viernes, 19 de junio de 2015

El búnquer.

La luz del alba se cuela por mi ventana, intentando empujar mi cortina, atravesándola más tenue. Acariciando cada mueble, cada prenda que descansa en el suelo o encima de la silla. Con un tono anaranjado, la luz se tumba sobre el suelo, y se recuesta contra la pared contraria a la ventana. El silencio llenaba el ambiente con su ausencia; solo una respiración profunda lo rompe, como además el crujir de la vieja y robusta madera que conformaba la cama. Desgastada por el uso y el despiadado paso del tiempo. Con cuatro paredes verdes y un blanco techo, la metafórica prisión formaba parte de la rutina. El sol salía, inundaba la habitación y la vaciaba al caer la noche. Siempre así, sin tregua ni prisas.
Testigo de mis delirios y depresiones, cómplice de mis amores fallidos y mis decepciones. Muros inamovibles que me encierran y acogen, lágrimas que nunca han salido ni conocido el aire libre. Tantos fantasmas que me rodean en esta cárcel de cemento, vivencias fantasiosas que no han visto el exterior. Tanto dolor que esta puerta no ha dejado salir. Mi confesionario personal, al que nunca le cuento nada. Mi santuario.
Finalmente, en la pared situada más al norte, se halla un colchón de gomaespuma, bastante duro por problemas de espalda. Envuelto por una sábana. Un ente reposa sentado encima, con sus piernas colgando. Con una soga al cuello, y una metáfora en el suelo. Posó su revólver en la boca y disparó, cuando pensó que todo había acabado despertó en el mismo lugar aunque tumbado. Sensibilizado por el sueño mira con los ojos entrecerrados a la ventana y ve luz, mucha luz. Por lo que contempló el baño que el Sol proporcionaba al mobiliario, mientras los ojos poco a poco se volvían a cerrar, y este ser imaginóse sin problemas y mirando al techo, viendo las pequeñas sombras del gotelé. Intentando hacer figuras con este estilo de pintura. Derramó una lágrima y cayó rendido al cansancio del alma pernoctadora y de la mente trasnochadora.
Durmióse con una sarcástica sonrisa, que desapareció tras el séptimo segundo de sueño.