jueves, 23 de enero de 2014

Débil luz de ayer.

Deliro un poco cuando me acuesto, mi mente explota y vuela por todos los rincones del recuerdo. Pienso en el mañana que me imaginé ayer, el ayer que pensaré mañana y el hoy que vivo. Quise creer en mí y raramente cumplí con esa promesa. Me desilusiono con facilidad puesto que no lucho por mí y es eso lo peor. Siento que me quiero más pero que lucho menos por mi bienestar, me encierro en espacios solitarios e intento reflexionar, en vano por supuesto, siempre acabo triste, sentado en una esquina del sofá, intentando estar lo mayormente cerrado posible, acurrucado cual feto. Diciéndome a mí mismo, "por qué a mí". Nunca me respondo y por eso solamente me alegra el desahogo de las lágrimas que huyen. Y con razón.

Sé que una vez dije que sería más alegre, sonreiría más y dejaría de martirizarme tanto, mas fallé. Odio admitirlo, odio decir estas palabras pero no puedo, no puedo seguir intentándolo. Soy débil y lo acepto, no hay otra, me siento solo, me siento incomprendido y sobretodo infravalorado. Por los más cercanos y por los más lejanos, odio verme en el espejo, no por el físico sino por lo que no se ve. Por mí. Más promesas rotas que cumplidas, qué buen historial para que alguien confíe en mí. Pero nunca dije que abandonaría, nunca. Y aquí estoy, amargado pero con la confianza de un Tony mejor. Por ella, por mí.

Nadie creyó en mí, tan poco fue que ni yo lo hice. Cuando todo se cayó, todo se derrumbó y nadie dio la cara por mí, cuando la única luz que veía era la pantalla del móvil vacía de mensajes. Nunca el silencio había sido tan sonoro. Mas ella me contestó y tras meses sin sonreír la mueca se esbozó en mi rostro. Me hablaba por placer, porque sí. Y yo como de costumbre le lloré mis penas pero ella no se olvidó de mí; me dijo: "tú puedes", dos simples palabras que juntas y dichas por ella se convertían en magia para mi dolor. Alguien creyó en mí aunque solo fuera por cortesía, no podía ser, mas fue. El tiempo fluyó en nuestras conversaciones nocturnas, a veces olvidé dormir por sus palabras. Pero en persona todo fue mejor. Solo por verla, abrazarla y sentir su voz y su risa.

Todo podía cambiar, ella creyó en mí y por eso yo creí en mí y aunque ahora pase por una fase baja de mis altibajos, ella creyó aunque fuera por ser amable y eso me enseñó que amor propio es igual a felicidad. Y me quise tanto a mí que ahora también te quiero a ti, bueno, eso ya es desde hace mucho tiempo, pero ahora es intenso, como el sol de mediodía. Por ti soy yo. Nunca te sientas sola pues estamos a un 'Tony, me siento mal.' de distancia. Soy fuerte, por muy flojo que esté ahora. Soy increíble. Pero tú, tú eres mi ídolo. Mi poema.