sábado, 19 de abril de 2014

Latente, me destruyo.

Brilla el reloj, que andante me habla del tiempo, me dice que pasan los segundos e intuyo que pasan las horas y los minutos. Y los días ya no me dejan estar tan seguro. He conversado con él día y noche, sobre todo las noches de bohemia, de miseria, de tragedia auto-infringida. Y es que la tortura viene del interior incentivada por el exterior. He visto andar mis minutos, he visto perecer mis segundos; he llorado por aquel chico que alegre llegaba de clase, todo es fácil -se decía-, y de vuelta a una rutina amplia en ilusión. Aquel chico fui yo y la circunstancia y la vida misma le destruyó.

Concluyo el verso o la oración con una disculpa, no sé si algún ente he ofendido, no sé si es una conspiración por todo lo vivido. Pero yo veo convulsas las sonrisas, veo irritante la felicidad y quizás es mi estúpida razón la que me mata, la que hace pedazos la realidad. Tuve miedo del reflejo, del espejo, de todo lo que rodeó la mente turbulenta que acechaba cada paso para declarar la guerra al lagrimal. Vestí de negro en ocasiones, porque predije mi muerte y no fue así, solamente un desamor, un dolor o una simple razón que me dolió. El odio, el asco y el amor, de la mano y enfadados conmigo. "Tony, no haces feliz a nadie, tu egoísmo está llegando a puntos insospechables". Me dice mi propia mente, e indigente vago entre mis pensamientos. "Yo soy el culpable, me merezco este dolor, pero quiero sonreír", me dice mi estúpida conciencia.

El orden es idóneo, muero por odio, doy asco y quiero amor. Yo muero, doy y quiero tantas cosas; le quito el sentido al amanecer, la Tierra me sonríe anaranjada y yo lloro, porque me siento como el astro rey, abandonado y alejado de la nada. Y miremos a la Luna, pensaba que estaba sola hasta que caí en la cuenta de que todo el mundo la puede estar mirando en ese mismo instante, teniendo más adeptos de los que yo jamás tendría. La decadencia que recae sobre mi pecho es equivalente al grado de autodestrucción que estoy propiciando, que sé que tengo que ser feliz, mas no puedo. Y no sé por qué. Quizás no quiero.