martes, 24 de diciembre de 2013

Cultivada ilusión.

Días confusos en los que dudé de mi sentimiento, días que en los que tengo miedo de que te alejes y me obsesiono. Creo que estás molesta conmigo y has desaparecido. Creo que no estoy cuerdo y ya volví a fastidiarlo todo. '¿Dónde estás?' me pregunto a diario. Desapareciste un día y yo me preocupo, estarás bien seguramente, pero mi mente es idiota y quiere sentirse mal. Es así, necesita como una droga el dolor que me causa el pensamiento oscuro. Siento que mi mente enloquece pero creo que he mejorado. Creo que ya no soy tan oscuro, creo que no soy tan idiota como en mi pasado. Creo que podré seguir teniendo mis nervios en calma, sé que podré, sé que podré.

Me bordaron con hilos de esperanza que hoy se están descosiendo. Cada puntada era un beso tuyo que yo me imaginaba, cada bordado era tu figura, que esbelta se posaba en mi mirada. No soy más que la aguja que hila mi deseo y tú eres el hilo que forma mi tela. Creció en mí la idea de un tú y yo, la idea de parques infinitos recorridos cogido de tu mano, sonrisas cómplices, risas por cosas estúpidas. Largas charlas sobre lo que sucede en nuestras vidas, haciendo cómico hasta el detalle más serio. Riendo a tu lado, sin preguntarme nada, sin pensar en otras cosas. Sin usar la doble moral, sin temer nada. Sintiendo el roce de tus dedos cuando se entrelazan con los míos, notar tu mirada cuando se fija en mí, notar tu suspiro al acariciar tu cuello.

Sentir tus acolchados labios contra los míos y percibir cómo tu pequeño corazón henchido se acelera. Notar tu dulces gestos de amor. Quiero leer tus cartas, descifrar tus abrazos, leer tu poesía más íntima. Escuchar tu gran don, quedarme dormido cuando me acaricias lentamente la espalda. Ser uno de tus primeros pensamientos en la mañana, que desees mi presencia cuando la distancia nos ataque. Quiero que mutuamente nos apoyemos para sobrevivir, que juntemos nuestros rostros cuando el dolor nos arrope entre lágrimas y cuando más nos necesitemos, aparezcamos.

Ser el avión que transporta la alegría hasta tu rostro. Ser un motivo más por el que sonríes sin razón. Dejar de hacer mi poesía anónima y escribirla con tu nombre. Que tú seas mi yo, que yo sea nuestro nosotros. Que cuando yo caiga, tú sonrías y cuando yo sonría tu me traigas empatía. Que vueles si yo aterrizo, que vivas si yo duermo. Si me apago que tú te enciendas, si me enciendo que tu escribas bajo mi luz; que tu blanca luz sea perpetua, que tus negros se iluminen de pasión, de ilusión, de una alegría armónica que llene y replete tus pómulos de sonrisas. Presumir ante ti de mi belleza, sentir cómo reímos de mi naturaleza burlona, que la tristeza nos una y lo único que nos separe sea la búsqueda de nuestro futuro.