miércoles, 19 de febrero de 2014

Quisiera tanto.

Quisiera poder verte corriendo hacia mí con una sonrisa y con un paso cada vez más acelerado y que al llegar a mí casi me tires al suelo porque me abrazas dando un salto, quisiera que fuera así sin siquiera esperarlo, quisiera que fuera real no más que una mera imagen que mi mente crea basándose en los recuerdos de tu imagen. Quisiera poder besar tu cuello y notar como se eriza la piel de tu espalda, que te gires porque no aguantas las cosquillas y me arranques un beso sin yo esperarlo. Quisiera tenerte entre mis brazos unos diez minutos seguidos, sin articular palabra, sin siquiera mirarnos, pero porque no hará falta, porque todo lo que sintamos en ese mismo momento sea por el contacto de nuestra piel, la tranquilidad de nuestra compañía y la paz que coexistiría gracias a nuestra unión.

Quisiera el roce de tus dedos en mi espalda, tan suave, tan escalofriante sensación que me adormecería, quisiera tus besos que suban por mi espalda y lleguen a mi cuello. Poder sentir tus suspiros mientras duermes sobre mi pecho o sentir tu corazón cuando yo duermo sobre el tuyo. El amanecer de una sonrisa que emboba, una lucha entre sábanas que desemboque en pasión, el anhelo de tu piel friccionando contra la mía, quisiera beber de tu empatía, ser tu escudo y tu espada contra la vida y que tú seas mi hacha y mi armadura contra esta vida.

Quisiera que dejaras el olor de tus besos en mi barba, para que la barba se lo pasara a mi almohada y al soñar pudiera sentir tu perfume mientras fantaseo con tus invisibles besos. El anhelo de un chico que sueña despierto, que vive en tus reinos. El chico que quisiera ser tu compañero en esta aventura, chocar los puños y enfrentarnos a todo obstáculo. Quiero mirarte mientras duermes plácidamente y sentir la paz en tu sosiego, en tu descanso certero y sincero beso que te dé al despertarte, quisiera no engañarme y vivir bajo la luz que un día me diste, guardando cada gota de ella en mi memoria, intentando que no se funda, que ilumine los besos que solo te doy de cráneo para adentro.

Quisiera poder llorar en tu hombro cuando la vida me arranque el pecho, ser tu luz incluso si pudiera. Quisiera ser en tu jardín el gran roble, una figura cercana, respetuosa con el medio ambiente que comprende las colinas y llanuras de tu cuerpo, no ahogarte en penas y ser tu alegría, no entristecerte con mis aullidos de dolor cuando me duela, quisiera ser únicamente una ventaja en tu día a día y no una desilusión. Quisiera ser tu aliado en esta batalla, pero tu compañero en esta fiesta. Quisiera, más bien, te quiero.