jueves, 19 de diciembre de 2013

Complejo sentimiento.

Miré el cielo nocturno, no está estrellado, pero es negro como el dolor, vimos la Luna esbelta, grande y brillante, como siempre lo estás tú. Júpiter bailaba con ella, pequeña pero brillante, como siempre estoy yo. Es increíble ver tanta belleza lejana, distancia que no podemos concebir tan fácilmente. El sencillo claroscuro de mi pecho álgido tornó cálido como el astro que tú iluminabas allí arriba tan pálido. Acompañado por tu sonrisa no me sentí solo en mi trayecto, siento decir y escribir que enloquecí por ti, siento pensar y sentir que confirmé mi atracción por ti. Es así, cuando más azota el frío en invierno yo apago la estufa. Entro cuando todos salen y busco amor cuando quema todavía. Me siento lleno de emociones, me siento raro, me siento nuevo.

No hay dolor ya en mi pecho, el pasado no me atormenta, quizás hablar largo y tendido tuvo sus frutos, me siento tranquilo, ya no deambulo por el pasado para buscar la daga ardiente, ahora ardo yo. Arde mi pecho y mi sentimiento, que sí, lo sé, me estoy equivocando, no debo hacer esto, no debo ilusionar el miocardio, solo son imaginaciones, nada más que vagas ilusiones de trapo que invaden mi mente, qué sabré yo. Si soy sincero quizás se aleje, si no lo soy quizás me torture a mí mismo.¿Qué hago, enloquezco o permanezco? Yo sé lo que haré pero... ¿qué es lo correcto?. Lo mejor para ti, lo mejor para ti y lo mejor para ti, que es lo que me preocupa, quiero sacarte de torturas propias, de torturas externas, alejarte aunque sea temporalmente de tu mente.

Imaginarme haciéndote salir de tu mundo, del dolor, del acecho de la soledad, de la arpía que vigila tus soledades para invadirte, vigía nocturna que te tortura y te ata, que humedece tus ojos y te exalta la respiración, dificultando tu concentración, sentir casi imposible inhalar este tan común aire, me imagino tu rostro alejado del gentío, ausente, dolorido, cuestionándose el por qué o el cómo. Te lo prometo, nunca abandonaré tus manos, no en vano lo digo, no es una promesa vacía, aunque desconfíes, aunque la palabra ya no sea tan veraz como los hechos, te comprendo, siento en mi corazón que hemos sentido cosas idénticas, y quiero de todo corazón, que sintamos el sentimiento idéntico.

Que desvarío, lo sé, que pensarás "¿qué le pasa a este imbécil?" y este imbécil respondería: no lo sé, no sé por qué tú, ni por qué yo, no sé por qué lo haría hasta el infinito. Qué vi en ti, no lo sé, pero lo sé. Qué quiero de ti, nada más que tu confianza. He fallado siempre en mi pasado pero me han hecho daño con intención y sigo aquí erguido y sosegado. Si te extraña, si te molesta, si no lo compartes te entenderé, no te juzgo, ni me juzgo, ni me distancio, me acercaré, seré tu diario, más cerrado que una tumba y más comprensible que la empatía, si por ti caí en este charco de felicidad, no es un accidente, es mi deseo, férreo y fuerte.

Perdóname si me enamoro; estoy loco y nada más...