domingo, 24 de noviembre de 2013

Tan solo un hombro.

No necesito más que un ángel guardián, no necesito más que una persona que esté allí cuando caiga para darme ánimos, un pañuelo que seque mis lágrimas sin gritarme "todo es tu culpa", solamente necesito un paraguas para las afiladas gotas de lluvia ácida, salada estaca que resbala por mi mejilla y resquebraja mi rostro. Esa mano que me meza mientras duermo, pues sigo siendo frágil, lo siento sociedad, no soy lo que queréis. Necesito un escudo contra la indiferencia de mi alrededor, ¿por qué yo poseo tanta empatía y lloro al verte llorar y nadie siquiera se para a preguntarme qué tal?

Quisiera un abrazo sincero, un abrazo... cálido, necesito despertarme y sentirme útil, es despertar y no tener rumbo, joder. ¿Quién espera verme al empezar un lunes? No sé, pero la respuesta que intuyo no me gusta, por favor que alguien lo desmienta, joder. No necesito más que alguien que de verdad le moleste que esté así, que me quiera ayudar por el simple hecho de quererme ver alegre, por mí, que lo haga por mí joder. Yo lo hago, yo lo haré siempre, seré esa persona que siempre intentará lo posible, que siempre estará ahí.

Enloquezco porque ya no veo la utilidad de despertarme, sinceramente, quiero matar mis sensaciones, a veces prefiero dejar de sentir y ser frío a ser el ser más cálido que conozco, seré muy sensible, pero soy muy imbécil, siempre lo seré. Pero intento ser mejor, intento sonreír y lo consigo, lo consigo siempre, menos cuando estoy tan solo, tan solitario como hoy, abandonado a mi suerte, olvidado como siempre, nadie dijo hola, nadie dijo adiós, pero bueno, es mi día a día. Todos pidiendo llenar sus bolsillos, su armario, su imbécil piel de tintas y de metales inútiles, pero yo no, yo solo pido un hombro, un puto hombro en donde llorar. Tu hombro, para sonreír en él.