martes, 12 de mayo de 2015

Un tú para mi yo.

Es tu pixelada sonrisa en mi pantalla cada madrugada, mi sueño inconciliable si no te veo antes de dormir. Como el punto de mi frase, acabas mis noches. Bañadas por la luz que desprende la pantalla, iluminada por tu color y tu silueta. Es extraño que ni siquiera lo sospeches, pero que yo a veces enloquezca por tu lejanía. Y me hallo frente a la Luna, susurrando tu nombre, es irónico que mi única forma de ser feliz sea sufrir viéndote a lo lejos. Con un simple suspiro reacciono ante ti, sin quererlo te observo demasiado y casi me delaté. Sufre, me dije para tratar de sacar un clavo con otro. Mas no sirvió de nada, pues tu clavo es inamovible.

Es extraño, me repetí, que tu mirada me atraviese y hierva tanto mi piel, aunque sea fría mi esperanza. Y estando vivo siento que muero. Aunque cuando me debilito por la existencia, tú me revives. Senté mi alma en la cera de mi locura, había un charco que entre reflejo y reflejo hubo pequeños flashes de tus ojos. Al parpadear centelleó tus pintados labios de un rojo tan intenso que ardía en la retina. Fuiste el deseo de un solitario ser que teme vivir por el mero hecho de no poderte enseñar su intrincada mente.

Paseemos por las calles de tu mente y cuéntame cómo se siente al ondear tu cabello al son de vientos alisios que acaricia tan envidiablemente tu piel y me hace sentir tan raro.
Tú, mi nuevo poema.