
créeme,
Yazco en el cementerio de ilusiones que se fueron, pues hay un nuevo inquilino;
en la eme.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Soledad de verso a verso.

Mustio el suscitante anhelo que resbaló del párpado
gris y sosegado, cautivado por el negro pálido que hubo resbalado.
Traslúcida ilusión que tornó su hielo en simple líquido salino
que suspiró, gritó, quiso ser y murió antes siquiera de ser mi inquilino.

Ella le lloró, pues su amor se fundió entre sus dedos,
el tiempo pasó, sin temores y sin miedos, se hizo rápido.
Miró atrás y vio el error que comió de su mano, el fuego
que prendió el pecho y fulminó su mente, su amor pálido.

Mas el poeta como en su costumbre, erró al sentir por ella,
pues amor en su pecho cultivó por ella, para amarla.
Mas el poeta en su ingenua mente, la idealizó, es su estrella,
ya imposible la marcha atrás, no hay más remedio que esperarla.

Anhelarla.
Tenerla en mente.
Contemplarla, llegué a destiempo.
Besarla, solo en mi mente.
Su pecho solloza por él, por él.
Desvaría, no por el poeta, pero ausente de alegría.
Yo por tu felicidad cien años sufría, amiga de mi compás, de mi paz.
Ab imo pectore te digo, amada, te quiero.
Pero con cordura te digo, mi amiga, te quiero.

martes, 4 de febrero de 2014

Escultor de sonrisas.

Has visto el techo encogerse y apretar tus sentimientos, te desbordan las preguntas y nadie supo responderlas. Nadie se sentó a tu lado y callado escuchó tus penas. Sé que necesitaste un abrazo cuando la vida te abandonó, cuando el silencio te amordazó y te quitó el suspiro que tanto necesitabas para no asfixiarte. Sentí tu dolor cuando la indiferencia te pisó el pecho y te absorbió, haciendo que los ojos ignoraran tu sufrimiento, y solo hallaste la paz entre las sábanas, entre las lágrimas que secaban tu sonrisa. Te ahorca el desespero, el anhelo que nadie te ofreció. Ni en un hombro pudiste lamentarte y desahogarte. Ni un beso en la mejilla que se impregnara de tus lágrimas, ni un beso dulce que te dijera "aquí estoy, todo saldrá bien".

¿Quién trasnochó contigo hasta que pudiste sonreír de nuevo? Huye de tu dolor insano, huye del sufrimiento del que somos esclavos. ¿Por qué no estuve yo cuando tus ojos se desangraban? Seré ese hombro, ese pálpito, esa palmada, ese beso y ese abrazo que necesitaste, que a veces necesitamos para levantarnos. Seré el antídoto al veneno que la vida inyecta en ti. El aire que necesitas cuando el gentío te asfixia. Seré aquel cimiento que jamás se derrumba. Más sincero que el reloj suizo, y cálido como el caldo de una sopa en plena noche de invierno. Sé que mi oferta parece extraña, ¿Cuál será mi interés? Y es que sí, tengo uno, es verte sonreír, verte vivir y verte cantar sin miedos. Y nada más.

El pecho retumbará ilusiones, relajado como mil infusiones, mustio estará el dolor y tu sonrisa reinará el cielo. Te quiero ver reír, desfruncir el ceño y bailar, de alegría de emoción. Nunca digas que te sientes sola sin contar conmigo, a no ser que esa soledad sea solo por alguien en concreto que quieres tener a tu lado. Ojalá fuera yo, ojalá no quisiera ser tu pasión, pero así es. Mas no importa si quieres un apoyo, un amigo o un desahogo. Mi amor guardado bajo llave jamás te molestará, si así lo deseas. Perdona a mi corazón, es muy perfeccionista y por eso te eligió a ti. Y sea lo que sea que sientas, nunca te negaré mi mano.

lunes, 3 de febrero de 2014

Satélite de mi pensamiento.

Das vueltas alrededor de mi pensamiento, estás ahí siempre orbitando. Eres como la Luna, aunque no te vea sé que estás ahí, donde te necesito, en mi pensamiento. Alzándote en los pocos días de Luna llena, en los que puedo verte con toda tu luz. Sin que nada obstaculice mi visión. Tan bella, tan esbelta. Rondando mi pensamiento cada momento, dando vueltas y vueltas en mi cabeza todos los días, cada segundo, cada instante...

Y me pasa como con la Luna, desearía tocarte, sentir tu superficie en mi piel y algo que la Luna no me ofrecería, tus sentimientos. Desearía deslizar mis dedos por tus cráteres, palpar tus lunares, esas constelaciones que tienes en tu cuerpo, en tu espalda ir besando cada centímetro hasta llegar a tu cuello. Donde te abrazaría con todas mis fuerzas y te susurraría deseos que no escribiría, no por su intimidad sino porque quiero que solo los oigas o los leas tú. Solamente tú. Mi anhelo del cielo.

Hay tantas noches que miro al techo, blanco, pálido y oscuro por la ausencia de luz; y pienso en ti, pienso en qué estarás pensando. También pienso en si estarás durmiendo porque muchas noches te duermes tarde. Me tienta hablarte a esas horas, muchas veces lo he hecho y así realmente es cómo se ha consolidado nuestra amistad, pero muchas veces pienso en decirte lo que siento, cosa que jamás haré si no es cara a cara. Porque lo veo mucho más directo y es lo que a mí me gusta. Pero sé que jamás te lo diré, porque tengo miedo a que te vayas.

Hay muchas noches, muchísimas en las que te siento en mi retina aunque no te veo. Palpo tu imagen como un satélite en mi pensamiento, siempre ahí, dando vueltas y vueltas sin cesar. Sin parar jamás. Sinceramente siento cosas nuevas, tantas cosas nuevas que creo que es amor, pero esta vez de verdad, esta vez no es por miedo. Pero claro, yo nunca he sabido cómo llevar estas cosas y como de costumbre lo haré todo mal.

Pero seré optimista, tanto que cuando suene mi teléfono pensaré que eres tú, que cuando me llegue un mensaje sea tuyo o que si alguien me llama a la distancia por la calle, que seas tú. Solamente por la sensación de ilusión que siento hasta que descubro que no eres tú, como me pasa con la Luna. Mi amada, mi tan lejana sonrisa, mi poema. Solo quiero decirte que eres mi planeta favorito. Júpiter es pequeño al lado de tu belleza, pequeña luz del cielo que iluminaría mi galaxia. Gracias por posarte en mi ilusión, me haces sonreír cuando nada me importa. Justo cuando me colapsaba convirtiéndome en un agujero negro, llegó tu voz y me hizo brillar de nuevo.

sábado, 1 de febrero de 2014

Mis esperanzas.

Imagina llegar a casa de un duro día de trabajo, de un esfuerzo sobrehumano psicológica y físicamente. No dejas de pensar en ese placentero momento en el que te quitas el calzado y sientes un alivio indescriptible. Pero olvidaste las llaves en casa, te da un poco de ansiedad pensar que si no hay nadie en el momento en el que llegas te quedarás fuera vete a saber cuantas horas. Y deseas que haya alguien, quien sea. Ese sentimiento en el que esperas que en tu casa siga estando alguien, ese tan común sentimiento se llama esperanza. Sentimiento que se halla en todas las situaciones de la vida.

En tantas que no voy a comentarlas, pues este es mi texto, estas mis palabras y mi decisión es escribir sobre mis esperanzas. Esas que tanto han hecho por mí, manteniéndome vivo, resguardando sentimientos e ilusiones para que perduren. Aquellas que me siguen diciendo que te bese, que olvide todo, que lo arriesgue todo a un doble o nada. Pero que el pesimismo que se hizo con la mayoría absoluta en el parlamento de decisiones de mi cerebro siempre vota en contra del riesgo. Por eso vivo detrás de una pantalla, y solo escribo indirectas para ti. Creo que ya conoces mi sentimiento, eso me digo. Quiero que te sientas importante, así que estas palabras son para ti:

Eres increíble, créeme. Si eres así conmigo, me imagino lo importante que debes ser para toda la gente cercana a ti. Lee estas palabras detenidamente, eres maravillosa, por mucho que me torture por ti, me encantas, me encanta. Te admiro guerrera, no te has estancado tanto como yo hago siempre, estás en el frente siempre dando guerra, sigue así. Nunca te has rendido conmigo, solo tú has sido capaz, sinceramente. Tiene que ser magnífico pasar diez minutos en tu mente y poder cantar con tu voz, ese tan maravilloso tono que solo tú tienes, por favor, aprovéchalo, muchísima gente necesita oír tu voz. Oírte a ti.

Desearía tantas cosas que te conciernen que quizás deba callar. Has inspirado la mayor etapa de escritura de mi vida, la más larga y la mejor. He escrito casi a diario, temas diversos aunque un poco repetitivo. Pero has logrado que mis textos me encanten, tú y solo tú. ¿Sabes una cosa? No sé si debo decir este pensamiento, quizás te incomode estar cerca mía o cambiará tu comportamiento respecto a mí. Pero ya lo único que puedo perder es mi amada esperanza. Creo que por ti he sentido por primera vez amor, esta vez no es mi auto engaño que me impongo cuando a alguien le gusto. Como último recurso porque temo la soledad. Pero esta vez no, esta vez no, me anclé a tu forma de ser, que tan cautivadora me tiene cautivo.

Léeme, muy pausadamente. Aunque derrame mil lágrimas por ti, aunque deje de vivir por ti, sé feliz por favor, con eso soportaré mi esperanza dulce como seguro que son tus besos.