Mi objetivo principal es que rebote, que rebote muchas veces en el agua. Desde mi lago veo esa isla, es mi destino, tirar la piedra y que llegue hasta allí rebotando en la superficie del agua, es extraño, pero a medida que se acerca la piedra a su destino, rebota con más frecuencia en el agua, cada vez más fuerte y más rápido. La distancia entre cada bote se hace menor hasta un punto que la fuerza es tal que se hunde. El mar suele estar en calma, y perfectamente plana para llegar sin problemas, pero la isla está lejos, solía estar cerca, pero en esta época se aleja.
Me siento en la orilla, observándola, esa isla tan misteriosa, veo solamente su exterior, pero no su interior, ¿qué tendrá dentro? Seguramente hay vida extraordinaria allí, seres que jamás había visto antes, viviendo en paz porque están alejados de mí. Hay una bonita roca en la que me siento para observarla, cruzo las piernas, cojo algo que abrigue y puedo pasarme bastante tiempo mirando, incluso de noche. Suele brillar por la noche, hay destellos que casi no se ven, pero la oscuridad ayuda. Procuro no tirar piedras por si molesto a ese trozo de tierra misterioso. Por las mañanas la niebla no me deja divisarla bien, solo consigo ver un borrón gris.
Cuando el sol está cayendo en su último trayecto, que las sombras se proyectan mucho en horizontal, que todo se ve dorado y con sombras bastante definidas, de izquierda a derecha, suelo tirar las piedras que creo que son mejores. Las más preciosas o mejores en forma para rebotar. Hice trampa y cogí un telescopio para poder verla mejor, solo pude divisar flores, cerca de la orilla, pero no tanto como para que el lago las moje. Parece que a veces hay mucho viento que para de repente, y suele desaparecer cuando más la miro.
Pero ahí está, tan misteriosa y bella, con árboles y unas palmeras bastante altas que destacan. ¿Llegaré a tocar su arena? Espero que mi piedra rebote y llegue hasta allí, demostrándome que es real, y ya si hace falta voy nadando. Yo te cuidaré isla.
