domingo, 1 de febrero de 2015

Temo por mi existencia.

Escribo a la Luna, a mi bella Luna, quiero decirte, que con todo lo que me está pasando por la cabeza, ya no salgo a verte. Me siento desganado, me siento inútil y no entiendo el por qué. Me siento a mirar el suelo, y puedo mirar el mismo punto treinta minutos, sin inmutarme, sin dejar de obcecarme en por qué soy lo que soy. Siento tu luz en las noches, pero me da miedo mirarte y que me veas llorar, que me veas rogarle a la muerte un trato, mi vida a cambio de felicidad. ¿Qué más puedo hacer? Te necesito, te necesito más que nunca, por favor, ven, por favor.

Las mañanas no son agradables, nunca me levanto porque quiera, no quiero salir de mi cuarto, ni de mi mente, ni quiero ver a nadie, ni que nadie me vea. No quiero aprender nada, solo olvidar. No quiero sentirme, ni existir, ni ser nada más que un simple suspiro de la historia, esa persona que no ha contribuido a nada ni nunca será más que polvo de una estrella que desapareció hace mucho. Me siento tan solo cada vez que me imagino así, atado a la soledad y demacrado por mi propia mente. ¿Qué me estoy haciendo y por qué no lo quiero impedir? Tengo miedo a la existencia y me da miedo vivir, tengo miedo a no servir para nada y sintiendo esto lo único que hago es eso, no servir. Me obsesiono con verme en el espejo y ver si es un defecto físico, si a simple vista se me ve fracasar. Como lo hago en todo.

Y es por eso, mi astro favorito, por lo que recuro a ti. Antes eras la única luz con la que sentía amor. Ahora me da miedo mirarte, por temor a decepcionarte, pues he construido un acceso directo a mis pensamientos suicidas, pero para llegar a sonreír tengo que atravesar medio planeta. ¿Por qué me hago esto? No sé por qué tiendo a la autodestrucción, porque me da tanto miedo arriesgarme y sentir, ¿Por qué, Luna, por qué? Me estoy ahogando en un vaso de agua y ni siquiera sé por qué. Me veo cada vez más ahorcado por la existencia, y es que no le encuentro sentido, joder, no le encuentro el sentido a mi marchita vida. ¿Y para qué, eh, para qué necesito vivir si no vivo? No entiendo por qué pienso estas cosas. Intento gritarle a mi teclado para poder escapar, no puedo más y sé que tú estarás ahí, pero tengo miedo.

Muchísimo miedo de mí.