lunes, 12 de agosto de 2013

Tu fuerza.

Quisiera estar en tu piel, porque se te ve muy fuerte, inerte ante los golpes y aún se te ve bella tras las lágrimas, eres increíble y siempre vivirás en mis recuerdos, algunas veces felices, algunas veces tristes. Pero ahí estás tú en tu posición, quieta ante la adversidad, firme ante el dolor, aunque decaes, te levantas nada más tropezar, no dejas que las heridas te hagan abandonar, no te rindes. Quién pudiera sentir tu piel cálida, tan brava, tan voraz y tan suave a la vez.

Sé que mi mano te ayudó, pero no en los momentos que más lo necesitaste, desaparecí cuando más lloraste, me escondí. Me defendí usando de escudo mi dolor, dando más importancia a mi enloquecida mente que a tus ojos de vidrio. Mientras más lo pienso, más muero por dentro.

Pero ahí estás tú, destruyendo las barreras de tu corazón, siendo libre, sonriendo aunque no te apetezca, siendo un ángel cuando el infierno te absorbe. Y siendo amable con quien no se lo merece. Quién fuera tu corazón, valiente, henchido siempre, y certero. Quién tuviera el honor de poder besar tu piel, como yo cuando pude. Como yo cuando te tuve. De errores se comprende mi vida, mas amada mía, tú fuiste un acierto. Eres el verdadero motivo, por el que es mejor haber amado y haber perdido, que nunca haber amado, es más cierto que la vida misma.

 Te añoro, y admiro tu fortaleza.