sábado, 30 de mayo de 2015

Entre ellas.

Abandono nunca me permitió sentir algo, me rodeaba y siempre trataba de obstaculizar mi paso, me susurraba amenazas. Me hizo creer que estaré solo siempre. Mientras que Desesperanza me mantuvo en un limbo entre ella y su antagonista. Del que no puedo escapar, pues sus lazos y dolores me mantienen sepultado entre ambas. Y así es cómo Delirio consiguió atraparme para inducirme absurdas ideas sin sentido, que se transformaron en pensamientos destructivos, de los que se aprovechó Paranoia para que me autodestruyera. Así caí en una espiral que me condujo confusamente a los pies de Pánico, cuyos dedos tocaban bruscamente mi pecho, provocando una aceleración arrítmica de mi latido, con tanta fuerza que llamó y atrajo a Ansiedad, quién a base de asfixiarme intermitente logró otorgarme una respiración nerviosa. El cansancio me redujo a un montón de escombros. Desgana vio la oportunidad y no dudó en abalanzarse sobre mis hombros, anclándome al suelo sin permitirme mover.

Cuando conseguí librarme de ellas, corrí sin mirar atrás, mas topé con Rabia, quien descontroladamente me golpeaba, creando así una falsa sensación de alivio. Ira oyó estos golpes y se apresuró para arrancarme la voz a gritos. Allí es donde Euforia me hizo sentir fuerte a través de espejos trucados, en los que yo me veía grande. Desprecio usó el mismo truco de cristales, pero con un aura oscura que me debilitó. Me senté a pensar pero me encontró Derrota e intentó hacer que no pudiera levantarme, no lo consiguió, así que huí de nuevo. Resbalé en mal lugar, pues Melancolía yacía cerca y me habló serena, me hizo llorar. Me agarró Culpabilidad y me preguntó por qué lo hacía todo tan mal. No supe responder.

Tristeza usó a Ilusión para atraerme a ella, vi a la pobre atada, delirando con futuros de ensueño, con cara de agotamiento y paso lento. Trató de ralentizar mi viaje, y casi lo consigue. Me sorprendió huyendo Desánimo, quien hablaba de futuros inciertos y del tiempo que he perdido; reflexioné. Al final Miedo me agarró fuerte, me advirtió de mi inexperto rumbo, y la incertidumbre que me trajo aquí.

A traición me agarró alguien del tobillo, cayendo yo de frente. Al mirar atrás vi a Soledad, aferrada a mi pierna, hasta que me levanté y me dijo que nunca se iría, me hizo latir rápido y usando a Resignación consiguió atragantarme para entrar en mí. Casi me ahogo por lo que reposé arrodillado y respirando hondo. Con mi última bocanada de aire Soledad entró en mí y me corrompió, estando siempre aquí, volviendo fúnebre cada sonrisa; atacando al autoestima si intenta alzarse, esta es la vida que conozco, encadenado a Soledad, con un cerrojo sin cerradura, con unas cadenas de un acero muy bien forjado pues llevó años de trabajo crear cada eslabón. Es tan dura que ni intento escapar, pues no podré. Me arrodillé con las cadenas rodeando el espacio que ocupo en este rugoso suelo, en una sala totalmente oscura con un solo foco de luz blanca enfocándome, creando unas sombras tan negras, que casi absorben la luz. Mientras miro al cielo con los ojos cerrados y la soledad me estrangula sin matarme durante toda una eternidad.