martes, 8 de enero de 2013

Mil sonrisas.

Encender mil sonrisas en mi pálido rostro no es difícil, en parte, pues la parte complicada es acercarse a mí sin sentir reparo, pues el sudor limpia mis desperfectos y las lágrimas limpian mi corazón, pero una sonrisa como purificador lo hace como una bomba puede destruir en segundos un edificio, la sonrisa despierta emociones guardadas en baúles, es bello y es increíble sonreír cuando lo sientes realmente.

Si hoy no río siempre estará mañana, si mañana caigo alégrate pues sonrío, moriría por tu sonrisa y sonreiré por tu felicidad, parte hacia tu destino, con mi mano o sin ella, pues sonríes y yo sonrío, aunque a veces me destroce tu ausencia viviré postrado e idolatrando tu merecida vida que te has ganado, sonríe preciosa, que mi rostro no empape tu camino, que mi lluvia no moje tu tejado, no cojas el paraguas pues no es necesario.

Cultivo una sonrisa por eso no me ves sonreír, la dejo en mi casa cuando salgo y la guardo en mi mochila cuando te veo, por si acaso la necesito pero al final termina en mi repisa, cogiendo fuerzas y valores, que le digo cada ocaso: "sonríe pequeña, algún día serás tan grande y fuerte que podrás levantarme del suelo aún cuando el dolor perfore mi esperanza y haga que sangre mis ilusiones".

Todos tenemos motivos para sonreír, sé que es difícil verlos y pararse a observar cómo fluyen por tus mejillas y hace que se levanten buscando el cielo, pero algún momento en este bucle de veinticuatro horas, en el más mínimo e inesperado momento, aunque queden milésimas de segundos para que termine el día, sé que al menos una sonrisa podré sacarme, aunque sea gritándole a mi corazón que pare, porque si tú sonríes, ¿qué me lo impide a mí? (Quizás el anhelo).