martes, 3 de septiembre de 2013

Sinceramente, Tony.

Hoy te abro mi corazón, de par en par, os seré sincero, te seré sincero. Discreto pero sincero, ha llegado el momento de dejar de callar, de dejar de sentir, de poder contarte la clase de veneno que infecta mi corazón. Hoy te cuento que , haces palpitar con más velocidad mi corazón al decirme "Hola", me sube la adrenalina al verte saludarme enérgicamente, aunque no pase con frecuencia. Pero siempre me recibes alegre y eso me hace sonreír.

¿Por qué? Porque hace tiempo que mi pecho sintió curiosidad por cómo serías, cómo hablarías, cómo sentirías, y hace más de un año que esos pensamientos marchitos se quedaron. Mas hoy, te cuento, quiero tu felicidad, la tuya. Sé que suena extraño, bastante precoz, pero quién soy yo para negarlo. No me he enamorado, no me muero por no tenerte, pero quisiera compartir la íntima sensación de un cálido beso, de un cálido abrazo y destruir las cadenas que no te permitan sonreír.

No soy tu ilusión, ni siquiera tu deseo. Aunque eso sólo lo intuyo, más quisiera yo invadir tu mente aunque sea momentáneamente, que me susurres dulces palabras que derritan mis sueños, que fundamos la mente en un sólo cristal, que tras él sólo haya sentimiento, pasión, sinceras caricias que no desgasten la mentira, sonrisas cómplices, tu belleza deleitando mi más dichosa vista, tu perfección deleitando mis más dichosos oídos, deja que tus notas aterciopeladas acaricien mis tímpanos de nuevo, por favor.

Mas no te pido tu mano, no te pido tus besos, no sería correcto. Más daño causaría dice mi intuición. Mis lágrimas pálidas escasean cuando tu enloquecida mente se une en conversación con la mía, te desvelas para hablarme, te molestas en contestarme. Y yo veo en ti la chispa que me enciende, no prejuzguemos, hablo de mi sonrisa, que mi imperfecta dentadura se torna perfecta tras tu abrazo.

Pero no me desees, no. No me hagas llorar, no.
Y no me ilusiones, por favor.

Te pido que no me beses, no; porque si lo haces nunca dejaré de amarte.