miércoles, 8 de enero de 2014

Qué soy.

Incubada y concebida en una laguna crece y se fortalece la pequeña, incentivada por la aglomeración de sentimientos se ve forzada a desplazarse por la costa. Cargada de sal y de un dolor indescriptible, un sentimiento arrebatador de sensaciones y exterminador de emociones. Fusil que ejecuta sonrisas y lápida que entierra alegrías. Crece y crece cargada de negativas características, hasta que se desborda la mirada encharcada y se ve obligada a caer pegada a la avenida formada por una colina y no sabe lo que habrá después. Poco a poco se va desplazando haciendo caso a la ley de la gravedad, aunque con cada movimiento se va desgastando, dejando partes de ella en el camino.

Llega hasta un barranco y desconoce cuál será su suerte a partir de ahí, puede que la eliminen, puede que se desvíe un poco más hasta llegar al precipicio, al que ninguna antes había sobrevivido y su suerte no sería distinta. Harta de ser la portadora de la desilusión se abalanza sobre el borde y salta sin mirar atrás. Al poco tiempo después se golpea contra la camisa. Y nunca más supe de ella, de la lágrima que derramé. Sé que sin ella no habría alivio pero su existencia implica dolor, sufrimiento y lo que más odio de todo: las esperanzas rotas. Veo mi futuro y cierro los ojos, mi presente no es más que un envenenado libro lleno de faltas de ortografía.

Late mi bomba de forma arrítmica, flojamente y sin gana alguna. Lo siento por el yo del futuro porque estoy cultivando un asqueroso presente. Mis horas mueren como la ilusión, un día tan bello que yo no sé interpretar. Vago por las calles solo y pensativo, nadie me percibe, nadie me describe. El cero de la izquierda más lejana y el ser invisible que nadie necesita. Si cada segundo que pasa me importa menos el sufrimiento, me importa poco la indiferencia de mi ambiente y cada vez me importa una mierda decaer en la depresión. Abrazaré a quien sea que me preste su tiempo, cuando todo el mundo está a lo suyo y solo sientes el tacto de la soledad comprendes que el tiempo que te dedica alguien puede ser más valioso que el oro.

Y soy así desde que despierto hasta que duermo, menos cuando me olvido, cuando me olvido de mí mismo soy feliz.