martes, 2 de septiembre de 2014

Inesperado adiós.

He hallado el filo que me ata a la vida,
el sustento de emociones tan etéreas.
El sueño que es eterno, mas sin salidas
a las que aferrarse, incluso casi eternas.


Volando alto anduvo mi mirada, por ella,
perdido, sosegado en el camino, me hallé.
Tan tranquila y sin sentido vino su huella
que en mi latido fue a parar; y tan cortés.


Cuando ignoraba el voraz sentimiento, apareció sin más,
sin un saludo, sin un descuido, directa al pecho, tan fugaz.
Miré sus ojos y luego el suelo por pavor, mírame por favor,
siento su risa, su sonrisa y su ilusión que germina en mi interior.


¿Cuándo entenderá el destino que tan exacto actúa en mí?
¿Cuándo huirá de mi presencia, odiando mi estúpida sonrisa intrusa?
Si he aprendido algo de mi dolor ingrato, es a saber sufrir,
si he temido algo en mi vida, es ver a mi deseado amor partir
                                                                           sin saber que es mi musa...