sábado, 26 de julio de 2014

Solución permanente.

Miro al vodka que tengo en frente mía cada noche, cada jodida noche, pensando que sería una buena solución temporal, pero sé que no es así, que no me servirá de nada pues aun borracho pensaría igual, y me dolería igual. Quizás en estado de embriaguez piense en soluciones permanentes más radicales, pero efectivas, en lo que respecta a acabar con todos los dolores. Pero no creo que sea lo que deba hacer, o sí, ¿cómo sé yo que me espera algo mejor que la muerte en esta tan dichosa vida? No pienso en ello, pienso más bien en el momento en el que realmente piense en ello. ¿Cómo estará mi mente de torturada para que esa sea una salida efectiva a la vida?

¿Merece la pena pensar en dejar el mundo terrenal sin saber siquiera si hay algo más allí afuera de nuestra percepción humana? No sé qué debo pensar, me encierro en mi mente y me pongo a divagar, si me muero, si dejo de vivir, o en si dejo de morir. No concreto un pensamiento en concreto, tengo un defecto y es que no me gusta hacer sufrir, ni siquiera a aquellos que una vez me vieron hundirme, y simplemente desviaron la mirada cuando yo les pedí ayuda. Y qué pido yo más que un puto día para mí, un jodido y asqueroso momento en el que yo, este humano de escaso valor, viva feliz y pueda decirse sin plantearse ninguna duda: Merece la pena vivir solo por este momento vivido.

Quiero un puto momento, un miserable segundo en el que no sea un juguete de ninguna imbécil, ningún medio de ningún imbécil para conseguir algo, solamente un ser humano que comparta su tiempo conmigo porque quiere que ese tiempo invertido valga más que el oro, más que la vida y más que cualquier valioso objeto de esta Tierra inerte. Imagino una mano que me salve de esa solución permanente. He visto mi propia mirada vacía mirando hacia mis propios ojos en el espejo, no sé quién soy ni si tengo solución. No sé si esto lo hago adrede o estoy perdido realmente, me siento solo, muy solo. La gente me rodea y excusa mi dolor en muchas cosas, "quiero llamar la atención", "soy un quejica", "soy un triste". Esta última se acerca bastante a la realidad, por desgracia.

En los velatorios pienso: ¿Y si ese ataúd fuera mío?, ¿Y si todo esto estuviera vacío?, y me asqueo ante la sensación de mi egoísmo existencial, pero es que es tanto el tiempo que muero por dentro que olvido que la vida también muere por fuera. Me encierro en la capital de mi dolor y desvarío, no soporto la idea de seguir viviendo, pero mírame, lo hago. Es real todo, o todo lo que veo es producto de mi mente, que quiere torturarme y llevarme al camino erróneo. Como siempre me ha pasado en esta vida. Es la pared más dura que he resistido. Y puede conmigo, pero ¿Puedo con ella? No lo sé, pero es mejor esta lucha, que lo que realmente discuto entre mis sábanas. ¿Adiós, o me quedo?