lunes, 9 de noviembre de 2015

Intensa introspección.

Arranqué de mis entrañas el arraigado sentimiento del pasado, humillado el entumecimiento de mis manos por el helado sentir de lo pasado. Anclado a un modo de pensar que ha destruido más que creado, roto por dentro del dolor insano, verde por fuera por el disimulo más osado, y mejor intencionado. Como vivir ahogado por el legado de un acto, que acabó en su momento pero vive dentro del sentir, del vivir más caótico por el que todos hemos pasado. ¿Has sentido el vaho de tu aliento cargado de interrogantes? El trasplante de dolores que vino retrasado en el tiempo. Como el tempo de felicidad más aletargado y detesto repetirme, sosegado. Mirando el techo del anhelo, viendo el choque al acecho.

En cada esquina ululaba el miocardio, como un metrónomo, con el sentimiento autónomo o autómata; destrozado el libre albedrío del pecho y volviendo a la mente cleptómana de malas sensaciones. Has abrazado a tantos árboles que te sientes en estado vegetal y ya da igual si todos sufren o se sienten solos. Tras el manto que tapaba la verdad, dolía verla por muy conocida que fuera. E hipócritas sonreímos en el metro, o en el centro de nuestro ahogo. Bañamos en oro nuestra putrefacción porque lo que importa es el exterior, ¿No es así?

Vivimos -o eso decimos- rodeados de cualquier artefacto que nos diga constantemente: eres feliz. Solo para creérnoslo, vivir bebiendo el tiempo y morir sin pensárnoslo; muriendo el sentimiento espontáneo y vaciando el cráneo del manjar exquisito del órgano más sano. Y nos cortamos las manos por no hablar a nuestro amado y decirle el dolor más arraigado en cada extremidad. Sobrecargamos nuestro sistema con antidepresivos y depresivos, creyendo que así estaremos neutros. Pero deambulamos en ambos extremos sin centrar nuestra visión de nuestra misión en este puto planeta olvidado. Siento yo ateo creo que nos han estafado con cada párrafo de aquí al más lejano pasado. Que somos felices si nos compramos lo último y lo primero es para fracasados.

Y por eso vivo anclado al pasado, lo siento más sencillo y dolía, porque no mentía. La realidad pintaba sonrisas sobre lienzos tristes que no dejaba de estar fruncido el ceño por mucha pintura que lo tapara. Y mi pasado es turbio pero firme y mi presente se entierra en lo que no puedo aguantar debido a mi cobardía, pero creo que estoy más enamorado que nunca y por hoy me permito vivir.