lunes, 10 de febrero de 2014

Amor pétreo.

He vagado errante e idiota por este mundo confuso,
posando la mirada en ella, mi amada, por quien deliro.
Portando mi dolor, del que no callo jamás, que ni pudo.
Teniendo mi corazón en el filo de una navaja, cuando te miro.


Cuántas veces soñé contigo, a dos centímetros de mis labios
mientras posé mis manos en tu cadera, tan esbelta y bella.
Te susurré mil palabras pidiéndote cordura, no pude evitarlo,
cuando no llegué a besarte ni en mi sueño, por miedo a la vida.


Sé que te desvela el dolor del desamor que se funde y se evapora,
que te vuelve loca tu mente y el ardor de tu garganta te desgarra.
Te quiero como a nadie pero tú no ves lo mismo que me enamora,
y cuando pienso en tu silencio ante mi situación, que es macabra.


Abre tus ojos, mírame llorar.
Ama mis besos, nada más.
Te querré como al aire, de verdad.
No suplico, ni respiro nunca más.


Mírame, por favor mírame llorar.
Harto de mi amor vano, nada más.
Te veré partir como el aire, de verdad.
Ni vivo, ni muero nunca más.


Te esperaré, no sé cuánto ni por qué, mi dulce ángel,
quise tejer la luz de tu mirada en mi sueño tan profundo.
Te quiero comentar, que deseo que tu voz me ame y me cante,
pues yo te cantaría que te anhelo, eres mi sendero, eres mi mundo.


Me asusta la distancia, la constancia de un persistente tiempo
que no cesa en su viaje y nos pudre y nos aleja, si es que sueñas.
Vagaré mil días y un millón de noches buscando tu perfume en el viento.
Te diré, de corazón, mi pequeña, que de mis latidos, de mi amor tú eres su dueña.