viernes, 3 de abril de 2015

Y de nuevo, ella.

Besé cada escalón por el que desfiló tan sutil persona. Escalé para poder verla en el horizonte, estaba allí, en otra tierra a la que no podía llegar. Más bien, no lo merecía. No lo conseguí, lloré de nuevo. Es el suspiro atado a mi garganta; tirante, pesado y cortante. De afilado borde que desgarra cada pálpito optimista, ya sea un mero abrazo o un lejano beso. Y aunque pases entre mis córneas, y te reflejes en mi retina no puedo controlarlo. Y existes, no puedo evitarte, no quiero más bien. Desprendí de mi mente los fragmentos de esperanza, no tenía sentido y nunca lo tuvo. Pues tú y yo somos una suma imposible, ¿verdad?.

No te culpo, ni siquiera quiero huir. En todo caso mi sincera mente se disculpa, y te dice que cada amenaza de mi dolor a mi mente no lleva tu nombre, solo tu foto. Si muero será entre deseos incumplidos y si vivo será totalmente igual. He desperdiciado mi existencia, y te ruego una tregua, un pacto o lo que sea. No puedo sufrir más. Tendré tus recuerdos en el lugar más preciado para conservarlos, y pensar que no duermo por ti, mi poema.