miércoles, 18 de diciembre de 2013

Un respiro.

Estaba pensando como mi mente acostumbra a hacer a todas horas, recordando cosas que dije, cosas que me han dicho, valorando la veracidad de mis pensamientos, cuánto es real, cuánto ha modificado el olvido. Y cierto es que como siempre me he sentido agobiado, mis metas se difuminan, ya no sé qué quiero ni qué espero de mí. Siento una soga al cuello y no sé si la puse yo o si se puso sola. Cada cosa que surge desemboca más el río en mi mente, desbordándola, haciendo que sucumba hacia el ahogamiento. Cava su propia tumba, y no hay flores en la lápida, solamente un nombre, dos fechas y la deseada paz. La tensión de un cable que cada vez más fuerte aprieta mis muñecas y tira de mí como si de un esclavo se tratase.

Arrastrado por mi entorno, haciendo daño a mis ganas de vivir y rompiendo el lazo que une vida con felicidad. Así me hallo yo, en miniatura al lado de mis gigantescos enemigos. Intenté alejarme, encerrarme en mi castillo de soledad, de paz y de descanso mental. Mas no fue posible, ventanas y recovecos fueron más que suficientes para que los tentáculos asfixiantes penetraran en mi santuario y rompieran mi mente; desgarrada mi voz me rendí, me arrodillé maniatado, observaba con detenimiento y con alta nitidez mis cadenas, pesados aceros forjados exclusivamente para mis muñecas. Tras varios segundos vi una gota caer desde mi mejilla hasta las cadenas y sentí una leve paz, un breve descanso.

¿Sería así mi solución? Ya que la ausencia me es imposible, ¿Es posible que llorar sea el placebo necesario ante este sufrimiento que yo mismo me entrego? No lo sé, pero la sensación que siento al sentir esta encharcada visión no me la ha dado nadie, al menos casi nadie. Pero sé una cosa, quizás no fue ayer, ni es hoy, pero yo presiento que mañana, mi gran mañana, sentiré la paz, la deseada tranquilidad, mi mente detenida por el susurro de su voz. Congelando el taladro que perfora directamente en mi cordura, quizás sea la distancia de aquí la que me tranquilice, quizás sea su compañía, quizás sea la ilusión que siento y la imaginación que he ido alimentando, quizás todo lo que esté relacionado con ella me dé por fin un respiro.