lunes, 30 de diciembre de 2013

Mi sonrisa ante ti.

Danzante melodía que brotaba del frío suelo
sujetando la agonía, que lloró pálida sin consuelo. 
Ni el verde prado, ni tu pelo sedoso la conmovió.
Ni quiso reír, ni paró de sufrir, fue rara y desapareció.

Hablaba de cantos celestiales de una persona real,
Admiraba una pequeña flor de oro que brilla sin igual.
Plantada en un prado oscuro, como la misma vida cruel,
que la enamoró, que le suscitó mil versos en mi papel.

Habló de una persona de pelo oscuro con un pequeño brillo,
Con un nombre precioso, jamás escuchado en mis oídos.
Una persona de díficil contacto, pero que alegra la vida hablarle.
Era capaz de hacer sentir el tacto, y que podría enamorarme.

Contó la distancia que nos separa, que el amor puede ser ilusión
Si yo quisiera intentar besarla, quizás se partiera mi corazón.
No supe respirar, ni quise tartamudear,
Era la princesa de mis sueños, de bello nombre al pronunciar.

Esa diosa de las lagunas, residente en la milagrosa
Pradera cálida de mi pecho henchido, no poca cosa.
Aunque te desvele el pasado y los no tan viejos amores,
Aunque me rechaces, siempre serás para mí la más bella de todas las flores.