martes, 12 de noviembre de 2013

Solo la paciencia me comprende.

Escribiré rápido este texto y pondré en la mesa mis cartas, no tengo ases ni tengo escalera de color, pero lo arriesgo todo en esta partida sin echarme atrás, All-in. Todo lo que me queda en la mesa, apuesto a ciegas. No tengo tiempo que perder, pero lo pierdo todo, salgo de aquí, huyo hacia el monte lejano de pensamientos, lejano de dolores innecesarios, solo quiero los que necesito, solo quiero aquellos dolores que anhelen tu presencia, pues ellos me llenan de ilusión y de desahogo.

Ya no hay alcohol que distraiga la costumbre, no existe brebaje que consiga calmar el león enjaulado, pues el que sí existe es tan difícil de alcanzar que se da por mitológica su procedencia. Mas yo he visto a la portadora que cuenta la leyenda, y es ella la que fortalece el estrecho vínculo entre mente y corazón. Condené a mi dolor al amparo de la soledad, yo no sufro más hasta escuchar la negativa de sus labios, reiré y fuerte permanecerá el erguido soldado que batallea en mi interior.

Hierro y amor, fundiendo el perfecto acero de solidez impoluta, sé que yo podría lograr en tan bello rostro una sonrisa pero, por otra parte, también podría hacerte perder la cordura, llevarte a la desesperación extrema, pues yo soy una bomba de autodestrucción que explota aleatoriamente, intenté encontrar el cable rojo para apagarme, pero no existe, no es tan fácil. Por eso soy un riesgo, soy una virtud, soy un defecto y por todo esto soy perfecto.