martes, 4 de noviembre de 2014

He muerto.

Dejé mi baldía existencia tiempo ha, 
abandonado el yermo páramo mental.
Cultivé en mi estéril vida un día más,
fracturado el pecho, con su salto mortal.

Mas el etéreo zumbido desgarró el sueño
más cálido. Hizo de metal el cielo, murió.
Se levantó el viento del cerrado mausoleo
y como el pintor ansioso, esbozó un óleo.

Qué remedio, si el haz es volátil, como yo,
un simple riachuelo, borbotones de lágrimas.
De sales estancas que se funden con la vida,
mientras me muero, me voy y me desmayo.

Sin frío tacto me arropo, estoy solo en mi vida;
escribiendo mis noches en mojados papeles...
quién anduviera sin pensamiento, sin heridas
atosigando el presente, sí darme placeres.

¿Ya has pasado bajo mi umbral? Soy un ente ya,
ni me asombro, ni me alegro, ni vivo, solo verte.
Entierra mi vida en un agujero, sin vuelta atrás,
vive tu suerte, tu vida, tu voz, pero no mi muerte.