viernes, 19 de julio de 2013

Este amor errante.

Despierto cada segundo de mi sueño eterno, no vivo mi presente, sino en un infierno. No he nacido para sufrir pienso, aunque cuando veo que es así, siento el cuello tenso. Soy un noctámbulo, el rumbo lo he perdido hace mucho tiempo, demasiado, tanto que pienso que jamás he tenido camino alguno, convivo con cada sensación atento, preparado para recibir el golpe en ese lugar tan herido del pecho. El error lo acepto es mío, no trato de llegar al victimismo, pues no es culpa de nadie que mi corazón señale, no es culpa de nadie que mi corazón te elija.

No exageraré, no me moriré por eso, lo sé. Pero qué quieres que haga si no puedo evitar sentirme así. Quiero que sepas que por ti daré la vida, sin buscar un beso de vuelta, sin esperar nada a cambio más que tu sonrisa más sincera, más que tu amistad más duradera. Sé que actúo en nombre de mi corazón, pero mi cabeza tomará el relevo, pues tu saliva no acariciará mis labios, tu cintura no rozará la mía de manera pícara, no se entrelazarán nuestros dedos sintiéndose cómplices, no sentiré tus mordiscos suaves en mi cuello, ni tus abrazos más íntimos, ni esas miles de cosas que mi mente se imagina para torturarme.

Mas no te preocupes por mí, sobreviviré a esto, no tengo miedo a perder, pues sería inútil temer la derrota estando ya más que perdido, deseo muchísimas cosas que escribiré después.

Lo único que no quiero que ocurra es que te entristezcas por mi culpa, ya sabes que estaré incondicionalmente para ayudarte, siempre, sea la hora que sea, pues tú has mejorado mi vida, así que no sientas culpa alguna, siéntete perfecta. Por favor.