miércoles, 1 de enero de 2014

Imaginación desmedida.

Empezamos el año, con tos, dolor de garganta y una voz desquebrajada, pero que ahí está, al menos se sigue oyendo. Una ilusión cada vez más rota, pero me engaño bien cuando pienso que este año mejorará al que ya se fue. Solo, con dolor de cabeza, con sed y enfermo, así desperté. El dolor físico ha ido disminuyendo. Me senté confuso y mareado en el sofá de mi salón, intenté pensar en lo que hice ayer, pero no me entretenía así que me puse a pensar en lo que me hubiera gustado haber hecho ayer. Algo que me dolía y encantaba a la vez. Bueno y malo, increíble.

Y ahí estaba yo en un fin de año como todos, frente a la gente que siempre veo en esa fecha. Me imaginé que me daba la vuelta, que huía de la rutina anual, que te buscaba, ya fuera en esa tan vacía pero llena plaza, ya fuera en otro pueblo, iba hasta allí, te buscaba. En los mejores momentos de mi imaginación te encontraba y te invitaba a cambiar el comienzo de nuestro año, un beso, un abrazo y quizás un poco de vodka en mi vaso. Estábamos tú y yo solo en el salón de mi mente, hablando ajenos al ajetreo del gentío, no se escuchaba la irritante música de fin de año. Solo tus palabras, solo mis palabras, solo mi mano rozando tus dedos e inocentemente nuestra mirada se congela, vemos el interior del pensamiento del otro, en el tuyo estaba yo y en el mío estabas tú.

Hacía bastante frío pues un abrazo proporcionaría calor, pero quién se imaginaría que un 'tropiezo' mío haría que mis labios chocaran contra los tuyos y quién habría imaginado que ese accidente sucedió durante más de 10 minutos, quién. Pues diré quién. Yo.

Pero no te vi, ni me viste.