jueves, 13 de febrero de 2014

Introspección.

¿Dónde estás? Ya no siento el tacto suave de la escritura en mi mente, siento que ya no sé escribir, que estoy empezando a decaer, ¿la decadencia de mi inspiración estará ligada a mi malestar? Veo mi sombra alargarse a medida que sigo caminando, veo mi sonrisa atrapada tras un cristal blindado, que yo suelo llamar pensamiento. Trato de encontrarme, de verme más allá del reflejo infecto que me persigue a todas partes. Siento un eco seco que me oxida, óyelo tú también. Imagina un silencio asesino, solamente escuchas latido brusco que se repite pero con un intervalo de tiempo más amplio entre latido y latido, y cada vez a menos volumen, como si se alejara, como hizo mi alegría un día gris de noviembre.

¿Dónde estás? Intento volar y llegar hasta la Luna, ese astro que me sonríe y brilla a plena luz cuando me siento solo y aunque no me abrace ni me diga nada, ahí está, no se va. Y aunque no esté en mi cielo sé que allí está, alta, esbelta, hermosa como ella solamente puede. Aunque asemejo la Luna a una flor, siempre está ahí, me quede a verla o no relucirá sus pétalos brillantes y permanecerá bella hasta que se marchite, en el caso de la Luna me marchito yo.

¿Dónde estás? La inspiración cede, ya no es como antes, siento que ya no tengo el don de escribir como antes pensaba, me amargo -¡Qué raro en mí eh!-. No estoy orgulloso de lo que siento, no me gusta ir por ahí diciendo que estoy mal, lo detesto con todas mis fuerzas, pensáis que me encanta dar pena, que me encanta hacerme el triste para que me vengan a consolar, pues aclararé que nadie viene a consolarme y me tengo que joder, nadie pretende entenderme y me tengo que joder, nadie está a mi lado en los peores momentos y sorpresa, tengo que joderme.

¿Dónde estás, mi anhelo? Intento aguantar erguido, henchido ante esta vida, que a base de desilusiones me va atacando. Mis defensas aún resisten pero necesitan los refuerzos que solo tus besos me proporcionan, necesito ese abrazo que declara la paz entre mis emociones, necesito tu aire y tus perfumes, tu piel y sus texturas, tu amor, tu calor y tus locuras. Imagíname, no soy más que un cobarde que vive engañado, jamás me he rendido ni lo haré, pero sufro ahora más que nunca y no hay nadie, no hay nadie...

Fue el recuerdo encogido entre bemoles,
lo mantengo ausente de vida y de luces.
Orbitando mi Luna mas quemado por soles
rompiendo mi mente, la que me cubre.

Devolví la mirada a tus ojos, te veo bella,
encantadora, tan volátil en mis fantasías.
Organicé mis deseos y tú eres la huella
rondando mi anhelo e invadiendo mis días.

Ondea tu cabello en mi sueño, en mis orillas...