viernes, 19 de julio de 2013

El deseo

Quiero describir en un texto lo que es para mí el deseo. Y es que no hay nada mejor que desear algo, tenerlo, quererlo y dolorosamente perderlo, es casi tan maravilloso como desear algo, no tenerlo y saber que no lo tendrás. Todo es alegría.

Es que desear es un sinónimo de querer, pero en el deseo se imprime sentimiento, se imprime pasión, cariño, sinceras sensaciones que electrocutan al corazón, acelerando su bombeo, su contoneo rítmico, enérgico que construye en la imaginación palacios de imágenes, que como llevo diciendo, deseamos.

Imagino estar sentado a tu lado en un lugar cómodo, silencioso, solamente se oye nuestro respirar y el latir de nuestro corazón. Hablando tan plácidamente como si nada ocurriera, tras una palabra tras otra, normal como la vida misma. A medida que se acercan nuestros cuerpos de forma tan lenta que es imperceptible, natural como respirar, hasta que nuestras manos se chocan en tu rodilla pero no se separan, una mirada cómplice se hace dueña de la situación, seguimos hablando sin ruborizarnos. Pero tampoco movemos las manos del lugar en el que se encuentran.

Seguimos hablando mientras nuestros labios dejan de vocalizar a medida que se acercan entre ellos, y en el mismo instante en el que al fin se abrazan, tu mano aprieta fuertemente la mía, con los dedos entrelazados, y llevas la otra a mi mejilla. Sería la primera vez que fundimos nuestros sentimientos en tan cálido beso, y al cesar, nos alejaríamos lentamente el uno del otro, mientras sonreímos tímidamente y nos miramos directamente a los labios.

Sin articular palabra alguna, sabemos lo que queremos decir, sabemos lo que acaba de ocurrir. Nos abrazamos, fuerte, muy fuerte. Como si intentáramos despertarnos mutuamente de un sueño que posiblemente nos estuviera engañando, pero al descubrir que no es así, volveríamos a besarnos, esta vez con más pasión, más sentimiento, mucho más duradero, perfectamente perfecto.

Pero como he dicho, eso sólo es una descripción de lo que es un deseo, que habita mi mente, que ronda en mis venas, y se destruye en mis lágrimas.