lunes, 6 de abril de 2015

Últimos latidos.

Y si uno se siente lejano a su propio ser,
¿No es normal querer dejar la vana vida?
si uno siente que se marchita, no se evita
el sentimiento que solo quisieras esconder.

El reflejo solo devuelve decepciones, tristes;
y el ego se destruye de una forma tan simple.
Como el piano sin cuerdas, yo así funciono
como si jamás sirviera, nací inútil; y pronto.

Debilitado, amortajado el amor y asqueado yo.
Quisiera servir de algo, más que el gasto diario,
si no levanto cabeza, disculpen, soy débil yo.
Y muero lentamente y lloro y me siento agrio.

Quisiera encontrarme, pero estoy en el fondo ya,
de mis complejos no huyo y solo soy un sueño.
Fallido, y dueño de mi fracaso, que estallará.
Y si dudo, digo: ¿Todo esto cómo acabará?.

Y si muero en vida, ¿qué hago con mi corpóreo ente?
Si quisiera dejar la vida, ¿Qué hago con mi mente?
Si la existencia me asquea, ¿Adónde voy?
Si quisiera morir, ¿Tendría que irme hoy?

Trago sensaciones con alud de tempestades, sin piedad.
Repetitivo hasta la saciedad, derretido hasta la mitad,
rasgado el ser, ¿qué queda de mí más que oscuridad?
Una sombra bajo un árbol maltrecho, y poco más.

Recuerdo el tacto, el roce minúsculo de mis labios sonreír,
complejo el recuerdo marchito de uno mismo traspirando.
Y sentir tu vaho penetrando el pecho roto, y su fluir
mágico, aunque trágico el fin, y aún me duele su tacto.

Trato de buscar ayuda, pero ajena a mí huye a la lejanía,
y tan sencilla mi rotura, pero tan complicada la vestía.
Por cobardía, me encerré y nadie vino, me acostumbré
y ahora vago en soledad hacia el sol, ¿qué sentiré?

En mis últimos versos te confesaré que alguien me cautiva,
que si sigo en pie, es porque su rostro y sonrisa me dan vida.
Y el suave tacto de su efímera presencia, me reconstruye,
aunque al encerrar el amor se destruye; y muero otra vez.

Pero deleita mi pálpito y lo siento tan tácito fluir en mí,
que es inaudito y te siento tan bien, que sería un delito
no mostrarte mi faz sonreír y desfruncir el día tan feliz,
aunque muerda mi lengua y te sienta lejos, a leguas.

Miro mis dedos y muero, porque no estoy cuerdo, veo.
Sin sentido me miro y llorando me imagino no ser reo;
agonías que me arrinconan y me devoran, me destroza.
Me siento en la cama, me siento sin ganas, en mi fosa.

Finalizo con un último deseo y es ser más sincero,
sin peros, sin puedos, sentir el 'te quiero' escapando.
Sin mí, sin ti, pues no tengo nada, solo veneno
del que no salgo, y finalizo como siempre; llorando.