domingo, 25 de octubre de 2015

Mi tacto etéreo.

Como el suspiro más eterno lo sentí,
el fantasma de su piel en mi ser era.
Fue tan rápido como fue tan efímero
el ardor del sistema nervioso en mí.
Era ella.

Como el viento, una ráfaga me chocó,
cuya colisión fue ficticia, o eso creo yo.
Y miro mis manos gélido, mas dolido.
Fue inédito, el espectro de tu ser oído.
Lo era.

Como el ente que me invade huí, lejos,
para ver si sentiría de nuevo tu efecto.
Y mirar la verdad en tus reales actos.
Ser el objetivo de tu tacto.
Te sentí.

Estando tan lejos, sentí tu piel rozarme,
abrí los ojos y no sé si fue sueño o qué.
Pero los cerré de nuevo, no pude verte.
Fui feliz tres milésimas de segundo.
Te vi.

Me acariciaste la palma de la mano
con la tuya tan gélida, tan fémina en tu ser.
Mujer dueña de mis entrañas, que sufres.
Yo te sentí rozar mis dedos, los cubres
con los tuyos, y te vas. Mi amor.
Mi tacto etéreo.