sábado, 5 de enero de 2013

Mi temor.

Puedes darme la peor noticia, quizás ya me las has dado, o quizás evite decir que sí. Pero valorando mi no cordura desde un punto de vista más centrado, no tengo miedo a tus noticias dolorosas, ni a lo que pueda ver o presenciar que sé perfectamente que arrancará de mí las esperanzas cómo en realidad y en voz baja deseo,  cuando me susurre la desesperación que  me viene a visitar una larga temporada, cuando la vergüenza se muera en mis venas envenenándome, cuando me des la patada definitiva en exactamente el punto que dice "Frágil" de mi cuerpo, exactamente en ese mismo instante, no temo lo que vea, escuche o note.

Lo que me atemoriza es la decepción que veo cada mañana en mi espejo, ¿qué puede hacer? ¿Cómo reaccionará? No lo sé, y temo esa ignorancia propia.