viernes, 4 de julio de 2014

Otra vez ella.

He concentrado mi energía, mi única energía en automutilar mi ilusión. No hago otra cosa, he vuelto a naufragar en mares equivocados; más bien, he vuelto a navegar. Sin descanso tras mi anterior derrota, vuelvo al "ataque" de mi nueva pero antigua motivación. Un ser de altas capacidades, y de increíbles cualidades. ¿Que por qué lo hago? No lo sé, soy así, me atrae la perfección y todo lo que se acerque a ella. Seguramente porque yo estoy en el otro extremo de la balanza, equilibrando lo perfecto con mi imperfección. No soy feliz siendo víctima de mi mente torturadora. Pero no sabéis lo maravilloso que es verla reír y reír sin problema alguno, en parte compensa todo lo sufrido.

He vuelto a por ella, cuando intenté apartarla de mi mente por la imposibilidad, me dije a mí mismo que es mejor sufrir por ella, que vivir sin ella. ¿Cómo y por qué siento esto? Sinceramente, lo que más me atrajo fue su sentido del humor, tan sarcástico y vivo. Pero también su forma de ser, quiere a quien la quiere, quiere a la vida, a la naturaleza y a la sabiduría. Está viva y quiere estarlo. Quizás es porque todo lo que ella es, quisiera serlo yo. Busco mis ilusiones en ella y eso, creo que no es bueno.

¿Han visto alguna vez una puesta de Sol perfecta? Sin montañas, edificios ni nada enfrentre. Ni siquiera niebla o nubes, una claridad digna de dioses. O una Luna de perfecta circunferencia, ni una nube que la tape, ni una sola farola que interfiera en su luz, que está justo arriba y puedes tumbarte tranquilo a verla. Pues eso, es ella en mí interior, un cúmulo de químicos que brotan de mi cerebro creando sensaciones que pensaba extintas, mas no, ahí están, galopando ferozmente hacia mis extremidades, escribiendo esto e imaginando más, mucho más de lo que esta realidad podría albergar en mí.

Cómo a muchas otras personas, le agradezco que permita fermentar estas emociones, es agradable sentirse vivo. Pero tú fermentas admiración por algo de lo que carece gran parte de la sociedad, moral. Rozas la perfección en mi retina, incluso sin siquiera abrir los ojos. Aunque jamás piense que esto lo leerás y pensarás que es a ti a quién lo envío, ojalá tenga el valor de decirte algún día todo lo que resalta en ti, solamente por el hecho de aumentar tu ya tan alto autoestima. Atentamente, yo.