jueves, 12 de marzo de 2015

Apagando la noche.

Si taciturno me hallo es que vengo en desgana,
frente al espejo postrado hasta la madrugada.
Tan nocturno y sediento de tu piel tan desterrada
que brota de mi sien lienzos de mil pinceladas.

No logré sentar la mente en el banquillo y así sigo,
enamorándome de tan perfecta alma, mi auto castigo
por la banalidad de mi existencia y por eso me odio.
Tan lejos de mi mente, y sin piedad la vida me arrolló.

Qué sería sin mi verso holgado y a mi cuello atado,
y con cada mala rima que hago me siento ahogado.
Buscando la asfixia en cada párrafo, sin perdón
soñando tejer palabras para tu sonrisa; mi perdición.

Blando mis poemas como única arma, no soy nada más,
sentado y sin quererme, no puedo pedirme nada más.
Pasé de sentir tu calor a verte tan distante de mí, jamás
comprenderé por qué si te amo, huyes sin mirar atrás.

Mi sistema solar gira entorno a todas mis obsesiones,
desde el suspiro más leve hasta el beso más perfecto;
si veo estáticos los planetas y a mi Luna tan audaz,
y la inmensidad en esta, la bóveda celeste de mi paz;
¿por qué tuviste que elegir ser una simple estrella fugaz?