sábado, 13 de septiembre de 2014

Esperanza, perdóname.

He disecado mi esperanza, perdóname,
sentí que me dañas y me asusté tanto;
Siento tu canto de sirena, mas perdóname.
Si siento tu voz, tu luz y de nuevo tu canto.

La guadaña del terror me amenaza, perdón.
Tuve que hacerlo, mi amor, pues he muerto,
te vas, te eché, y desde el corazón, perdón.
Mas te amé, en serio, quiero amarte de nuevo.

Hablo del canto,
de mi llanto,
del cuánto
y del cuándo.

Si sostuve tu mano, pero me sentí tan extraño,
dejé secar tu agonía y tu garganta calló, lo siento.
Anduve y ando errante y ando por calles de estaño,
seduciendo el presente, sufriendo inerte, lo siento.

Me fui a marchar, ya que ya nada me cansa,
con tus dedos en mi cristal, tus huellas agónicas, discúlpame.
Tendiendo tu pálpito súbito cual suerte equívoca, discúlpame.
Tengo tu luz, perdona, tengo tu voz, mi amor; mi esperanza,
lo siento.

En serio, te amo.
Y lo siento.