lunes, 9 de septiembre de 2013

Débiles sueños.

He descubierto que quiero conocerte más, tenerte cerca más tiempo, reír contigo más tiempo, verte sonreír, gritar, bailar, me encantaría oírte cantar de nuevo. ¿Quién soy yo para poder hacerlo realmente? No confío en mí. Siempre busco el momento incorrecto, el lugar incorrecto, el sentimiento incorrecto con la persona correcta. Quisiera abrirme paso en tu corazón, pero ahora sería moralmente incorrecto.

Veo mi rostro en el espejo, tembloroso, pálido, marchito tras tanto dolor, ahora sonrío, pues cuando el corazón se llena de ilusiones y esperanzas todo vuelve a estar colorido de nuevo, aunque no me desees del mismo modo, me iluminas. Aunque tú esperes de mí una fuerte amistad, yo quiero más. Pero jamás antepondré mi corazón a lo que ya hemos construido, no voy a destruir algo que he ayudado a alzar. Pero eso no quita que mire con otros ojos. No puedo evitarlo.

A veces me siento ante esta misma pantalla y escribo mi confesión, digo quién me ilusiona, con nombre y apellidos, con sentido o sin él escribo párrafos etéreos aunque cargados de pura sinceridad, te digo directamente lo que siento, lo que me destruye y me reconstruye. Pero lo borro, lo elimino, lo quemo. No debe ver la luz si quiero tenerte cerca, no tan cerca como deseo, pero tampoco tan lejos como temo.

Debo callarme, sentarme y resignarme, todo está perdido si tu corazón deletrea otro nombre, la derrota es aceptada cuando la victoria podría dolerle a cualquier persona externa, forjaré mis sentimientos con bellas palabras, te escribiré mil poemas más, tú los leerás y pensarás "¿A quién irán dirigidos?". Como de costumbre tengo tanto miedo a la victoria, que creo que ya he perdido.

No sé si hago lo correcto, pero intuyo que no, pues siempre pierdo en todos los juegos en los que se ve involucrado el corazón.