jueves, 10 de enero de 2013

En lo profundo.

Qué puedo hacer si dejo a mis cargo el deber de vivir y no lo cumplo cómo debería, qué sería si mi miríada de sentimientos vaga a su propia deriva y no evita chocar contra los bordes rasposos y afilados de la vida, no sigue su rumbo recto y no rectifica al equivocarse, escoge el camino correcto a sabiendas, y en balde respiro si malgasto el aire, y en vano suspiro si contamino mi lugar.

No encuentro ese lugar en el que sonrisas se expanden y las lágrimas no se explican si no se acompañan de carcajadas, izquierda, está vacía, es frío el aire y no puedo respirar, derecha, es oscuro y no sé lo que alberga, pero emerge de este lugar fotofóbico un aura que me hace sentir simplemente desconfianza. No miro al frente porque es una fusión entre los últimos dos.

Quise cosas y sigo queriendo, es malo quererlas me digo continuamente para poder calmar estos nervios que se afilan y clavan en mi nuca. Aún siendo yo quien cada noche deambula en busca de calor, siento que el resto del mundo es frío y retorcido, incluso al ver gente reír, ya no veo en sus rostros felicidad, pues me cuesta distinguirla, no recuerdo cómo era aunque sigo teniéndola cada noche en mi sueño.