martes, 28 de enero de 2014

Dorada Fortaleza.

Imagino cada día tu lucha, no la de nadie más. Tu camino, con todos sus obstáculos, piedras en las que tropiezas pero levantas, yo lo sé. Sé que podrás con esta lluvia ácida que arranca lagrimales de un solo golpe. El aluvión de sensaciones al salir de tu corazón. La coraza debilitada por el traqueteo de la vida sobre el andén de esta Tierra. Hace tiempo que no te veo y converso contigo pero mi imaginación es capaz de verte luchar contra la pesadumbre de una losa que engorda sobre tu hombro y te intenta doblegar. Mas no puede contigo, sé que herida y debilitada podrás romper ese peso y aunque sea cojeando llegarás a tu meta. Confío en tus palabras, en tus textos breves pero intensos que me dicen que puedo conseguirlo.

Tu luz ilumina la oscuridad que intenta comerse tu camino, esa parca que escondida detrás de cada piedra ondea su guadaña e intenta sesgar tu sonrisa, pero no puede. Contigo no puede. Te conocí alegre, bromista, increíblemente feliz. Pero me impactó conocer que tu sonrisa está dada por el esfuerzo de tu mente para guardarte el dolor. Sentí tu sufrimiento y por primera vez sentí más dolor que por mis problemas. Sé que detrás de cada sonrisa puede haber una lágrima, pero no dejas que evapore tu alegría. Eres mi ídolo, admiro que aun teniendo flechas atravesando tu ilusión, sigues entera.

Entiendo perfectamente cuando necesitas un descanso y quebrada te derrumbes, quizás a solas, quizás acompañada por los que te quieren, o tal vez me lo cuentas a mí. No suelo ser tu consuelo, pero lo he intentado y quisiera seguir intentándolo. Pues jamás aceptaré ni ignoraré tu sufrimiento, seré el pañuelo de tus lágrimas, el oxígeno si la vida te asfixia y seré ese cielo que el techo no deja ver. Si te ofrezco mi mano como ayuda, me lo tendrás que pagar. Y el precio lo estableceremos en sonrisas, en abrazos y aunque te lo guardes solo para ti, en felicidad. Ignórame, olvídame o mátame si quieres, pero solo si realmente eres feliz. Yo sé que te mereces sonreír, más que nadie.

Soy un poco egoísta y necesito añadirle tonos cálidos a mi vida monocromática, quiero que pequeñas pinceladas de tu felicidad manchen mi lienzo. Cada dos pasos que avanzo, tú me llevas una maratón de ventaja, eres una guerrera capaz de despertar en mí lo que jamás nadie ha sido capaz de cultivar. Te admiro, te quisiera amar, para estar ahí, a tu lado. No quiero que me necesites, ni necesitarte yo, quiero que lo que sintamos aderece nuestras vidas y sea mutuo. Sea pleno, sea utópico. Pero ¿Sabes una cosa? Entiendo a la vida cuando me hizo verte así, y entiendo que mis fantasías no suban de grado y se queden solamente en sueños.

Ni mil de mis poemas han conseguido plasmar fielmente mis sensaciones cuando pienso en ti, pero sé que algún día utilizaré la combinación perfecta de palabras que satisfagan a esta mente pútrida. Ninguno de mis anteriores amores fue tan ardiente como el que siento, quizás es muy arriesgado, pero nunca he estado más dispuesto a sufrir que hoy. Por mi poema.