lunes, 17 de noviembre de 2014

Insignificancia.

Este vago deseo por seguir viviendo,
este vago sentimiento que ya no quema.
Este ser que se sienta solo, sufriendo,
este deseo errante por destruirme más.

Hallé un ápice de luz, mas debo apagarlo,
escondí la llave de mi amor, ojalá no la halle.
Acaricio deseos y ya no los siento, que se callen,
no necesito sentir, ya nada me siente, ni valgo.

Me detengo frente a espejos aún, tan desierto,
me levanto cada mañana aún, yo tan muerto,
viviendo el rechazo por la existencia mía,
sintiendo la fría muerte de esta alegría.

Un viento que ya no me refresca, ni me roza,
ni mis manos tienen fuerzas para levantarme;
es fría la vida aún quemándome, vaya cosa.
Un triste objeto del presente, un simple objeto.

Y el tiempo deteriora no solo lo tangible,
si desintegra mis interiores, ya imposible
el sentimiento cálido, el corazón hábil, yo.
Sintiéndome árido, de pecho frágil, yo.

Débil y esquivo, solo e inerte, lo de siempre,
con utopías en mente, y sin pizca de suertes.
Una silueta que obstruye la luz, yo tan fugaz,
una simple mota, que se barre y ya está...